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Las reinfecciones de coronavirus representan menos del 1% de los casos y son difíciles de confirmar

Un hombre se somete a una prueba PCR en el edificio Garbí-Vall de Hebrón, en Barcelona, Catalunya (España).

Sofía Pérez Mendoza / Raúl Sánchez

12 de septiembre de 2021 20:57 h

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El conocimiento científico sobre el SARS-CoV-2 avanza. La información que recopila el Ministerio de Sanidad crece y se completa con la sucesión de olas. La quinta deja una fotografía algo más certera de uno de los puntos ciegos de la epidemia: las reinfecciones. El Instituto de Salud Carlos III contabiliza hasta el 1 de septiembre 9.082 casos, aunque solo el 8% de ellos, 729, están confirmados. El resto, la mayoría, son probables o posibles.

Las cifras incluyen los casos de reinfección comunicados por las comunidades autónomas entre mayo y septiembre de este año a la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica (RENAVE). En el mismo periodo, las comunidades notificaron a Sanidad más de 1.300.000 casos confirmados de COVID-19.

Las reinfecciones han aumentado durante el verano porque los contagios se dispararon. Sin embargo, no representan siquiera el 1% de los casos notificados en el mismo periodo en España: son un 0,7%. La proporción no ha cambiado. Por tanto, existen pero son muy residuales y sobre ellas hay todavía “evidencia científica muy limitada”, dicen los expertos.



El primer problema es que son complicadas de documentar. “Primero tienes que saber que la cepa que reinfecta es diferente. Además, para considerarse reinfección el paciente se ha debido curar y después estar contagiado de nuevo”, explica la inmunóloga Yvelise Barrios. Se pueden confundir los conceptos reinfección y recaída. “Distinguirlos –precisa Barrios– es difícil porque a veces es una enfermedad larga que parece que se cura, pero puede ser una recaída”.

Los médicos y médicas de Atención Primaria codifican en las encuestas que rellenan en cada caso, marcadas por el protocolo de Sanidad, si están ante un paciente reinfectado, aunque los datos tienen limitaciones. La teoría dice que para considerar un caso como reinfección debe haber un periodo de al menos tres meses (90 días) entre los dos positivos y tratarse de virus con cierta variación genética. Para comprobar eso hay que secuenciar el virus en las dos ocasiones –en Madrid, por ejemplo, se hace en casos aleatorios– o bien confirmar que la segunda variante no circulaba cuando la persona se contagió por primera vez.



El volumen mayor de reinfecciones documentadas (77,3%) son “probables” porque no se han secuenciado las dos PCR. Es el caso de Ignacio (nombre ficticio), de 35 años. Se infectó por primera vez en marzo de 2020. No tuvo síntomas, salvo la pérdida del olfato y del gusto, que entonces no se asociaban todavía al coronavirus. Tampoco se sometió a una prueba diagnóstica porque entonces no se hacían a la población sospechosa, salvo si el caso revestía gravedad, pero posteriormente confirmó que había pasado la enfermedad con un estudio serológico. Completó su vacunación con una sola dosis por ese motivo y un mes después, tras un año y medio de la primera infección, volvió a ser positivo. En la clasificación también hay un cajón de “posibles” (14,7%), donde entran los casos diagnosticados por segunda vez con test de antígenos.

Los inmunólogos piden “precaución” a la hora de interpretar los datos. “Manejarlos mal puede llevar a resultados erróneos, como que las vacunas no protegen”, advierte Barrios. El diagnóstico se complejiza si se tiene en cuenta que un gran número de infectados no fueron confirmados por PCR en los primeros meses de la pandemia. “También ocurre que hay personas con déficit inmunitario desconocido hasta ahora y no lo sabían porque no tenían documentada la primera respuesta inmune”, añade Yvelise Barrios.

Personas mayores, más propensas

Las reinfecciones han generado cierto desconcierto en la población. Hay evidencia científica suficiente para afirmar que se producen. Y no es algo único de este virus. “Hay virus como el sarampión que generan una inmunidad robusta y duradera pero otros, como el que provoca el catarro, pueden generar infección y síntomas cada año”, ejemplifica el epidemiólogo Mario Fontán.

Aunque aún queda mucho por conocer, los estudios hasta ahora publicados sugieren que la reinfección cursa con síntomas más leves pero “depende de las características individuales”, aclara Fontán. Las personas mayores, que generan peor respuesta inmune, podrían ser más propensas a volver a infectarse, así como los inmunodeprimidos, para quienes ya se ha aprobado una dosis adicional con el fin de que mejoren su capacidad de defensa.

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