Los bancos exigen la joya de la corona, Abengoa Yield
Desde la reunión de la tarde del viernes día 4 de diciembre, no ha vuelto a producirse ninguna reunión de la cúpula de Abengoa con los representantes de su banca acreedora. No está previsto que se produzca otra hasta el miércoles.
De esa reunión, los representantes de la multinacional andaluza salieron con la “impresión de que la disposición de los bancos es positiva”, explican fuentes de la alta dirección de la compañía, que aseguran que no han recibido aún comunicación de cifra alguna.
Sin embargo, el lunes, festivo en Sevilla pero no en Madrid, la banca ha filtrado la noticia de que 300 millones de euros serían suficientes, para mantener viva la empresa durante el plazo máximo de cuatro meses que el preconcurso de acreedores les otorga, para buscar una salida negociada a la crisis de la empresa. La cifra se opone a la necesidad de 500 millones de euros que Abengoa puso encima de la mesa de negociación el pasado viernes.
Ambos, empresa y banca acreedora, han puesto en marcha equipos de trabajo que analizan la situación de la compañía negocio a negocio. Básicamente intentan descifrar cuáles son los ingresos que genera cada actividad, y cuáles los gastos, para determinar cuáles de dichas actividades merece la pena rescatar y cuáles es mejor liquidar. Entre las primeras, aquellas que generen flujos de caja operativos positivos (más ingresos que gastos); entre las segundas, los que los generen negativos.
Una vez determinado cuál es ese flujo de caja operativo, se podrá pasar a negociar los plazos de pago de la deuda por un lado, y, por otro, asumir la quita que generará el cierre y liquidación de aquellas actividades que no sean rentables. Lo que, inevitablemente, no sólo conllevará pérdidas patrimoniales, sino también de empleo.
Es decir, se trata de diseñar un plan de recortes que permita a la multinacional ganar rentabilidad y generar capacidad de pago de su deuda. Por tanto, esos 300 millones deben responder al cálculo de la cantidad que será necesaria para hacer frente, tanto al mantenimiento de la actividad considerada rentable, como al coste del cierre de aquellas que consideren que no merece la pena conservar.
“Sorprende que hablemos ya de 300 millones”, responden en Abengoa a la filtración. Aún así, sí reconocen que “es normal que se fije una cifra, que luego se va ajustando”. En cualquier caso, frente a las informaciones de todo tipo que se vienen publicando estos días, incluidas las de quiebra inmediata de la sociedad, la filtración de la cifra de 300 millones es interpretada como señal de que “las entidades financieras están buscando una solución”. Y en Abengoa cruzan los dedos porque así sea.
Los bancos acreedores no sólo han filtrado una cantidad. También han explicado qué exigen a cambio de poner más dinero en la caja de Abengoa: un aval que garantice su recuperación en caso de que, al final, la suspensión de pagos sea inevitable: Abengoa Yield.
Se trata de una filial británica de Abengoa, que cotiza en la Bolsa de Nueva York, pero que no consolida en el grupo de empresas. Contiene participaciones accionariales (es decir propiedades) en activos operativos, es decir, líneas y plantas de generación de electricidad, y de tratamiento de aguas, que generan ingresos recurrentes seguros (los clientes pagan por la electricidad y el agua que consumen) y que están repartidos por países de todo el mundo.
No gestiona esos activos, solo los ingresos netos que éstos generan. Cada trimestre, la sociedad reparte dichos ingresos entre sus accionistas en forma de dividendos. Como Abengoa es propietaria de un 47% del capital (suyo era el 100%, pero sacó a bolsa un tercio y el resto lo vendió), le corresponde casi la mitad de los dividendos que se reparten trimestralmente.
Los bancos acreedores pretenden pignorarlos (hipotecarlos), para así garantizarse el cobro de esos 300 millones si al final la sociedad no es capaz de generar el flujo de caja suficiente para devolverlos, y quiebra.
El problema, para las familias propietarias de Abengoa, es que su plan era otro. Hacer caja de inmediato vendiendo su mitad de Abengoa Yield. Y conseguir que el Gobierno (a través del ICO, u otros medios) aportase los avales necesarios para la operación.
Da la impresión de que con su filtración, los bancos no pretendían tanto anunciar hasta donde están dispuestos a rascar sus bolsillos, como decirle a los dueños de la multinacional que la joya de su corona, Abengoa Yield, será el precio a pagar.