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Sierra Nevada pierde su manto blanco: la cubierta de nieve se ha reducido en los últimos 40 años

Cañón de producción de nieve funcionando en Sierra Nevada

Álvaro López

27 de diciembre de 2024 21:02 h

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Sierra Nevada está empezando a perder su apellido. Cada año nieva menos o de forma más irregular en la montaña granadina más alta de la Península Ibérica. Esa es la conclusión que se puede extraer con los datos que recoge el Observatorio de Cambio Global Sierra Nevada, un programa de monitoreo en el que trabajan la Consejería de Sostenibilidad y la Universidad de Granada, y que demuestra que la cubierta de nieve lleva 40 años reduciéndose. La Junta de Andalucía, a través de Cetursa, admite su preocupación, pero saca pecho por la inversión realizada para crear nieve artificial.

En Sierra Nevada, el invierno ya no es lo que era. Las pistas de esquí, que durante décadas han sido un icono del turismo granadino, se enfrentan a temporadas cada vez más cortas y condiciones más imprevisibles. Javier Herrero, hidrólogo especializado en nieve y colaborador del Observatorio, lo explica de forma gráfica: “La nieve se va refugiando en altitud, donde las condiciones le permiten mantenerse”. Este fenómeno, atribuido al aumento de las temperaturas y al impacto del cambio climático, está redefiniendo el paisaje de montaña granadina.

El equipo del Observatorio ha ido recopilando datos que van desde mediados de los años 80 y que revelan cómo la temperatura media en la región sigue una línea ascendente, a la vez que la cantidad de nieve no para de descender, con oscilaciones. “La cota de nieve va subiendo ligeramente conforme aumenta la temperatura”, señala el especialista. Al mismo tiempo, apunta que el cambio también afecta al calendario tradicional del invierno: “Se ve un comienzo de temporada más tardío y un final que ocurre cada vez más temprano”.

La variabilidad climática, propia del clima mediterráneo en el que está Sierra Nevada, complica aún más el panorama: hay años con nevadas generosas, pero también temporadas marcadas por la sequía. No obstante, es algo que cíclicamente sucede en la Tierra, puesto que el cambio climático es una tendencia natural del planeta, según el experto. El problema es que la acción humana parece acelerar sus efectos. “No tenemos datos concretos que nos permitan afirmar rotundamente este fenómeno, pero si observamos la cantidad de CO₂ que se ha ido liberando en las últimas décadas, sí podemos ver que la industria o el propio ritmo económico de los países desarrollados están detrás de este factor que acelera el cambio”, apunta Herrero.

El retroceso es evidente también en los datos históricos. En 1995 desapareció el último glaciar de Sierra Nevada, situado bajo el Veleta. Desde entonces, lo que queda de la capa de hielo que lo sustituía sigue menguando. “En Sierra Nevada antes había glaciares. Ahora no hay. Es una tendencia inevitable”, lamenta Herrero. De hecho, basta mirar a los Pirineos para ver cuál es el deterioro en ese sentido: “En el norte aún les quedan glaciares, pero están desapareciendo también”.

Nieve producida

Ante estas condiciones, Cetursa, la empresa pública dependiente de la Junta de Andalucía que gestiona la estación de esquí, ha intensificado su apuesta por la nieve artificial. En los últimos años, se han realizado inversiones por un valor aproximado de 5 millones de euros, para mejorar los equipos que permiten producir nieve a temperaturas y condiciones menos propicias para ello. Estas nuevas infraestructuras han permitido abrir las pistas en años complicados.

“El sistema de nieve es lo que ha permitido la apertura en las actuales condiciones”, apuntan desde Cetursa. Sin ir más lejos, esta misma temporada se ha abierto con 12 kilómetros esquiables pese a las limitadas nevadas. Sin embargo, en 2015 se abrió con 70 kilómetros. Desde Cetursa explican que es difícil determinar cuánta de la nieve que se utiliza cada temporada es producida porque depende también de si se realizan competiciones que obliguen a aumentar los kilómetros esquiables. Este año no hay ninguna competición prevista, pero las danas de octubre y noviembre sí dejaron nieve que ha servido como base para abrir ahora con la ayuda de los cañones de nieve producida.

El uso de nieve artificial preocupa a los conservacionistas. Javier Egea, portavoz de Ecologistas en Acción, denuncia que la producción de nieve artificial está agravando la situación medioambiental. “Estamos poniendo todas las trabas a la duplicación de la concesión de aguas que Cetursa quiere para producir más nieve artificial”, afirma. Ponen estas trabas anticipándose a lo que pueda pasar. Como ya ocurrió en 1995 con la desaparición del último glaciar del Veleta, los ecologistas temen que la laguna de Las Yeguas pase a ser historia por utilizar más agua de la que tiene para luego producir nieve.

De hecho, los ecologistas denunciaron la pasada temporada que Cetursa había utilizado los recursos hídricos de la laguna para llenar las balsas que luego van a parar a las máquinas que producen nieve y que lo habían hecho fuera del periodo de concesión. Algo que admitió la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG), hasta el punto de negarle a Cetursa su petición de doblar la cantidad de agua a la que pueden tener acceso cada año.

Preocupación a diferentes niveles

Los cambios en Sierra Nevada no solo afectan a la industria del esquí. El presidente de la Asociación de Empresarios de Sierra Nevada, Ordoño Vázquez, admite que los inicios de temporada son cada vez más difíciles. “Estamos preocupados por la situación de arranque de los últimos años. Hay que estar atentos y tomar las medidas necesarias”, expresa. Mientras tanto, las empresas intentan adaptarse “reestructurando plantillas y adecuándose a la nueva situación”.

En paralelo, el ecosistema natural también está sufriendo. El retroceso de la nieve y el hielo afecta a especies autóctonas que dependen de estos hábitats para sobrevivir. Aunque Herrero subraya que los modelos meteorológicos han mejorado a corto plazo, el futuro a largo plazo sigue siendo incierto. “Ahora mismo estamos pendientes de los cambios en el clima que se están produciendo en el Atlántico Norte y que pueden tener una influencia que no habíamos previsto en toda Europa, como una posible glaciación”, advierte.

Con los datos encima de la mesa, el caso de Sierra Nevada ilustra cómo el cambio climático está reconfigurando no solo paisajes, sino también modelos económicos y sociales. Las medidas para evitar que se agrave son urgentes, pero, a ojos de ecologistas como Javier Egea, los intereses económicos y políticos parecen ralentizar la respuesta: “La administración responsable no hace nada porque Cetursa es la administración y los políticos que aprueban las cosas son miembros de su consejo de administración. Es lo que hay”, lamenta.

Entretanto, la nieve, efímera y vulnerable, sigue cayendo cada vez menos. Y con ella, también parecen desvanecerse las oportunidades de preservar un tesoro natural que define la identidad de Granada y de Andalucía. “Es difícil saber si en el futuro volverá a nevar tanto como en el pasado porque los modelos científicos no dejan de cambiar conforme vamos teniendo más datos, pero estaremos hablando, en todo caso, de periodos temporales inabarcables para el ser humano”, sentencia Javier Herrero.

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