La reforma laboral ha afectado a la salud de siete de cada diez trabajadores
Depresión, ansiedad, cansancio crónico, dolor de cabeza e incluso agresividad. Las dolencias relacionadas con el miedo a perder el trabajo constituyen el nuevo reto en materia de prevención de riesgos laborales. Lo revela un estudio que acaba de presentar el sindicato CCOO, resultado de más de 2.500 encuestas entre delegados de prevención de toda Andalucía y desarrollado en colaboración con expertos de la Universidad de Huelva.
Siete de cada 10 personas percibe un empeoramiento de su salud tras la aprobación de la reforma laboral y el 50,2% de los encuestados muestra miedo por la posible pérdida de su empleo. La ecuación es fácil: el miedo a perder el trabajo hace que se acepten rebajas en las condiciones laborales y una mayor precariedad, lo que trae consigo un empeoramiento de la salud.
“Uno de los hechos que nos ha llamado la atención es el descenso de casi el 20% en la notificación de accidentes laborales leves en 2012, pero es porque se está dando un presentismo muy fuerte en las empresas: la gente acude a trabajar estando enferma, máxime cuando la reforma laboral admite el despido incluso con bajas justificadas”, expone la secretaria de Salud Laboral y Medio Ambiente de CCOO de Andalucía, Nuria Martínez Barco. Eso no solo no incrementa la productividad, sino que supone un riesgo de accidente laboral o de contagio de determinadas infecciones, por citar algunas de las consecuencias recogidas en el estudio ‘Reforma laboral y recortes. Consecuencias sobre la salud de las personas trabajadoras’.
En eso coincide José Manuel León Suero, presidente de la Asociación Andaluza de Medicina y Seguridad Laboral (AAMST), que subraya que hay patologías que han aumentado o se explican por la crisis. En este sentido, las patologías osteomusculares (tendinitis, esguinces, cervicalgias…) que suelen ser leves y que permiten poder desempeñar el trabajo, aunque con merma del rendimiento y con molestias sobrellevables, han disminuido en su frecuencia de bajas, junto a otras leves digestivas e infecciosas estacionales. “Sin embargo, las relativas a ansiedad y depresiones leves sí observan un incremento, mayor o menor dependiendo de la situación familiar y del puesto de trabajo que se ocupe”, aclara.
El secretario de Acción Sindical de UGT Andalucía, José Manuel Guerrero reconoce que los accidentes laborales mortales o muy graves han bajado en términos absolutos por la propia caída del empleo, pero advierte: “Las condiciones de trabajo empeoran, por ello, se crea el caldo de cultivo para una mayor siniestralidad, y el agravamiento de los accidentes laborales y sus consecuencias”. Y sentencia: “En la actualidad vivimos de las rentas de los avances conseguidos en los años anteriores a la crisis, pero corremos el riesgo de que ese crédito se agote en breve”.
De hecho, los accidentes laborales se han reducido un 53% en la década comprendida entre 2002 y 2012, al pasar de 141.442 a 65.942 siniestros con baja registrados. Son los últimos datos aportados por la Junta de Andalucía, que lo ve como resultado, primero, de la aplicación del Plan General de Prevención de Riesgos Laborales 2003-2008, y posteriormente, la Estrategia Andaluza de Seguridad Laboral 2010-2014.
Investigación para mejorar
Investigación para mejorar
En la difusión de la cultura preventiva es clave el papel del Instituto Andaluz de Prevención de Riesgos Laborales, organismo integrado por la Consejería de Economía, Innovación, Ciencia y Empleo y las principales organizaciones sindicales y empresariales. Para ello, destacan los laboratorios para investigar sobre los nuevos riesgos y métodos de prevención derivados de los cambios del mercado laboral. Tiene ya centros en marcha en Jaén (riesgos psicosociales), Huelva (enfermedades profesionales) y Granada (I+D+i en prevención).
Por otro lado, el Plan de la Inspección de Trabajo y Seguridad Social de Andalucía para 2013 contempla la realización de 102.570 actuaciones, que se centrarán en cuatro grandes bloques: prevención; empleo y relaciones laborales; seguridad social; y economía irregular y trabajo de extranjeros. Se visitarán este año más de 2.600 centros de trabajo, con objeto de comprobar y vigilar el seguimiento de la normativa de prevención, en colaboración con la Inspección de Trabajo.
Los profesionales de la prevención insisten en todo caso en que hay mucho por hacer todavía, además de considerar los riesgos emergentes, no solo los citados y directamente relacionados con la crisis, sino también los asociados a los empleos verdes, aquellos que ayudan a proteger o recuperar el medioambiente.
“Estamos prácticamente en los inicios, debemos mejorar en materias como la reducción de la siniestralidad, que se podrá conseguir cuando actúen de forma conjunta los trabajadores, los empresarios y las administraciones. En general debemos desarrollar una cultura de prevención, o como dicen en Europa, una cultura de bienestar laboral”, apunta el presidente de la Asociación Andaluza de Técnicos en Prevención de Riesgos Laborales (ASTEP), Antonio Pérez Chacón.
Esta asociación, que con un millar de asociados es la más representativa en la comunidad autónoma, está desarrollando ahora una intensa labor asesorando a gran cantidad de técnicos que actualmente están en una situación de desempleo, para que se reciclen y puedan trabajar en el extranjero. El también vicepresidente del recién creado Consejo General de Profesionales de Seguridad y Salud en el Trabajo, además de presidir en el mismo la Comisión de Registro y Censo, anuncia que uno de los objetivos ahora para este sector es “articular el censo de profesionales a nivel nacional”, lo que se hará a través de este órgano.
Formación transversal
Formación transversal
Por su parte, Julio Miño Terrancle, presidente de la Asociación Científica de Expertos en Salud y Seguridad Laboral de Andalucía (ACESSLA), indica: “Lo más importante es trabajar en una formación transversal de los profesionales que se dedican a esto, porque vienen de muy variadas carreras, fundamentalmente técnicas, pero hay desde ingenieros a gente que ha estudiado ciencias del trabajo o derecho. Sin embargo, está claro que lo más importante es que dominen materias transversales, como saber formar en prevención al personal, y para eso hace falta comunicación, y también un poco de psicología, e igualmente conocimiento de la legislación, etc”.
“En realidad debería haberse evolucionado bastante más de 1995, porque la profesión sigue bastante maltratada. Con la crisis, además, se han bajado más peldaños. Las empresas pierden de vista que la prevención también es productiva, porque ahorra costes. Es cierto que las estadísticas muestran ahora un menor índice de accidentes laborales, sobre todo en la construcción, pero es normal porque esta se ha desplomado, pero hay que ver esos datos proporcionalmente”, recalca.
En materia de formación, matiza que hay una doble vertiente: “Los que defienden que la prevención esté en todas las carreras, pero no como asignatura 'maría', sino como troncal, y los que apuestan más por formación de posgrado, incluyendo todas las materias transversales. Lo que ocurre es que se trata de una profesión relativamente joven y por eso no se le da la suficiente entidad siempre, un grado ayudaría muchísimo a contrarrestar esto”.
Precisamente, Fernando Vidal Barrero, dirige la Cátedra de Prevención de Riesgos Laborales de la Universidad de Sevilla, creada en 2010. “Este curso hemos o estamos formando a 135 alumnos de grado y 120 de postgrado”, detalla. Entre los proyectos de investigación en marcha o pendientes de resolución, cita “a utilización de materiales reciclados en dispositivos reductores de la contaminación acústica asociados a infraestructuras de transporte; la identificación de los riesgos emergentes existentes en las plantas experimentales de producción de algas para su uso como fuente de energía; y el análisis cuantitativo del riesgo en el transporte de mercancías peligrosas, con aplicación en el Polo Químico de Huelva”.
Todo para seguir avanzando en la prevención, que no solo conlleva paliar el drama que suponen los accidentes laborales, sino un ahorro -público y privado- del coste derivado de estos siniestros. De hecho, la mayoría de los estudios sitúa el coste para las empresas como consecuencia de los accidentes de trabajo (no cubierto por las contingencias profesionales de la Seguridad Social) en aproximadamente 1.500 euros por siniestro, por lo que el descenso de la última década ha supuesto un ahorro de 35 millones de euros.