El nivel de movilización social de la izquierda abertzale ha quedado patente al lograr reunir en días 85.000 firmas de apoyo a 225 agrupaciones electorales en el País Vasco y Navarra y a cientos de candidatos para las 252 listas presentadas en las dos comunidades por ANV, partido fundado en 1930, legalizado por Martín Villa en 1977 y a quien, por cierto, el Gobierno de Aznar entregó 700.000 euros con motivo de la Ley de Restauración de Bienes y Derechos Incautados, cantidad que fue ampliada, posteriormente, por el Supremo.La participación de ANV debe ser leída como consolidación del proceso democrático y como repudio a la violencia. Mantener fuera del juego político a miles de vascos habría sido un error. Con su incorporación a las instituciones se abren espacios de discusión y negociación multilaterales y se democratiza en suma a quienes hacían de su aislamiento un acicate para la actividad armada. A esos que dicen que con la izquierda abertzale y ETA no hay nada que hacer hay que recordarles que si en Irlanda del Norte, los que buscaban la paz se hubieran desanimado a la primera nunca hubiesen llegado a la situación actual en donde Gerry Adams del IRA y el reverendo Ian Pasley de los unionistas forman parte del mismo gobierno.La estrategia de la tensión impulsada por el PP ha ido dirigida a fortalecer su base electoral sumando a la extrema derecha en lugar de buscar soluciones. Siguen persistiendo en sus propios errores, igual que hicieron durante el gobierno de Aznar cuando, en línea con el centralismo absoluto, provocó la tensión y el desafió a los nacionalistas, hasta los límites del enfrentamiento como no se había visto desde el inicio de la transición.La dinámica impulsada por el Gobierno de Zapatero nos ha acercado mucho a la paz. De ahí la enorme responsabilidad de quienes, en lugar de favorecer este proceso, ponen obstáculos, ya sea usando como pretexto el orden jurídico o maniobrando arteramente con algaradas callejeras.Los treinta años de conflicto durante los cuales se orquestaron acciones político-militares de todo tipo, incluida la guerra sucia del Batallón Vasco Español (BVE) y de los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL), demostraron que el conflicto únicamente podía resolverse por la vía dialogada.Las encuestas y las actuaciones señalan hoy un gran apoyo popular al proceso de negociación y dicen que el apoyo a la violencia terrorista es muy pequeño en términos cuantitativos. La negociación parece avanzar efectivamente, si no en resultados inmediatamente constatables, sí en la remoción paulatina de obstáculos y de los argumentos con que se la ha pretendido entorpecer y hasta desnaturalizar.Podríamos estar, pues, ante el anuncio de resultados sustantivos y tangibles en el proceso. El apoyo y comprensión que el Gobierno pide a toda la sociedad para con su plan de pacificación busca el interés nacional. Y la sociedad no debería dudar en prestárselo. Vicente López Pascual