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Los usuarios de cannabis terapéutico, abocados a la clandestinidad

El cannabis con usos medicinales podría ser legal a corto plazo.

Daniel Sánchez Caballero

Es, según algunos investigadores, el más potente antiinflamatorio que existe. Tiene efectos antidepresivos, analgésicos, ansiolíticos, antivomitivo y puede ayudar a proteger el sistema nervioso. Lo consumen enfermos de cáncer, esclerosis múltiple, Alzheimer, Parkinson o fribromialgia, entre otros. Pero lo hacen bajo cuerda porque legalmente no se puede comprar. Es el cannabis.

Datos oficiales no hay, pero se calcula que varios miles de personas, niños incluidos, lo consumen para tratar diferentes dolencias. Así lo estima al menos el Observatorio Español de Cannabis Medicinal (OECM), una plataforma formada por investigadores, médicos y consumidores de esta planta con fines médicos que se presentó oficialmente el pasado martes en Madrid tras más de un año de actividad.

El OECM trabaja por la despenalización del cannabis para uso terapéutico y para divulgar información, estudios científicos –cada vez hay más– y posibles usos de esta droga “estigmatizada”. Están convencido de la regulación llegará más temprano que tarde, igual que ya ocurrido en muchos países, de nuestro entorno y más lejanos. No, no hablan de fumar porros, adelantan categóricos antes de seguir. El Observatorio recomienda no fumar, de hecho. Ellos abogan por los aceites o por la inhalación con vaporizadores.

“Seguro que se va a dar, en dos o tres años, o cinco”, asegura Carola Pérez, presidenta del Observatorio y consumidora de cannabis en forma de aceite para tratar su dolor crónico. La misma certeza tenían hace dos o tres años los partidarios de la despenalización del uso recreativo de la planta y no ha pasado, se le podría objetar. “Está en la agenda política”, afirma en alusión a las reuniones que han tenido con algún partido recientemente. “Ha cogido una inercia que no tiene marcha atrás”, se muestra convencida.

La inseguridad de lo ilegal

Uno de los mayores problemas que afrontan los enfermos que consumen cannabis para tratarse es la inseguridad a la que deben hacer frente, según recuerda siempre Manuel Guzmán, investigador, catedrático en Biología y Bioquímica Molecular en la Universidad Complutense de Madrid y miembro del OECM. Inseguridad legal porque comprar marihuana está prohibido y, aparte de la complicación operativa de adquirirla, el paciente se enfrenta a una multa a partir de 600 euros si es sorprendido por la policía fumando en el espacio público. Pero no solo legal.

Entre los productos que actualmente se utilizan, solo el Sativex, la única medicina legal basada en el cannabis, tiene una composición conocida. Del resto (aceites que se compran por internet, diferentes preparados o los cogollos de la planta como tal) no se conoce su composición. Si tiene mucho CBD (cannabidiol) o poco THC (tetrahidrocannabinol), dos de los 60 cannabinoides que se encuentran en la planta y responsables de sus efectos terapéuticos. “Es como si no supieras que si te estás tomando un paracetamol de 500 mg o 1 gramo”, explica Guzmán.

Es lo que le ha sucedido durante varios años a la presidenta del OECM. “Funcionamos a base de prueba y error. Yo me he pasado varios años probando aceites, mezclando...”, cuenta Pérez. Si quisiera usar el Sativex tendría que pagar 510 euros cada 15 días. Inasumible para ella.

El andamiaje legal que dé cabida a una eventual regulación del cannabis está listo desde la ley de estupefacientes de 1967, según explica José Carlos Bouso, de la Fundación ICEERS y miembro del Observatorio, también. Más recientemente, el Real Decreto por el que se aprueba el texto refundido de la ley de garantías y uso racional de los medicamentos y productos sanitarios, de julio de 2015, establece en el punto 3 del artículo 51 que “podrán venderse libremente al público las plantas tradicionalmente consideradas como medicinales”. Y el cannabis lleva cientos de años en esta categoría, aunque también se utilice como droga de recreo.

El problema en España, cuenta Bouso, es que desde que se adhirió en 1967 a la Convención de la ONU sobre estupefacientes de 1961 se ha puesto todo el énfasis en la prohibición, cuando el convenio también garantiza el uso del cannabis con fines medicinales (y otras plantas). “Solo falta la voluntad política”, asegura Bouso.

Una realidad en muchos países

Voluntad que sí han tenido en otros países, donde el cannabis medicinal ya es legal (e incluso el recreativo, aunque eso es otra cuestión). No solo en países lejanos como pueden ser EE UU, Canadá, Israel o Uruguay. También en Alemania, Italia, Finlandia, Austria o la República Checa, enumera Bouso. Y otros como Suiza, Polonia, Croacia o Australia lo tienen en su agenda.

Algunos datos dan una idea del volumen de consumidores de cannabis con fines medicinales. En EE UU hay 1,2 millones de personas registradas en los 21 estados que lo permiten, o lo que es lo mismo, 8,1 personas de cada 1.000. En Colorado, el estado pionero, esta proporción llega al 19,8%, según Pavel Patcha. En Israel hay 25.000 pacientes que se han dado de alta (3 por cada 1.000 habitantes) y en Canada 45.000 (1,2 por 1.000).

El OECM dejará de existir cuando España se sume a esta lista de países. “Ha nacido para morir”, asegura Carola Pérez. Ella será feliz cuando ocurra.

*Este artículo ha sido editado a las 12.00 para cambiar el año de adhesión de España a la Convención de la ONU sobre estupefacientes. No fue en 1971, como se decía, sino en 1967.

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