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Con la frente bien alta: Nadia Otmani. Gracias

Nadia Otmani, presidenta de la asociación de mujeres Al Amal.

Violeta Assiego

Es más fácil vivir del cuento facha que mirar a los ojos a una mujer que ha sido tiroteada por su cuñado cuando defendía a su hermana. Reconocemos esa cobardía y esa arrogancia. Es el rostro familiar del machismo. El desprecio negacionista del hombre que quiere hacernos creer su mentira. Es la prepotencia de esa masculinidad envenenada que justifica lo injustificable y permanece impertérrita ante el sollozo de su víctima pidiendo respeto. Claro que reconocemos esa cobardía y esa arrogancia. Es la que utiliza Vox con el dinero de todas para ejercer violencia simbólica, para amordazar la voz de las víctimas de la violencia de género negándoles su derecho a la reparación y a la memoria, para decirles, acto seguido, que ellos son los únicos que las quiere proteger de verdad. ¿Les suena la cantinela? Violencia machista simbólica institucional.

Dice Concepción Arenal que “la ley es la conciencia de la Humanidad” y la Ley Integral contra la Violencia de Género no sólo no se va a derogar, sino que entre todas la vamos a mejorar. Lucharemos para que cuanto antes se implante en su toda integralidad empezando por las medidas pendientes, casi todas, del Pacto de Estado. Esta ola reaccionaria que ha emprendido el patriarcado travistiéndose de fascismo no va a poder con un movimiento de feminismos que antes que en las cárceles creemos en los vínculos y en los apegos, en las redes que tejemos y en las que nos hermanamos, que creemos que la sociedad evoluciona desde los aprendizajes y no desde las amenazas y los chantajes. Esta es nuestra fuerza vehicular: los afectos, la sororidad, la empatía y la pedagogía. Y cada vez somos más. Los feminismos imparables no nos replegamos. Estamos en lo cotidiano, en lo invisible, en lo inmaterial. Estamos en todas partes.

Desde las fronteras y los márgenes de nuestros barrios hasta el centro mismo del corazón de cada ciudad llevamos décadas gestando un cambio cultural que cala no solo entre las mujeres sino también entre los propios hombres. Estos se unen al 'basta ya de violencia patriarcal' hartos de ser educados en un mandato de masculinidad que ni a ellos les sirve si es que de lo que se trata es de ser feliz. La lucha contra la violencia de género no es una 'guerra entre los sexos'. La batalla es la de siempre, la de los cuerpos de las mujeres. Son nuestros cuerpos y nuestras vidas las que les interesan a los discursos moralistas y religiosos de esos sectores ultraconservadores no pueden dejar de controlarlos porque en ello les va su propio plan de viabilidad como religión y como multinacional. Quienes atacan a la institución familiar son quienes quieren tener el control sobre la vida sexual, afectiva y familiar de cada mujer. Esa decisión es nuestra, de las mujeres. ¿Tan difícil es de comprender? Es esta falta de comprensión la que está detrás de todas las violencias machistas, la que ha llevado a miles de mujeres, adolescentes y menores de edad a verse atrapadas en algo más que una pesadilla. Precisamente por esto es tan importante el derecho a la reparación y a la memoria de cada una de las víctimas de la violencia machista. “Por ellas, por todas” es mucho más que un lema.

Gracias a Nadia Otmani hoy las víctimas de las violencias machistas se han plantado delante del partido que las quiere invisibilizar, infantilizar e instrumentalizar. Ni los 20 años que Nadia Otmani lleva en su silla de ruedas (a consecuencia de los disparos de su cuñado) ni su origen marroquí le han restado ni un ápice de valentía ni de dignidad para decirle al concejal de Vox por Madrid (y también diputado en el Congreso), Ortega Smith, la única verdad que tiene cabida dentro y fuera de las instituciones en pleno siglo XXI: “Con la violencia de género no se hace política en este país y menos a costa de la inmigración, que estamos aportando mucho. Yo de este país no cobre nada y llevo 20 años luchando contra la violencia de género. Respeto para las muertas y respeto para las mujeres víctimas de violencia. Respeto, por favor”.

Si todas las violencias fueran iguales, tal y como dicen desde la ultraderecha, se hubiera desplegado un manto de empatía y respeto hacia esta mujer. Pero, muy lejos de hacerlo, hay quienes tratan de deslegitimar a 'una de las nuestras' con todo tipo de comentarios machistas, racistas, clasistas y también paternalistas. Si todas las violencias fueran iguales, el señor Ortega Smith hubiera sentido algo más que ese rechazo e indiferencia que le suscitaba Nadia Otmani, una mujer que hoy es la mejor representación de la lucha de las mujeres y del feminismo... en plural.

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