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Perros de protección: seguridad y confianza para mujeres maltratadas

Imagen de un entrenamiento de perros de víctimas de violencia de género dentro del Proyecto Pepo para que ejerzan de perros protectores y sepan cómo reaccionar si se produce una situación violenta con el maltratador.

EFE

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Madrid, 24 nov.- Cada domingo, un grupo heterogéneo de mujeres y sus perros se encuentran en un pueblo de la Comunidad de Madrid: son víctimas de violencia de género que entrenan a sus mascotas para que las defiendan de sus agresores y practican técnicas de autodefensa para recuperar la normalidad de una vida que intentaron arrebatarles.

Tanto ellas, víctimas de riesgo elevado, como sus animales reciben la formación necesaria en el Proyecto Pepo para que ellos ejerzan de perros protectores y sepan cómo reaccionar si se produce una situación violenta con el maltratador.

El Proyecto Pepo es una iniciativa filantrópica que nació en 2009 en el seno de una empresa que entrena a perros para seguridad después de que una víctima de violencia machista suplicara que entrenaran a su perro para repeler los ataques continuos de su agresor.

Al ver la relación que establecían las mujeres con los perros, los impulsores de la iniciativa comprobaron con sorpresa que la vida con estos animales les aportaba beneficios colaterales y “las ayudaba tremendamente en la recuperación” de una vida lejos de la violencia.

“Empezamos a ver que hay una subida de autoestima, ganas de relacionarse, ganas de salir a la calle gracias a los perros. (…) Llegan al programa muy caídas, muy bajitas, con falta de autoestima, muy sensibles… Pero cuando empiezan a trabajar con el perro eso se revierte inmediatamente”, explica a Efe Ángel Mariscal, responsable del proyecto Pepo.

“Es mi otra mitad, somos uno. Vamos juntos a todos lados, incluso al médico. Me ha dado arrojo y seguridad, no podía ni siquiera bajar al garaje por miedo, mis compañeros tenían que recogerme para poder ir al trabajo”, explica Elena, una de las participantes del programa.

Las mujeres beneficiarias, que proceden de toda España y llegan a este programa a través de recomendación policial o de servicios sociales, reciben una formación de 150 horas diseñada por psicólogos y educadores caninos para convertirse en adiestradoras de la que será su mascota de por vida.

El proyecto se hace cargo de aportar tanto el perro como de impartir las clases sin ningún coste para la mujer.

Son perros de gran tamaño -para disuadir al agresor- pero con grandes dotes sociales: no son animales de seguridad, sino de protección.

“A diferencia del perro de seguridad, cuyo entrenamiento se basa en el instinto de caza, de presa y defensa, en el perro de protección se potencia un instinto muy metido en la naturaleza y poco utilizado por los hombres que es el instinto de protección”, aclara Mariscal.

Estos perros tienen dos características físicas y psicológicas: tienen que ser perros grandes porque trabajamos con la imagen disuasoria en seguridad. Y ser supersociales, perros hogareños, de familia y que tengan este instinto de protección“, añade.

Las beneficiarias de este programa -alrededor de sesenta mujeres desde 2009- entrenan los domingos con sus animales para hacerle frente tanto a situaciones cotidianas como a posibles situaciones límite.

“Los perros nunca tienen la determinación de saber quién es el agresor y quién no”, el perro sabe por el adiestramiento cuándo debe protegerla: si ella agarra su arnés, si se lo indica de forma verbal -el menos utilizado porque suelen sufrir bloqueo frente al agresor- o bien cuando detecta que la dueña se paraliza.

En esos casos, ladrarán o se abalanzarán sobre la amenaza que afecta a su ama. Siempre llevan bozal.

“La finalidad en la cabeza del perro protector es la retirada de la situación conflictiva” y la disuasión, no el ataque, sostiene Mariscal, de Security Dogs.

En estos diez años, sesenta mujeres han recibido la formación necesaria para vivir con un perro protector y Proyecto Pepo ya tiene la lista de las futuras beneficiarias cerrada hasta 2021.

“El perro va a estar siempre con las mujeres, vive con ellas y no concebimos darles un perro para luego quitárselo, eso es un error. Las usuarias no pagan absolutamente nada, la empresa dona a las víctimas de violencia de género la protección necesaria para afrontar todas las situaciones con el agresor, y de los perros y la formación”, agrega.

Sin embargo, al tratarse de una iniciativa privada, su alcance es limitado, por lo que pide que la administración incluya el adiestramiento de perros protectores como recurso para ayudar a las víctimas de violencia machista.

Por Violeta Molina Gallardo y Macarena Baena .

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