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La foto de la factura climática ya no es un oso polar sino millones de evacuados por Milton en la primera economía mundial

Señal de evacuación en Fort Myers (Florida).

Raúl Rejón

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Desde que en 2006 la revista Time ilustrara su titular de portada “Preocúpate mucho” acerca del cambio climático con la imagen de un oso polar buscando un trozo de hielo marino al que saltar, este animal se ha convertido en el icono de la crisis del clima –“es casi imposible no asociarlos con el cambio climático”, describe esta investigación sobre el simbolismo del animal–. Quizá una actualización plausible sería pasar del oso blanco a una hilera kilométrica de seres humanos huyendo de un huracán, una inundación o una sequía. Aunque sea en Estados Unidos.  

No sale gratis. Saturar la atmósfera con gases de efecto invernadero deriva en recalentar el planeta –y sobre todo el mar– a niveles peligrosos. Esos océanos alimentan huracanes superdestructivos como Helene o Milton que golpean a todos: la primera economía del mundo es incapaz de blindarse a pesar de sus recursos ante la fuerza del cambio climático. Solo Milton ha obligado a huir a tres millones de personas de golpe en Florida.

El calentamiento global que causan las emisiones de gases de las actividades humanas hace que los huracanes devastadores sean ahora el doble de probables, según concluyen los científicos del World Weather Attribution (WWA). Esta semana se ha visto algo inédito en los registros por satélite: tres huracanes activos al mismo tiempo en el Atlántico norte ya entrados en el mes de octubre: Leslie, Milton y Kirk –cuya fase final ha bordeado España y dejado rachas de viento de 200 km/h–.

Millones de personas deben abandonar cada año sus hogares por los episodios meteorológicos extremadamente violentos que conlleva la alteración del clima. La crisis de Milton ha supuesto pasar de estampas de animales en peligro a imágenes del primer mundo azotado por el impacto, predicho y cumplido, de la crisis climática.

China, Filipinas, Pakistán, Bangladesh...

El Banco Mundial calculó en 2021 que el cambio climático “podría forzar a desplazarse a 216 millones de personas hasta 2050”. Entre 2013 y 2023 este fenómeno acumuló 250 millones de desplazados en todo el mundo, según el Centro de Vigilancia del Desplazamiento Interno (IDMC). El propio Banco Mundial –bajo la presidencia de David R. Malpass que fue propuesto por Donald Trump– explicaba que “reducir las emisiones globales de gases y apoyar un desarrollo verde, resiliente e inclusivo podría reducir la migración climática hasta en un 80%”.

Solo en 2022 se contabilizaron 31 millones de desplazados por culpa del clima. 7,5 de ellos específicamente por ciclones. Al año siguiente, en 2023, fueron otros 20 millones (9,8 de ellos por inundaciones y otros 9,5 por tormentas).

Aunque es cierto que Estados Unidos “suele registrar algunas de la cifras de desplazados por desastres naturales más elevadas de la región” –500.000 personas en 2022 y 200.000 en 2023–, según el IDMC, esos dos años los países con mayor número de desplazados por esos fenómenos han sido China –con más de siete millones–, Filipinas –siete millones–, Pakistán, India, Nigeria Somalia y Bangladesh.

Un informe del departamento del Tesoro de Estados Unidos afirmaba que los desastres meteorológicos de 2022 provocados por el cambio climático (no solo los huracanes) habían costado al país 165.000 millones de dólares “sin contar con el impacto en vidas perdidas, la carga sobre el sistema de salud y sobre las familias desplazadas por la crisis climática”.

Estados Unidos tiene la mayor potencia económica del mundo en términos globales para afrontar este impacto, con un producto interior bruto de 27 billones de dólares, según el Banco Mundial. Solo en Miami Beach disponen desde 2017 de un presupuesto de 500 millones de dólares para intentar soportar los embates del mar mediante la elevación del nivel de las carreteras, montar estaciones de bombeo y mejorar el sistema de drenaje de agua de lluvia.

Es cierto que muchas ciudades de esa zona no pueden siquiera contar con un presupuesto de esas características. Florida es el sexto estado del país con más desigualdad económica, según el coeficiente Gini y también tiene un gobernador, Ron de Santis, que eliminó cualquier referencia al cambio climático de su legislación al tiempo que afirmaba: “Estamos devolviendo la cordura a nuestro enfoque sobre energía y expulsando la agenda de los fanáticos verdes radicales”.

Si se mira a los países con más desplazados por desastres climáticos, China tiene un PIB de 17 billones, Filipinas tiene una economía de 437.000 millones, similar a Bangladés. Pakistán dispone de un PIB 374.000 millones de dólares.

Más de un año y medio alertando de la temperatura del mar

El investigador de huracanes de la Universidad de Miami, Brian McNoldy, decía el pasado 6 de octubre: “El alto contenido de calor en el océano provee a un huracán de una fuente constante de combustible”. ¿Y cómo esta subiendo ese contenido de calor? La mayoría del exceso de calor atrapado por la “creciente cantidad de gases de efecto invernadero”, se queda en el mar.

Los investigadores llevan más de un año y medio alertando sobre el calor extremo en los océanos. “Territorio desconocido”, lo llamaron en abril de 2023. No aflojó la tendencia en los meses siguientes que empezaron a dejar obsoletas las escalas de los meteorólogos. En 2024, la temperatura del Atlántico norte en general y del golfo de México en particular hacían presagiar un año peligroso de huracanes. Estas últimas semanas han hecho que el número de huracanes a estas alturas llegue a nueve cuando la media 1991-2020 está en 5,5.

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