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Una mentira y tres claroscuros en la gestión del rector del caso Cifuentes

El rector de la Universidad Rey Juan Carlos confirma el fraude en el máster de Cristina Cifuentes. EFE

Raquel Ejerique

La actuación de Javier Ramos, rector de la universidad pública madrileña Rey Juan Carlos, en el Caso Cifuentes está llena de claroscuros. ¿Intentó tapar el caso cuando salió en rueda de prensa diciendo que todo era correcto o le engañaron? ¿Ordenó reconstruir el acta tal y como denunció el catedrático Enrique Álvarez Conde? ¿Conocía las irregularidades del máster y aún así compareció en público para defender la versión de la presidenta? ¿Cedió a las presiones de varias asesoras de Cifuentes y del consejero de Educación durante todo aquel día 21 de marzo? Desde este jueves se añade otra duda: por qué ha cambiado su versión sobre el acta de Trabajo Fin de Máster. ¿Ha mentido a la jueza o a la prensa?

La mentira

El responsable de la URJC, además denunciado por prevaricación y cohecho, declaró este jueves ante la magistrada de Instrucción del Juzgado 51 durante más de dos horas. Allí negó haber participado de ninguna manera en la falsificación del acta del Trabajo Fin de Máster. Pero, además, declaró que siempre pensó que los documentos que exhibió la expresidenta para tratar de demostrar que había completado el máster, y que le proporcionó la propia Universidad, eran verdaderos.

Sin embargo, el pasado 6 de abril, en una comparecencia ante toda la prensa y ante su consejo de gobierno dijo exactamente lo contrario. Tal y como leyó en público y recoge su discurso, colgado en la web de la propia universidad, se dio cuenta de que había alguna irregularidad en el acta y por eso abrió la investigación interna el mismo día en que publicó el escándalo eldiario.es.

“A las 17h29 se recibió por parte del profesor Álvarez Conde la versión

escaneada del acta del Trabajo Fin de Máster. Debido a las inconsistencias

detectadas, a las 17h55 de ese mismo día, ordené a la Jefa de Inspección

de Servicios de la universidad, doña Pilar Trinidad, la apertura de un

procedimiento de información reservada para aclarar lo sucedido y

determinar las responsabilidades correspondientes“.

Así de contundente se mostró ante la opinión púbica, atribuyéndose la detección de irregularidades en el acta. Preguntado por eldiario.es por este cambio de versión, su portavoz matiza que “abrió la investigación no solo por el acta, sino por distintas cosas que no cuadraban”.

Contra lo dicho a la jueza, al volver a sus palabras aquel día, deja claro que sospechó del acta desde el primer momento: “Resulta paradójico que, a los 26 minutos de recibir un acta que algunos me acusan de haber ordenado manipular, yo mismo solicite la apertura de una investigación sobre este tema”. Por qué le ha dicho lo contrario a la jueza es un misterio.

Esta actuación aporta aún más zonas de sombras sobre su actuación en el caso Cifuentes, que le ha costado la credibilidad a la universidad y a su propio mandato. Estas son otras cuestiones por despejar.

La rueda de prensa de las mentiras

Ramos salió en la televisión con dos catedráticos a su lado a defender que el cambio de nota de “no presentado” a “notable” fue correcto porque subsanó un error en la transcripcion de las notas. Cuando se confirmó que no había existido TFM ni defensa del mismo, el rector mantuvo que le engañaron los catedráticos Enrique Álvarez Conde y Pablo Chico de la Cámara. Según la versión de Ramos le aseguraron, de palabra y por escrito el día 21 de marzo, que el cambio de notas de Cristina Cifuentes era legal porque ella, al ir a recoger el título, alertó de que le habían dejado colgadas erróneamente esas dos asignaturas. Con esa versión, el rector dio una rueda de prensa, al parecer sin más comprobación. Aunque pudo pedir inmediatamente en el registro de la universidad que confirmaran si había existido ese tribunal de TFM, lo cierto es que no lo hizo, o al menos defiende que no lo hizo. Se fió sin más de la palabra de los dos profesores. Esta comparecencia sin pruebas le ha costado una fuerte contestación entre su comunidad universitaria y la petición de dimisión por parte de los estudiantes.

Contradice esta versión el director del Instituto de Derecho Público, Enrique Álvarez Conde, que defiende que fue el rector quien le metió en la gestión de la crisis: “Ponte guapo que vas a salir en la tele”, dijo en Onda Cero que le espetó el rector. También le acusa de haber ordenado falsificar pruebas. Álvarez Conde dice que Javier Ramos les sometió a una gran presión y preguntó si había papeles para sacar a Cifuentes del lío. Cuando le dijo que no, siempre según la versión del catedrático, dijo que entonces habría que reconstruirlos.

La falsificación del acta del Trabajo Fin de Máster

La declaración del rector ante la jueza era clave para comprender la falsificación del acta del Trabajo Fin de Máster de Cristina Cifuentes. Dos de las tres firmas eran falsificadas, según confesó una de las profesoras y constataron peritos calígrafos. Enrique Álvarez Conde siempre ha defendido que fue Ramos quien les instó a “recrear el acta”, algo que ha negado rotundamente el rector, que anunció en su comparecencia del 6 de abril acciones legales por esta acusación.

Según su explicación, no solo no ordenó falsificarla sino que, al verla cuando se la presentó Álvarez Conde, decidió abrir una investigación porque levantó sus sospechas. Eso es lo que ha negado este jueves ante la magistrada. Lo cierto es que el acta falsa salió de un correo del rectorado y fue al correo la Consejería de Educación del Gobierno de Cifuentes para que se la hicieran llegar y ella pudiera mostrarla como prueba, como así hizo a través de las redes sociales. Si pensó que esa acta no era fiable ni auténtica, ¿por qué la envió al Gobierno de Cifuentes, que luego la enseñó por las redes sociales? Si se enteró minutos después de que era falsa, por qué no alertó a la presidenta para que no la exhibiera? Si pensó que era verdadera, ¿por qué mintió a la prensa diciendo que abrió una comisión de investigación por las “inconsistencias” detectadas en ese papel?

Las presiones de tres altos cargos

Otro punto por aclarar son las presiones políticas y si el rector sucumbió a ellas. Por ejemplo, qué hacía en el rectorado la mañana del gabinete de crisis María Teresa Feito, también imputada por el caso. Esta amiga personal de Cifuentes, como reconoció a eldiario.es ella misma, y asesora del consejero de Educación se presentó en el el edificio de Javier Ramos. El rector confirmó que estaba allí pero nunca ha aclarado si le presionó. Ella mantuvo ante eldiario.es que pasaba por allí por unas charlas sobre igualdad que iba a impartir. No fue la única emisaria de Cifuentes que charló con el rector.

Ante la jueza, el propio Ramos admitió que la jefa de gabinete y mano derecha de la expresidenta, Marisa González, le llamó tres veces. Una de esas llamadas fue en manos libres y ante varios miembros de gabinete de crisis. En esa llamada, González le informó de que Cifuentes no iba a comparecer en rueda de prensa, lo que dejaba a la Universidad Rey Juan Carlos el relato de lo sucedido, pero no ha trascendido el contenido de las demás conversaciones.

Documentos que adelantó elindependiente.es sí revelan fuertes presiones del consejero de Educación, Rafael Van Grieken, al rector, que además es amigo suyo, miembro del tribunal que le dio la plaza de catedrático y colega vicerrector durante el mandato de Pedro González Trevijano, hoy magistrado del Constitucional por nombramiento del Gobierno de Rajoy.

El abogado de la URJC señala en un escrito remitido a la justicia que las llamadas de Van Grieken “se intensificaron” tras la comparecencia de prensa del rector y de los catedráticos Enrique Álvarez Conde y Pablo Chico de la Cámara. Según el abogado, las llamadas del consejero de Educación fueron aumentando “según iba avanzando la tarde”. Es a su secretaria a quien se le envía el acta falsificada. Preguntado a la salida de su declaración ante la jueza, el rector negó a los periodistas estas llamadas y mails, pese a que el abogado de la propia institución que dirige envió la documentación que las acredita a los tribunales y abandonó el lugar a toda prisa sin dar más explicación.

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