Katie Bouman: una ingeniera de 29 años ha sido clave para fotografiar por primera vez un agujero negro
- Su aportación ha permitido obtener la primera foto de la historia de un agujero negro, una región del espacio de donde no sale la luz
Katie Bouman no estaba en la rueda de prensa en la que el pasado miércoles se presentó la primera imagen real de un agujero negro. Tampoco aparece entre los líderes del proyecto que están listados en la web del Telescopio del Horizonte de Sucesos (EHT, por sus siglas en inglés) que recopiló los datos necesarios para este hito histórico. Sin embargo, esta profesora asistente del Instituto Tecnológico de California ha sido una pieza clave en el desarrollo de los programas informáticos que han servido para componer la primera imagen de uno de los objetos astronómicos más esquivos y enigmáticos del universo.
La figura de Bouman, de 29 años, no saltó a la luz hasta horas después del anuncio oficial, cuando empezó a circular una fotografía suya en redes sociales. En la foto, esta investigadora aparece emocionada junto a una pantalla de ordenador en la que se ve un anillo de luz con un centro oscuro. Su emoción estaba más que justificada. El algoritmo que había ayudado a crear funcionaba y la prueba era aquella imagen, la primera real de un agujero negro.
La historia de Bouman y su relación con los agujeros negros comenzó hace algo más de seis años tras licenciarse en ingeniería electrónica por la Universidad de Michigan y sin saber nada de astrofísica. Fue entonces cuando centró su interés en el uso de métodos computacionales para generar imágenes y entró a trabajar en el proyecto del EHT. Durante estos años, desarrolló su tesis doctoral en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), cuya lectura defendió en 2017, y se convirtió en una pieza fundamental de la colaboración, ganándose el reconocimiento de sus compañeros.
Un reconocimiento “merecido”
“Ha estado en este proyecto desde el comienzo”, explica a eldiario.es José Luis Gómez, investigador del Instituto de Astrofísica de Andalucía, y “se merece absolutamente todo el reconocimiento que se le dé, porque ha sido una persona fundamental en el EHT”, sentencia este astrofísico, que también ha colaborado en este proyecto.
Mientras desarrollaba su tesis doctoral, esta ingeniera electrónica creó un nuevo algoritmo para unir todos los datos recopilados de los radiotelescopios dispersos por todo el mundo que conforman la red del EHT y dirigió las pruebas destinadas a asegurar que la imagen final obtenida no era fruto de la casualidad. Esto implicó la creación y coordinación de varios grupos diferentes que desarrollarían tres algoritmos con un mismo objetivo, obtener la ansiada imagen del agujero negro.
“Los tres hacen lo mismo, que es utilizar los datos que obtenemos de las observaciones para reconstruir una imagen que sea consistente con esos datos”, explica Gómez, que ha participado en la elaboración de uno de los algoritmos. “Cada grupo ha utilizado un software diferente para tener la certeza de que la imagen no depende del algoritmo utilizado”, concluye este investigador.
Los resultados de este trabajo se hicieron públicos el miércoles y suponen un avance histórico para la astrofísica moderna. “Lo que hemos obtenido es una fotografía real, solo que no hemos utilizado la misma técnica que la cámara de un móvil, sino que hemos utilizado una técnica similar a la que se utiliza al hacer un TAC en un hospital”, explica este astrofísico.
Por fin, se ha podido tomar una fotografía de un agujero negro, se ha hecho sin cámara y una mujer ha sido una de las principales responsables del programa que ha conseguido hacerlo, un hecho que no ha pasado desapercibido en redes sociales.
Durante la tarde de ayer, otra imagen acabó volviéndose viral, pero esta vez era un montaje en el que Bouman –que aparece junto a una pila de discos duros con los datos que sirvieron para generar la imagen del agujero negro– comparte protagonismo con Margaret Hamilton, quien posa junto a una torre de papeles que contienen el código que ella creó y que ayudó a poner al hombre en la luna. La imagen no es casual. Ambas son mujeres jóvenes, que han tenido un papel crucial para el desarrollo de eventos científicos históricos en campos dominados por hombres.
La brecha de género en astrofísica
La astrofísica es, sin duda, uno de esos campos, ya que existe una importante brecha de género que muchas instituciones, especialmente en EEUU, intentan salvar. Sin embargo, Bouman ni si quiera es astrofísica, sino ingeniera, el campo al que pertenecía Hamilton, que llegó a ser directora de una de las divisiones del MIT, y cuyas cifras son igual de extremas, con más de un 80% de hombres.
Bouman ha desarrollado su trabajo estos últimos años en el Black Hole Initiative de la Universidad de Harvard, un selecto grupo de investigadores de distintas instituciones organizados bajo la tutela del principal ideólogo del proyecto, el director del EHT, Shep Doeleman, y de otros cinco investigadores, todos hombres.
Pero esta ingeniera está lejos de ser la única mujer que trabaja en este grupo. Entre los 14 investigadores de mayor rango hay cuatro mujeres, algunas internacionalmente reconocidas como la astrónoma de la Universidad de Yale, Priyamvada Natarajan, o la física teórica de Harvard, Lisa Randall. Las cifras se equiparan más con los investigadores de rango intermedio, entre los que se encuentra Bouman, y que están formados por 7 hombres y 4 mujeres. Finalmente, en el último escalón, el de los doctorandos, las mujeres son mayoría, ya que ocupan 5 de las 9 plazas del grupo.