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Federico sigue bailando 88 años después de su asesinato: “Lorca es danza, no se puede agotar algo que es imperecedero”

El espectáculo 'Pineda. Romanza Popular en tres estampas' a cargo del Ballet Flamenco de Andalucía se representa este mes en los jardines del Generalife de la Alhambra

Alejandro Luque

18 de agosto de 2024 06:00 h

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Han pasado 88 años del crimen de Granada, del asesinato de Federico García Lorca en el barranco de Víznar y su posterior entierro en una fosa común junto al maestro Dióscoro Galindo y los banderilleros anarquistas Francisco Galadí y Joaquín Arcollas. Pero, a juzgar por los innumerables creadores que siguen inspirándose en su vida y su obra, desde poetas o dramaturgos a artistas gráficos, músicos o cineastas, se podría decir que nunca ha estado tan vivo. El ámbito flamenco, que el poeta de Fuentevaqueros tanto veneró, no es una excepción.

Desde Camarón o Enrique Morente a artistas más recientes como Miguel Poveda, son muchos los que han cantado a Lorca. Pero no son menos los que lo han bailado y lo bailan. Sin ir más lejos, este verano se encuentran de gira varios espectáculos directamente vinculados a esta personalidad única, todos los cuales tendrán su espacio en la próxima Bienal de Flamenco de Sevilla el próximo mes de septiembre.

En los jardines del Generalife de la Alhambra se representa este mes, en el marco del ciclo anual Lorca y Granada, el espectáculo Pineda. Romanza Popular en tres estampas a cargo del Ballet Flamenco de Andalucía y con Patricia Guerrero estrenándose en labores de directora con la dramaturgia de Alberto Conejero. “Yo ya había bailado a Lorca bajo la dirección de Rubén Olmo y de Mario Maya, pero nunca hasta ahora había podido hacer uno mío”, comenta. “Soy de Granada, mi madre me llevaba todos los años al ciclo del Generalife, y sabía que tarde o temprano me iba a tocar, pero no podía imaginar que sería una experiencia tan increíble”, confiesa la directora.

La edad de oro

La idea de presentar una versión bailada de Mariana Pineda, la historia de la heroína caída en su lucha contra el absolutismo, le vino a Guerrero de la forma más natural: “No tuve ninguna duda, era el personaje que quería interpretar, porque me di cuenta de estaba en mí. Había leído el texto muchas veces pero no pensando como bailaora, sin pensamiento de interpretarlo. Pero cuando vuelves sobre él, te das cuenta de que Lorca es danza, el modo en que describe las escenas, cómo da los colores, los olores, las sensaciones… Cualquier frase suya es un tercio de una malagueña o de una seguiriya que te raja el estómago. Todo invita a bailar, acabas pensando que no hace falta ni la palabra. Es una inspiración constante”.  

También había sido concebida para el Ballet Flamenco de Andalucía la obra Comedia sin título, pero al terminar su contrato la anterior directora, Úrsula López, la propuesta corría el peligro de quedarse en un cajón. Por suerte, López decidió rescatarla y asumirla con su propia compañía, y con ella se presentará en la Bienal de Sevilla el 18 de septiembre, solo cinco días antes de la de Guerrero.

Presentada como una continuación de la anterior obra lorquiana del BFA, El maleficio de la mariposa, este nuevo montaje se basa en la obra homónima que Lorca estaba escribiendo cuando fue asesinado. Según explica el programa, se trata de una mezcla de teatro social, auto sacramental y experimento literario. “Ha sido muy arriesgado tirarse a una piscina como esta desde una compañía privada, pero también algo muy bonito”, comenta Úrsula López. “El maleficio de la mariposa fue el espectáculo en el que encontré un camino, y me apetecía continuarlo”, añade.

Con la colaboración de Pedro G. Romero, López trabaja una línea similar y paralela a la del anterior espectáculo: si en El maleficio se reflejaba la edad de plata del baile y las protagonistas eran mujeres, ahora el espectro que se contempla abarca esa “edad de oro del baile” que va de la muerte de Federico al final de la dictadura franquista en 1977, y es la danza masculina la que predomina. “Y Lorca está ahí, más presente aún si cabe. Su palabra, su verbo, son imparables. Todos los lo bailan, incluso más allá de nuestras fronteras”, agrega López.       

Nueva masculinidad

“No solo es por el patriarcado que, a la postre, significaron los años de dictadura”, apunta el programa de Comedia sin título. “También es que las formas de la masculinidad, con una diversidad que alegraría a nuestro Federico, tomaron formas flamencas. Parecería una contradicción pensar en cierta virilidad homosexual pero, eso mismo, protagoniza muchas de nuestras estampas flamencas. Como dijo algún crítico, el flamenco de estos años se convirtió en un laboratorio contradictorio de la nueva masculinidad”.

De Vicente Escudero y Antonio el Bailarín, “los dos pilares que construyen el baile de hoy”, a José Limón y su Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías, o la Yerma de Lester Horton, pasando por José Greco, Antonio Gades, El Güito, Farruco o Mario Maya, se pone de manifiesto ese legado que ha ido pasando de generación en generación hasta nuestros días.

Úrsula López recuerda que el público que asistía en Roma en 1977 a Lorca e il flamenco de José de la Vega, gritaban “¡Lorca ha resucitado!”, y ahora son las generaciones de bailaores y bailaoras flamencas de hoy en día las que recogen esa semilla y las que están abriendo sus frutos. “Y todos tienen el común denominador de la libertad para crear, son super transgresores, no se dejan nada atrás”, asegura López.

“Lo impresionante es ver cómo Lorca resulta siempre actual”, comenta López, “porque habla de la vida misma, y eso nunca pasa de moda. El amor, el desamor, la muerte, todo hace que Federico no se agote nunca. El creador lo hará mejor o peor, gustará más o menos, pero la enjundia que tienen estas obras es imperecedera”.

Una idea con la que coincide plenamente Patricia Guerrero: “No se puede agotar lo que es atemporal, y Lorca es siempre contemporáneo, se actualiza continuamente. Todo lo que cuenta llega directo al estómago, porque está en el centro de cualquier sociedad en cualquier momento”.

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