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Sevilla muestra al público los trabajos de exhumación en Pico Reja, la primera fosa del franquismo de la capital

Inicio simbólico de los trabajos de exhumación, el pasado 20 de enero

Javier Ramajo

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Acaban de localizar lo que pudiera ser la rampa de acceso a la fosa común de Pico Reja, donde yacen más de un millar de ejecutados por el franquismo, una cuarta parte del total de 4.500 represaliados depositados sin vida en el cementerio de San Fernando de Sevilla. No han llegado al metro de profundidad en los primeros días de excavación en Pico Reja, la primera fosa de la dictadura que se abre en la capital hispalense, pero no descartan llegar pronto a restos humanos articulados, los que se corresponderían con las víctimas de la masacre que sacudió la ciudad en el verano de 1936, entre ellos los restos de Blas Infante, padre de la patria andaluza. Sus familiares, muy pendientes de este primer proceso exhumatorio en el camposanto de San Fernando, podrán visitar mensualmente los trabajos, como acaba de publicar el Ayuntamiento de Sevilla.

Dentro de la discreción en la que se quieren mantener los trabajos en Pico Reja, que el Ayuntamiento ha calificado como “el mayor proyecto de recuperación de la memoria histórica que se ha puesto en marcha en la ciudad de Sevilla en décadas”, se ha optado por abrirlos a todos los “interesados”: “Desde la Oficina de la Memoria Histórica queremos invitarles a que asistan a las Jornadas de Puertas Abiertas para que conozcan de primera mano los detalles sobre los avances en la exhumación de la fosa común Pico Reja del Cementerio de San Fernando de Sevilla. Para ello, la empresa adjudicataria del proyecto, el equipo de trabajo Sociedad de Ciencias Aranzadi, dará las explicaciones oportunas y resolverá las dudas que se presenten por los interesados/as”, acaban de publicar en la web, donde concretan el calendario de visitas.

Contextualización histórica

Lo primero que llama la atención al llegar a los trabajos arqueológicos al norte del camposanto es la ingente actividad, tan diversa como necesaria, dentro y fuera de las carpas de trabajo. Desde el conductor de la máquina que se lleva la tierra levantada a la técnico de anatomía patológica que limpia con mimo el último hueso temporal encontrado. Elena Vera, arqueóloga que dirige la excavación de la empresa Aranzadi Sociedad de Ciencias, explica cómo se desarrolla el primer sondeo en el sector oeste de la intervención, que finalmente arrancó a finales de año gracias a un acuerdo entre Junta, Ayuntamiento y Diputación que costó terminar de fraguar y que aspira a identificar y dar digna sepultura a 1.103 represaliados por las tropas golpistas al inicio de la Guerra Civil; entre ellos, numerosos líderes sindicales y políticos sevillanos.

“Ahora estamos encontrándonos enterramientos posteriores pero pronto se puede llegar a restos humanos articulados”, apuntaba la arqueóloga el viernes pasado. Los huesos que se van encontrando se van analizando e inventariando pero, de momento, y como era de esperar en esta fase, ninguno tiene los indicios de muerte violenta de los que esperan encontrar cuando se vaya profundizando en la fosa común propiamente dicha, explica.

“Lo que estamos encontrando son osarios de enterramientos posteriores a la fosa”, dentro de este proceso que discurre “a la inversa” de los hechos, cronológicamente hablando, y que van dando pistas para “contextualizar históricamente” los enterramientos. La información aportada por la investigación de José Díaz Arriaza, también presente en los trabajos, en el libro 'Sevilla. Un rojo amanecer' marca las seis fosas del cementerio de Sevilla, con la de Pico Reja “abierta” en el 36 y donde llevan a los que caían “a primera hora” ejecutados por golpistas en aplicación del bando de guerra.

Tres años de trabajos

Teresa García, coordinadora del Área de Coordinación General de Distritos, Participación Ciudadana, Educación y Edificios Municipales, y Lidia Acosta, técnica de la Oficina de Memoria Histórica, visitan con frecuencia los trabajos que se están realizando en esta fosa triangular, dividida en tres sectores y para la que ha habido que acabar previamente con la abundante vegetación que dificultaba las labores de sondeo, excavación y exhumación, que se alargarán durante tres años según el concurso público adjudicado a Aranzadi, para el que trabaja un equipo multidisciplinar de arqueológos, antropólogos, sociólogos, historiadores, etc.

El Laboratorio Municipal se encarga de la recogida de ADN de los familiares mientras que la Universidad de Granada, según convenio, realizará la identificación genética. Los trabajos se encuentran ya “próximos a la masa de cuerpos”, explican los técnicos. Ahora, en una práctica que es habitual en este tipo de excavaciones arqueológicas, desde el Ayuntamiento se quiere hacer partícipe a los familiares para que estén al tanto de las largas labores, sumando a ello a las personas que quieran conocer de cerca esta perseguida exhumación.

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