Austen Ivereigh: “Bergoglio teme que perdamos la oportunidad de cambiar en esta crisis, como sucedió en la de 2008”
“Francisco tenía un plan de cinco años para reformar la Curia, que tuvo que extender a siete por las resistencias internas. 2020 iba a ser el año, pero, entonces, llegó la crisis de la COVID-19 que le ha dado una nueva misión. Si antes estaba abierto a la posibilidad de empezar a discernir si debía renunciar al papado, ahora podemos decir claramente que no estamos ante el final del pontificado”. Austen Ivereigh (Guildford, Reino Unido, 1966) es uno de los periodistas que mejor conoce al papa Francisco, y por ello se permite aventurar que Bergoglio implantará, en los próximos meses, “una Iglesia más abierta, pero sin rupturas”.
“Francisco quiere una Iglesia viva y creativa, cercana a la gente y que sale y que no se queda encerrada”, explica el periodista, autor de su biografía más completa, El gran reformador, y que ahora publica Soñamos juntos (Plaza y Janés), un atípico libro de conversaciones que se gestó durante el confinamiento de la primavera pasada: él en Reino Unido, Bergoglio en el Vaticano. “Yo le mandaba preguntas y él me enviaba sus reflexiones en mensaje de audio. Luego yo armaba un borrador y él lo iba puliendo. Se desarrolló como una colaboración entendida como el trabajo de un maestro con su discípulo”, relata el periodista.
Las tres pandemias de Bergoglio
En el libro, aparecen muchas de las claves para entender al Bergoglio que salió a rezar solo, en mitad de la lluvia, el 27 de marzo, Viernes Santo, ante una espectacular, y vacía, plaza de San Pedro para pedir el fin de la pandemia. Y nos relata las “tres COVID” que sufrió Francisco a lo largo de su vida: su operación de pulmón, su retiro en Alemania en los años 80 y, especialmente, su “exilio” en Córdoba (Argentina), “donde fue enviado durante 18 meses sin ningún cargo después de ser la figura líder de la provincia durante más de una década”, según algunos, como parte de una purga de la dictadura de Videla.
“Ese tiempo fue un proceso de purificación profundo, del que recuerda el sufrimiento, pero también la intensidad de su oración. Muchos piensan que este pontificado es el fruto de esos meses”, nos cuenta Ivereigh. “En septiembre, le encontré muy bien: había perdido peso y estaba lleno de energía. Se cansa, pero se recupera rápido”, explica el escritor y periodista, que entiende que la suspensión de los maratonianos viajes papales “ha sido una bendición porque se desgasta menos”.
En estos tiempos de coronavirus, lejos de abandonar, “Francisco siente que tiene la misión de acompañar al pueblo de Dios al umbral de una nueva época”, relata, desvelando que, para los jesuitas, “Bergoglio es un piloto de tormentas, que se crece en los momentos de crisis”, que “ha sufrido una profunda transformación durante la pandemia”.
No perder esta oportunidad
Una pandemia que preocupa, y mucho, al Papa, no tanto por la cuestión sanitaria, sino por la división, y polarización, que está provocando en la población mundial. “Francisco teme que perdamos la oportunidad que representa la crisis y cita la de 2008, cuando todo volvió a ser igual”.
De ahí que repita, como un mantra, que “de esta crisis saldremos mejores o peores, pero nunca iguales”. También por eso la publicación de su encíclica Fratelli Tutti con un llamamiento específico al fin del capitalismo salvaje y con un llamamiento a una auténtica fraternidad humana. “Esta crisis debería abrirnos a un nuevo horizonte. Y pese a todo, el Papa es optimista, ve en la crisis una posibilidad real de cambiar”.
Y hacerlo sobre la clave de bóveda de los principios de la Revolución Francesa: libertad, igualdad y fraternidad, para conseguir “un nuevo humanismo que ponga a la persona en el centro”. Porque, sostiene Ivereigh citando al Papa, “hemos tenido libertad e igualdad sin fraternidad, por eso hemos caído en la explotación”.
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