“La Educación Infantil está retrocediendo al sistema asistencial anterior a la Transición”
Pepa Alcrudo empezó su carrera de educadora infantil, en 1976, cuando aún existían algunas guarderías de la Sección Femenina. “Ahora observo con asombro cómo estamos volviendo a esos años de blanco y negro”, lamenta. Junto a varias compañeras que pasaron su vida en las aulas con los más pequeños, es autora del informe La educación infantil en España, que traza la evolución histórica de esta primera etapa educativa: buscan fondos para publicar el informe como una guía destinada a los docentes más jóvenes.
El estudio –que cuenta con el apoyo de Escuela de Fantasía y la Plataforma Estatal en Defensa de la Educación Infantil de 0 a 6 años– “surgió como una necesidad muy práctica de contar lo que se había conseguido en la educación infantil en este país”, cuenta Alcrudo en una conversación telefónica. Alicia Alonso, Mercedes Escobar, Ángeles Medina, Alicia Vallejo y Alfredo Hoyuelos también compartían la indignación de ver cómo la educación pública de la primera infancia, aquella a la que dedicaron sus vidas, se alejaba a grandes pasos del modelo universal que defienden.
“En la Transición se abrió un modelo que, si se hubiese continuado, nos habría puesto en la dirección de países como Dinamarca. Los niños ya no sólo pertenecían a las familias, sino al lugar de donde eran, a sus barrios, a las poblaciones”, recuerda con nostalgia.
“Pero las políticas que siguieron no fueron las adecuadas”, critica Alcrudo. En su opinión, “la LOGSE fue la primera batalla que perdió la educación infantil, al dividirla en dos ciclos: de 0 a 3 años y de 3 a 6”. La ley educativa de 1990, aprobada por el Gobierno de Felipe González, fue el primer escalón “en el que la educación infantil perdía su identidad unitaria”. Hay que recordar que durante esta etapa es voluntario escolarizar a los menores.
Las siguientes normativas continuaron con este rumbo. “La LOCE que aprobó Aznar certificó la separación física y curricular. Quiso que la educación de 0 a 3 años tuviese un carácter meramente asistencial, no educativo”. La Ley Orgánica de Calidad de la Educación (LOCE) quedó revocada antes de su entrada en vigor por el posterior Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero, que “tampoco solucionó el problema de la educación infantil”, apunta Alcrudo. ¿Y la LOMCE? La educadora suspira: “Con este Gobierno la cosa no ha hecho más que empeorar”.
Niños como sacos de patatas
Más allá de las normativas, Pepa Alcrudo defiende que “el problema de España está en que todos los gobiernos, unos más que otros, consideran la inversión en educación infantil como un gasto; así que han optado por abandonarla a su suerte, especialmente el ciclo de 0 a 3 años”. La escasez del presupuesto y el nulo control de la Administración central son dos puntos que han condicionado la evolución de esta etapa hasta una situación “dramática”, indica.
También responsabiliza al modelo actual, más centrado en las necesidades laborales de los padres que en el beneficio de los menores. “No puede ser que los niños sean trasladados como sacos de patatas a las seis de la mañana, sin desayunar, para que la mamá o el papá vayan al trabajo. Ni que se pasen todo el día fuera de casa”, afirma.
España tiene una de las tasas de escolarización en educación infantil más altas de la Unión Europea y, entre las razones, destacan las condiciones laborales de los padres, con largas jornadas laborales. Además, la conciliación se ha complicado con la crisis económica. Este año ha aumentado un 9,20% el número de excedencias por cuidados familiares, según los datos del Ministerio de Empleo y Seguridad Social, tras tres años consecutivos de bajadas. Las diferencias de sexo de los solicitantes son notables: 7.834 mujeres se acogieron a esta opción frente a una cifra de 637 hombres.
“Los proyectos más ilusionantes y vanguardistas están pereciendo. Vemos actitudes y pautas de crianza de generaciones antiguas. Pero no de las abuelas de hoy, ¡hablo de mi abuela! De tapar la nariz a los niños para que abran la boca cuando no quieren comer o tirarles del brazo para que obedezcan si no se mueven”, lamenta.
¿Por qué este viaje al pasado? “Porque hacer las cosas bien requiere invertir y buscan que el gasto sea el menor posible. Además, hay que añadir que han empeorado mucho las condiciones laborales de los profesionales. Los sueldos nunca habían igualado a los de Primaria, pero al menos eran mileuristas. Ahora, tienen sueldos de miseria por muchas horas”.
La precariedad laboral, “en un trabajo que requiere tanta paciencia”, repercute en los niños. “Los educadores intentan completar una rutina, cada vez más basada en las necesidades asistenciales, y no pueden innovar”.
Alcrudo recuerda una anécdota de sus años en activo: “En los noventa, tras la caída del muro de Berlín, nos invitaron desde la exRDA a un grupo de profesionales de Madrid y Cataluña para enseñar el modelo de educación infantil español. En una escuela vimos a todos los niños sentados en el retrete al mismo tiempo y preguntamos sorprendidas el motivo. Nos dijeron que era lo que marcaba el currículo. ¡Sentaban a la misma hora a todos según una rutina!”.
Aunque estamos lejos de ese nivel de rigidez, a la educadora le espanta que la rutina se instale en las aulas. “¡Deberíamos seguir al maestro Tonucci!”, anima, “¡Que los niños salgan a la calle y la hagan suya!”.
Política disfrazada de crisis económica
La crisis económica ha aumentado las limitaciones de presupuesto, pero Alcrudo acusa a los gobernantes de disfrazar de austeridad “una política pensada”. “En la Comunidad de Madrid hay medidas que parecen del mundo al revés, como los cheques-guardería. En qué cabeza cabe que un apoyo económico para la escolarización infantil solo se pueda solicitar por los padres que llevan a sus hijos a escuelas privadas”, denuncia.
Desde que dejó de ejercer en el año 2000, el número de alumnos en las escuelas públicas se ha reducido. “Antes no se cubría la demanda, siempre había listas de espera. En cambio ahora hay centros que cierran y otros que no llenan las aulas”. Alcrudo responsabiliza al aumento de tasas de las escuelas públicas que, al coincidir con el empobrecimiento general de la población debido a la crisis, ha repercutido en el número de inscripciones. Los precios públicos en la región oscilan entre los 176 y 416 euros al mes, mientras que algunas escuelas privadas ya se ofrecen por cantidades más económicas.
“Hay que cuestionarnos qué estamos ofreciendo a los niños. Si estamos hablando de guarderías con servicios asistenciales o de escuelas infantiles, que no son lo mismo”, recuerda. Algunas de las guarderías privadas que proliferan en la Comunidad de Madrid son propiedad de empresas que nada tienen que ver con el sector de la educación.
La educación en España pretende abrir los ojos a los educadores más jóvenes. En Escuela de Fantasía, involucrada en el proceso de edición del libro, pretenden publicar 500 ejemplares destinados a las escuelas infantiles del país. “Pedimos a los jóvenes que no se acostumbren, que sepan que esto no ha sido siempre así y que hay otro modelo de educación posible”, afirma Alcrudo. ¿Algún consejo? “Que siempre sean originales e innovadores”.