Ana López Navajas: “Tenemos una visión del mundo que se nos traslada desde la escuela donde las mujeres no aparecen”
¿El sistema educativo es machista? ¿Discrimina, aparta e invisibiliza a todas aquellas mujeres que también forman parte de la historia, la literatura o la filosofía? Estas preguntas pueden responderse acudiendo a las investigaciones que lleva realizando en los últimos diez años la filóloga, doctora y ahora también asesora de Igualdad en la formación del profesorado de la Conselleria d'Educació de la Generalitat Valenciana, Ana López Navajas. Durante sus años como profesora de Lengua y Literatura Castellana ya detectó que en los contenidos de esta materia apenas se hablaba de las escritoras, poetas, dramaturgas y una larga lista de mujeres ausentes y que sin embargo sí son protagonistas.
Desde entonces, su empeño por demostrar la importancia –y las consecuencias– de omitir a las mujeres en el currículo escolar es incansable. En el 2011 publicó una investigación, cofinanciada por el Ministerio de Educación, el Instituto de la Mujer y la Universitat de Valencia, que revela que la presencia de las mujeres en las materias de los cursos de la ESO es de un 7,6%. Se trata del análisis más grande que hay, hasta hoy, sobre el sistema educativo y el género. Asimismo, este análisis se ha materializado en una base de datos pública que se puede visitar en Mujeres en la ESO y que recoge los datos de presencia de mujeres y hombres en las diferentes materias. También ha publicado diferentes artículos en revistas científicas, ha dado charlas y conferencias tratando de recordar un hecho evidente: el sistema educativo olvida sistemáticamente a las mujeres que forman parte indisociable de la cultura y esto redunda en una educación que no proporciona igualdad de oportunidades, uno de sus principales objetivos.
Su trabajo ha sido premiado en diferentes ocasiones, pero le preocupa más una realidad escolar que sigue estando marcada por las figuras masculinas sin apenas espacio para los hechos y logros de las referentes femeninas. Y esa educación es la que recibe la totalidad de la ciudadanía. Por ello, sigue trabajando para que el legado de las mujeres sea recuperado y tenga el reconocimiento que merece.
Sus investigaciones han puesto de relieve que tanto las anteriores como las actuales generaciones se educan sin tener referentes femeninos y esto para usted es un fraude cultural.
Efectivamente. Tenemos una visión del mundo que se nos traslada desde la escuela donde las mujeres no aparecen. Esta visión del mundo se nos presenta como una referencia universal y así lo creemos pero en realidad es completamente parcial puesto que solo se corresponde a los hechos y a las creaciones masculinas. Una referencia universal contaría con las aportaciones de mujeres y hombres. Por eso digo que hay un fraude cultural porque esa parcialidad se nos vende como universal. Aún vemos con normalidad esta ausencia femenina, pero no puede existir un concepto de cultural universal que no tenga presente a las mujeres y sus aportaciones. Y el problema es que se transmite desde la infancia y desde la escuela, lo que naturaliza la secundariedad social que tienen las mujeres.
¿Qué supusieron sus investigaciones para el mundo académico y editorial?
Esas investigaciones que hice hace unos años supusieron una toma de conciencia para editoriales y, por supuesto, también para muchas y muchos docentes. Algunas editoriales me llamaron para interesarse por el tema y poder incluir en sus libros precisamente esa ausencia de mujeres. La cada vez mayor abundancia de exposiciones, trabajos, creaciones… sobre y de mujeres artistas, escritoras, músicas, científicas, es estupenda porque va creando conciencia y acercando estos referentes a todo el mundo, pero queda todavía recorrido para que se produzca el cambio en el currículo escolar. Este sigue mostrando una resistencia muy fuerte a estas evidencias y a la consideración del papel protagonista que las mujeres tuvieron y tienen en la historia y la cultura, incluso desde posiciones sociales desfavorecida. Es un cambio de envergadura que no resulta fácil de llevar a cabo porque en él se juntan varios factores que contribuyen a esa resistencia.
¿Entonces podríamos decir que el currículum escolar de la ESO sigue siendo el mismo desde que usted hizo las investigaciones?
Sí, es el mismo. Ha habido avances en la inclusión de referentes femeninos, pero el avance es muy poco, apenas se nota. La presencia de mujeres en los contenidos sigue siendo escasa y sigue sin afectar a cronologías históricas, perspectivas científicas y consideraciones sociales. Sí que es cierto que hay algunos libros que desde entonces han realizado progresos sustanciales, pero falta un avance más general. En este sentido, hay un proyecto en el que estamos trabajando desde la Conselleria d'Educació para poder hacer realidad este avance.
¿En qué consiste este proyecto?
El proyecto se llama Women's Legacy, es un proyecto europeo liderado por la Conselleria d'Educació que yo coordinaré. Este proyecto pretende incluir a todas esas mujeres en las diferentes materias implementando un instrumento didáctico que pueda servir a docentes pero también a las editoriales. Al fin y al cabo, el profesorado es el mejor artífice de este cambio, es quien realiza la transmisión cultural en las aulas. Se trata, pues, de facilitarles ese trabajo facilitando actividades obras y enfoques para cada materia y nivel, porque no se trata de hablar de mujeres en las aulas, sino de trabajar las materias contando con referentes femeninos. En ello estamos trabajando.
¿Cómo crees que recibirán estos cambios los docentes?
Con buena acogida pues responde a una necesidad manifiesta y está pensado para satisfacer esa demanda. Me he encontrado con docentes que después de conocer las aportaciones que a la ciencia o la cultura han hecho las mujeres o de entender las claves de su protagonismo social a lo largo de la historia se sienten inseguras a la hora de transmitir ese discurso en el aula. Resulta difícil romper con ese relato que está en los textos académicos con los que se estudia, porque, lastrados por un sesgo androcéntrico –muy poco perceptible hasta hace algunos años e incluso ahora– fundamentan una visión de mundo excluyente, protagonizada por hombres y muy distinta y distante de aquella que considera el papel protagonista de las mujeres.
De hecho, se trata de una cuestión de rigor intelectual, de incluir los avances que desde los estudios de mujeres llevan realizándose en todas las áreas desde hace más de cuatro décadas y que han permitido avanzar y fundamentar otra visión de mundo y otra cultura más completa. No se aguantará por mucho tiempo más, ni en el mundo académico ni en la percepción colectiva, un panorama cultural que sistemáticamente evite a las mujeres o las minusvalore. Será un demérito que puede lastrar trabajos académicos y también manuales. A ese avance queremos contribuir y será un logro social para todos, mujeres y hombres, recuperar esa cultura.
¿Tendríamos menos violencia machista si todos estos cambios que propone estuvieran ya en vigor?
Estoy convencida. La violencia machista está alimentada de forma indirecta por una visión del mundo donde las mujeres no son protagonistas, son secundarias socialmente. Esta falta de valor social que se forja a causa de la falta de reconocimiento de sus aportaciones culturales y sociales facilita la violencia. No se les da importancia y entonces ejercer la violencia sobre ellas es más fácil. Por ello, crecer en una cultura que las tenga presentes y reconozca su valor contribuye a eliminar la violencia machista desde las bases porque la deslegitima.
Usted que durante muchos años ha ejercido como profesora, ¿cómo está viendo la polémica vuelta al colegio por la COVID-19? Hay algunos padres y madres que se está oponiendo a su regreso a las aulas.
A mí no me parece bien que algunos padres hayan decidido no llevar a los niños a las escuelas. Los centros educativos son de los lugares donde más esfuerzo se hace por mantener las medidas de higiene y control y la educación sigue siendo esencial para niñas y niños. El derecho a la educación es fundamental y que se acuda a clase permite que las diferencias sociales no aumenten. Maestras y maestros hacen esfuerzos extraordinarios que no siempre se ven reconocidos. Y en ocasiones, cuesta entender también que algunos de esos padres tengan una vida social activa y después se opongan a llevar al cole de sus hijos por motivos de salud.
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