La historia de cómo dos mujeres llegadas de Reino Unido llevaron de nuevo el virus a un país que lo había eliminado
Tras 24 días sin nuevos contagios, Nueva Zelanda acaba de sumar dos nuevos casos de COVID-19. Las autoridades han descubierto que dos mujeres llegadas al país desde Reino Unido estaban infectadas.
Antes de ser examinadas y diagnosticadas, las dos mujeres obtuvieron un permiso oficial para conducir sin esperar a que terminasen los 14 días de su cuarentena y cubrir los 650 kilómetros que separan a Auckland de Wellington, la capital.
Ambas habían viajado a Nueva Zelanda para visitar a un progenitor moribundo y el permiso fue una excepción a la cuarentena obligatoria en el país para visitantes del extranjero. Ashley Bloomfield, director general de Salud, ha dicho este martes que las mujeres lo “habían hecho todo bien” y que no habían puesto en riesgo a nadie.
Pero la noticia de su viaje ha obligado al Gobierno a suspender las excepciones, concedidas por razones caritativas, al período obligatorio de cuarentena para visitantes de otros países. “Solo se restablecerán una vez que el gobierno tenga confianza en el sistema”, ha dicho David Clark, ministro de Sanidad. Los funcionarios ya habían anunciado que en el futuro no permitirán que nadie salga de las instalaciones de la cuarentena sin un test de COVID-19 con resultado negativo.
Tras dar positivo en el test este lunes, una de las dos mujeres dijo que había experimentado síntomas y que los había atribuido a una afección médica preexistente.
Son los primeros casos nuevos de COVID-19 en Nueva Zelanda en más de tres semanas. Su diagnóstico llega una semana después de la recuperación del último caso conocido en el país y de que el Gobierno neozelandés levantara las restricciones impuestas dentro del país para enfrentar la pandemia. Bloomfield ya había advertido en ese momento de que, inevitablemente, habría nuevos casos a medida que más personas contagiadas llegaran al país.
Vuelo desde Reino Unido, escala en Australia
Las mujeres, una de ella en los 30 y otra en los 40, habían llegado el 7 de junio a Auckland en un vuelo procedente de Reino Unido y con escala en la ciudad australiana de Brisbane. Solo los neozelandeses, sus familiares y los trabajadores esenciales tienen permiso para cruzar la frontera y todos están obligados a pasar dos semanas de aislamiento controlado en un hotel.
Seis días después de su llegada, ha explicado Bloomfield, las mujeres viajaron de Auckland a Wellington “en un vehículo privado” porque se les concedió una exención por motivos caritativos y se diseñó un plan de seguridad con las autoridades. No se les había hecho la prueba de COVID-19.
La pareja hizo el viaje de aproximadamente ocho horas sin repostar ni salir del coche. Según Bloomfield, tampoco usaron los baños públicos: “No tuvieron contacto con nadie más durante ese viaje”.
El director general de Salud asegura que no cree que las mujeres hayan contagiado a nadie y que las dos están ahora en aislamiento con un pariente en Wellington. Las personas que por motivos caritativos obtienen permiso para abandonar los hoteles de la cuarentena administrados por el Gobierno pueden pasar el duelo con sus familiares pero no asistir al funeral.
Los pasajeros y tripulantes del vuelo de Air New Zealand que trajo a las mujeres desde Brisbane también serán sometidos a pruebas y aislados. Lo mismo ocurrirá con el personal y los huéspedes del hotel Novotel Ellerslie de Auckland, donde pasaron los primeros días de cuarentena.
Otra huésped del Novotel Ellerslie que también estaba en cuarentena ha dicho a la cadena Television New Zealand que no le habían hecho pruebas antes de salir de las instalaciones. A las personas en cuarentena de 14 días hay que hacerles los test de COVID-19 en el tercero y en el duodécimo día de su aislamiento.
“He pedido al director general que considere otras medidas que podamos implementar para reforzar nuestra protección sanitaria en la frontera”, ha dicho el ministro de Sanidad Clark.
Bloomfield ha asegurado que las dos mujeres “hicieron todo lo que se les pidió” y que “no era sorprendente” que los casos del virus hubieran entrado en Nueva Zelanda desde Reino Unido, donde quedan “infecciones activas”. “No debemos ser complacientes, tenemos que permanecer atentos”, dijo Bloomfield. “Hay una pandemia arrasando fuera de nuestras costas”.
En Nueva Zelanda, una isla de cerca de cinco millones de habitantes, se han confirmado menos de 1.500 casos de COVID-19 y 22 muertes de pacientes con la enfermedad tras el estricto y temprano cierre de fronteras impuesto por la primera ministra, Jacinda Ardern, muy elogiada por su reacción ante la pandemia.
“Aunque el trabajo no se ha acabado, no se puede negar que esto es un hito... Gracias, Nueva Zelanda”, dijo la semana pasada la mandataria. “Confiamos en que hemos eliminado la transmisión del virus en Nueva Zelanda por ahora, pero la eliminación no es un hecho puntual, es un esfuerzo sostenido”. Ardern apostó por la prudencia y ya había dicho que Nueva Zelanda tendrá casos de nuevo en el futuro.
Este martes, en uno de sus habituales directos en Facebook, Ardern ha dicho que el Gobierno va a examinar lo sucedido, pero que era evidente que los controles no eran adecuados en este caso. “Se están llevando a cabo pruebas rigurosas en todos aquellos que estuvieron en la instalación de cuarentena al mismo tiempo, y en aquellos que pueden haber tenido alguna, incluso la más remota oportunidad de contacto (con las mujeres)”, ha asegurado, en declaraciones recogidas por Reuters.
Traducido por Francisco de Zárate
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