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Medios rusos y libertad de expresión

JOAQUÍN GÓMEZ SASTRE.

Pascual Serrano

El ministerio británico de Asuntos Exteriores vetó la acreditación de los medios rusos RT y Sputnik para asistir a la Conferencia Global sobre Libertad de Prensa que se celebró el 10 y 11 de julio en Londres. Les acusa de desempeñar “un papel activo a la hora de propagar desinformación”. La Asociación de la Prensa Extranjera en Londres, la sociedad de periodistas extranjeros más antigua del mundo, creada en 1888, manifestó su protesta por la decisión del Gobierno británico de negar la acreditación.

En los últimos años, RT ha aumentado el número de coberturas sobre noticias relacionadas con el Reino Unido y Estados Unidos, en lo que se ha percibido como un intento por posicionarse como alternativa a los principales medios de comunicación en esos países.

El que fuera durante muchos años corresponsal de La Vanguardia en Moscú y autor del libro Entender la Rusia de Putin (Akal), Rafael Poch, cuenta el principio inspirador de Rusia Today y otros medios internacionales rusos. Durante la Guerra Fría, los adversarios de Rusia disponían de una red de medios que daban la voz a los disidentes del comunismo. “En realidad una red de redes que se llamaba Voz de América, Radio Liberty, Radio France International (RFI), Deutsche Welle, BBC, etc. La mayoría de ellas tenía programas en ruso y ucraniano, y algunas en casi todas las lenguas importantes de las diversas nacionalidades de la URSS (y había muchas lenguas en la URSS). Los disidentes soviéticos, fuera en Lituania, San Petersburgo, Tbilisi o Moscú, se expresaban a través de aquellos medios, que difundían sus papeles y noticias. Millones de ciudadanos soviéticos escuchaban aquellas 'voces'; ese era el eufemismo con el que la prensa oficial se refería a veces a aquella red, eficaz, profesional, bien pagada. Pues bien, muchos años después, ya con Putin y concluida oficialmente desde hacía quince años la Guerra Fría, Moscú creó un aparato similar”. En opinión de Poch, “naturalmente, la hegemonía informativa occidental es aplastante y naturalmente RT defiende intereses rusos, pero su mera existencia contribuye al pluralismo. Quiero decir al pluralismo realmente existente, que especialmente en materia de medios de televisión es un pluralismo de propagandas, algo que está muy lejos de ser ideal, pero que es mucho mejor que el monopolio que sufrimos durante la primera guerra de Irak (CNN) o la inducida disolución bélica de Yugoslavia (CNN+BBC, etc)”.

El economista Branco Milanović recuerda que desde 1949 hasta la caída de la URSS la información que ofrecían canales como la BBC o la CNN era mucho mayor que la de los canales nacionales de muchos países. Bien por motivos de censura o por bajos recursos, los medios anglosajones eran mejores y más creíbles que los medios locales de casi todo el mundo.

Y si nos fijamos en la información global, el dominio era todavía mayor, solo los citados tenían un alcance internacional. Como señala Milanovic, los medios estadounidenses y británicos libraban una batalla bastante desigual con los pequeños periódicos o televisiones nacionales, de modo que los primeros controlaban, en muchos casos completamente, los relatos políticos.

Los medios occidentales influían, por un lado en el relato político de su propio país, de los habitantes de Zambia o Argentina, pero además influían totalmente en lo que, por ejemplo, la gente de Zambia pensaba de Argentina o a la inversa, porque la cobertura de los medios locales de lo que ocurría en Argentina era prácticamente nula para alguien que vivía en Zambia y a la inversa.

Cuando cayó el bloque del Este, el dominio fue todavía mayor porque los medios globales occidentales ya entraron a saco en los países excomunistas.

Poco después algunas potencias regionales comenzaron a desarrollar sus propios medios para intentar arrebatar el dominio de la información a los anglosajones. Comenzó Al Jazeera en el mundo árabe y siguieron los chinos y rusos. Incluso en el ámbito de la ficción lograron terminar con el dominio anglosajón con la producción de telenovelas indias o latinoamericanas.

Y llegamos a la última fase. Con la complicidad de los nuevos avances tecnológicos, los medios de comunicación no occidentales que disponen del apoyo de fuertes estados han comenzado a desafiar el monopolio occidental de las noticias no solo en sus regiones, sino también en el mundo occidental, incluso en nuestro idioma, español e inglés. Desde Rusia, China, Qatar, Irán o Venezuela aparecen grupos mediáticos que no niegan su objetivo de presentar una alternativa al predominio del mensaje occidental, son conscientes de que un gran sector de la opinión pública mundial se niega a depender exclusivamente del mensaje monocorde de los medios occidentales y quiere conocer la interpretación de otros actores de la arena internacional.

De hecho muchas de las televisiones internacionales de noticias recurren al símil anti CNN para identificarse. Ello llevó a la que fuera secretaria de Estado, Hillary Clinton, a afirmar que “las grandes cadenas de televisión estadounidenses están perdiendo espacios frente a la rusa RT, la china CCTV y la qatarí Al Jazeera”.

A Rusia no dejan de acusarla de difundir propaganda, intoxicar o directamente de piratear elecciones con sus hackers, junto con la televisión Rusia Today y con la agencia Sputnik. Branco Milanović señala que la histeria actual por los “bulos” por parte de nuestros gobernantes en parte se debe a esta pérdida del poder monopolístico de los grandes medios occidentales. Como dice Milanovic, para mucha gente en EEUU y el Reino Unido esto es un auténtico shock: ¿Cómo se atreven unos extranjeros a contarles el relato de su propio país?

De modo que, precisamente esos poderes públicos occidentales que llevaban décadas acusando al resto del mundo de censurar la información mientras ellos se proclamaban los líderes de la libertad de información y se permitían interferir en la información que recibían los ciudadanos de todo el mundo, ahora comienzan a gritar diciendo que hay que frenar manipulaciones e influencias extranjeras en sus países.

Curiosamente, los gobiernos occidentales, que en sus países hacen de la libertad de expresión y de los medios bandera democrática, califican a estos medios no occidentales como herramientas a favor de dictaduras y contra la democracia. La ironía de que el Gobierno británico impida, en nombre de la libertad de prensa, que unos medios públicos rusos participen en un Conferencia Internacional es una de las muchas acciones de acoso de los gobiernos occidentales a cualquier iniciativa que amenaza su monopolio informativo.

Los periodistas y colaboradores de RT trabajan en Estados Unidos en unas condiciones muy parecidas a las que los periodistas occidentales estábamos sujetos en la URSS. En Estados Unidos el canal ruso se ha tenido que registrar como “agente extranjero” (igual que algunas ONG financiadas por dinero occidental en Rusia) y están obligados a trabajar con esa etiqueta. Los periodistas deben enviar copias de su trabajo a las autoridades en un plazo de 48 horas y sus movimientos están estrictamente supervisados. Por supuesto, empresas privadas como Google y Twitter, estrechas colaboradoras de la NSA (Agencia de Seguridad Nacional, por su sigla en inglés) como se ha demostrado, discriminan al canal ruso todo lo que pueden. En el parlamento británico se han escuchado voces de diputados para “clausurar” RT. En Alemania, con el complejo mediático más uniforme y retrógrado de Europa occidental, la campaña antirrusa ha batido todos los récords y con ella la demonización de los medios rusos. El Parlamento Europeo ha aprobado resoluciones discriminatorias contra los medios de comunicación rusos. Y en el este de Europa las cosas son aún más rudas: Una periodista de RT, Paula Slier, fue expulsada de Ucrania y su entrada en el país vetada por cinco años, al acudir a un certamen de la OSCE sobre libertad de información organizado en Kiev. En Estonia, el periodista y exdiputado italiano Giulietto Chiesa, habitual colaborador de RT, fue también expulsado cuando acudió a una conferencia.

Desde 2017 Google penaliza a Rusia Today y a Sputnik en los resultados del buscador. Y desde el 16 de mayo, el canal de YouTube en español inserta en los vídeos que aloja de las cadenas de televisión Telesur o Rusia Today un cintillo con vínculo a Wikipedia donde dice: “Telesur está financiada total o parcialmente por varias Administraciones Públicas latinoamericanas” o “RT está financiada total o parcialmente por la Administración Pública rusa” con lo que pretenden insinuar que Telesur o Rusia Today no son de fiar porque tienen detrás a los estados latinoamericanos o al ruso. Algo que no se plantean cuando los medios son de los estados occidentales, de Berlusconi o de Murdoch.

Curioso que desde las regiones que glorifican la libertad de expresión puedan considerar que unas televisiones, al proceder de estados que no les son serviles, sean herramientas para contener la democracia en el mundo. Gran paradoja que las bombas de la OTAN lleven democracia a Iraq, Afganistán o Yugoslavia, y la difusión de ideas en las televisiones china o rusa la impidan.

Lo que es indiscutible es que gracias a RT podemos conocer otra versión de la crisis de Osetia, Georgia o Ucrania, con Telesur otra realidad de los cambios políticos en América Latina, mediante HispanTV la verdadera cara de Israel o, por medio de Al Jazeera, la voz de los palestinos. Probablemente la televisión china no sea neutral informando del Tíbet, Telesur de la inflación venezolana, RT de la crisis del petróleo o Al Jazeera de las Primaveras Árabes.

Sin duda, estos medios están contaminados por intereses geopolíticos de sus propietarios, lo hipócrita es denunciarlo cuando se habla de ellos y desconocerlo cuando se trata de Fox o El País, con los emires qataríes como accionistas.

Mi experiencia personal es que he visto a los periodistas de Al Jazeera informar con valor y rigor en Bagdad y Beirut; a los de HispanTV y RT con absoluta independencia en Caracas o la profesionalidad de la corresponsal de Sputnik en Madrid, y he comprobado la valentía y veracidad de los de Telesur como enviados especiales en Siria, y por supuesto en América Latina.

Walter Isaacson, siendo presidente de Broadcasting Board of Governors, la agencia gubernamental que administra los medios con los que Estados Unidos proyecta su propaganda al mundo (La Voz de América, Radio Europa Libre, entre otros), ya señaló, ante el desarrollo de los medios citados, que “no podemos permitir que nuestros enemigos nos aventajen”, para justificar la necesidad de más presupuesto. Ese es el problema. Y en su cruzada se permiten denominar Conferencias sobre Libertad de Prensa a encuentros gubernamentales donde los medios que no les gustan están vetados.

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