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¿Por qué España no pide el ingreso en la Unión Africana?

Uno de los 34 asistentes a la VII Reunión de la Mesa África presidida por el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, escapa a la uniformidad blanca.

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El autor de la pregunta del título es el politólogo y filósofo senegalés formado en Barcelona Saiba Bayo. Yo la oí de él este junio, en un debate sobre migración en el Festival de Cine Africano de Tarifa-Tánger, cuando la lanzó aludiendo a la africanidad –geográficamente innegable– de Ceuta, Melilla y las islas Canarias. Hoy la comparto porque veo que aflora el debate Guadiana de cómo atender a los niños que llegan a España a nado o en pateras y se anuncia un nuevo viaje al África Occidental del presidente Sánchez. Si es para empeñarse en las políticas de contención migratoria mil y una veces fracasadas, será de nuevo en balde.

La pregunta de Saiba Bayo tiene, me descubro ante ello, el poder de cambiar la perspectiva sobre la cuestión que abordamos desde parámetros tan trillados. Carece de sentido, en pleno siglo XXI, ponerse histéricos por 57.000 personas llegadas a España sin permiso y, por tanto, arriesgando sus vidas, en 2023. Esas 57.000 personas entre los 8.000 municipios del país caben a siete por cada uno. El total de llegados a Europa fue de 380.000 cuando el primer año de invasión rusa de Ucrania en la UE acogimos a ocho millones de ucranianos y cuando, según el Gobernador del Banco España, de aquí al 2053 solo España necesitará 24 millones inmigrantes como trabajadores para sostener las pensiones.

Al margen de la perspectiva utilitarista, la cuestión es: ¿qué base legal hay para que nosotros decidamos que las y los africanos no viajan? ¿No es insoportable cuando en verano todo es recuento de turistas que vienen y listas de países a los que vamos?

Saiba Bayo va más allá al plantear provocadoramente: ¿acaso vosotros (españoles) no sois también nosotros (africanos)? En efecto, debemos decidir si queremos ser brecha o bisagra, vivir de espaldas o de cara a nuestra posición geográfica, a nuestra historia e identidad.

Nueva generación africana al mando

Hace un año exacto mi columna decía Ojo: África se levanta y en ella junto a las insurrecciones anticolonialistas en Mali (2020), Guinea Conakry (2021), Burkina Faso (2022) y Níger (2023) yo apuntaba al esperanzador movimiento civil senegalés capaz de hacer gobernar al opositor PASTEF. Un partido apoyado por el pueblo para reapropiarse de los recursos africanos frente al expolio neocolonial europeo que, vía estados y multinacionales, no ha cesado tras las independencias proclamadas en los 60.

Pues bien, el PASTEF ganó este marzo y hoy lideran Senegal el presidente Diomaye Faye y el primer ministro Ousmane Sonko, quien era encarcelado y represaliado aquel 2021 en que Pedro Sánchez, de visita en Dakar, apoyaba al autoritario Macky Sall, prototipo del dirigente africano títere de Europa contra los intereses de su propia ciudadanía.

Había pulsión de cambio democrático en Senegal. Nuestro gobierno progresista eligió el bando equivocado de la historia. Ahora tiene opción de cambiar, ¿lo hará? 

La estrategia de pagar millonadas a Marruecos, Túnez o Mauritania para impedir la migración africana es un fracaso. Se salda con 21.000 naufragados en 25 años rumbo a Canarias. Dicho de otro modo, 840 al año durante 25, cuando ETA mató a 850 personas en 42 años.

¿Qué busca la visita a final de agosto de Pedro Sánchez a Mauritania, Gambia y Senegal? ¿Qué proyecto la alienta? Quiero esperar algún plan interesante de relación con países y con un África donde esos 57.000 inmigrantes que llegaron a España en 2023 son sólo el 0,005% de la población de 1.200 millones de habitantes.

No tendría sentido volver a Mauritania, solo seis meses después de que este febrero Pedro Sánchez fuera a entregarles 312 millones de euros y Úrsula Von der Leyen 210 millones más para que hagan de polis malos cuando esa estrategia es un fracaso comprobado.

En 25 años ha habido 21.000 migrantes naufragados rumbo a Canarias, son 840 al año. ETA asesinó a 850 personas en 42 años. Las políticas anti inmigrantes causan, cuanto menos, los muertos que causó ETA, solo que cada año, hace ya 25. ¿Hasta cuándo?

Red de Acción Panafricanista en España

Vivimos el momento para un cambio de rumbo clarividente y audaz. El presidente que lleva por bandera su Manual de resistencia bien puede reconocer el valor y valía resistentes de las sociedades civiles, organizaciones y partidos democráticos africanos. ¿Acaso no debemos aliarnos con las feministas tunecinas en vez de apuntalar con millones a Kais Said, que acaba de encarcelar a políticas, activistas y periodistas? ¿Seguiremos callando ante el encarcelamiento de defensores de derechos humanos y periodistas marroquíes críticos con el poder que mantiene tasas de analfabetismo del 24% mientras organizamos con Marruecos y Portugal fastos para el Mundial 2030?

Urge dejar de reducir África a foco de conflictos y enfermedades y abrirnos a iniciativas proactivas de sus activistas e intelectuales. Como la Red de Acción Panafricanista española, presentada este 4 de agosto en Bilbao, para librar a África del neocolonialismo.

Lo principal y más urgente es dejar de reducir África a foco de conflictos y enfermedades –como ahora con el Sahel y la viruela del mono– y abrirnos de una vez a sus brillantes logros e intelectuales y activistas pujantes, tanto en el continente como en la diáspora.

Llama la atención en la foto que encabeza este artículo la abrumadora uniformidad blanca de la que, a simple vista, solo escapa uno de los 34 asistentes a la VII Reunión de la Mesa África presidida por el ministro de Exteriores, Albares. El panorama público de esta España donde 1 de cada 4 niños ya son hijos de extranjeros, el 80% de ellos de un país no UE, sigue siendo aplastantemente blanco. Y hasta en Europa donde la diversidad de la calle tiene un correlato mayor en los medios, la cultura y la política, la Comisión Europea exhibe con desfachatez unanimidad blanca.

Frente a ello, surgen y se abren paso iniciativas como la Red de Acción Panafricanista (RAP) española que acaba de presentarse en Bilbao, presidida por la politóloga Mariama Jadama Minteh y con la asistencia del historiador beninés-martiniqués Amzat Boukari Yabara, autor de Africa Unite. Une histoire du Panafricanisme y coautor de L’empire qui ne veut pas mourir sobre las acciones de Francia para mantener sojuzgadas a sus excolonias africanas. Una iniciativa proactiva, esta de la RAP, que “busca transformar la sociedad” para lograr “la liberación del continente africano y su diáspora de las garras del neocolonialismo y su capitalismo racial”. Habrá que estar atentos porque está claro que conseguir el bienestar norte-sur pasa por superar los actuales marcos.

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