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El gas, ruta errónea al hidrógeno verde
Desde principios de 2021 se viene tramitando en Tenerife un proyecto para una instalación de gas natural licuado (GNL) y una turbina de gas de 70 MW para la producción de electricidad en el muelle de Santa Cruz por parte de la empresa Totisa Energía S.L.U. Un proyecto similar a éste se pretende desarrollar en el puerto de la Luz
Esta instalación tendría una ocupación de 26.600 metros cuadrados en Cueva Bermeja, de los cuales 16.500 metros cuadrados serán de lámina de agua y 1.200 metros cuadrados de canalizaciones en subsuelo para el almacenamiento y suministro de buques. Constará de dos depósitos de 25.000 metros cúbicos cada uno además de la planta de generación eléctrica ya comentada.
Para hacer un proyecto de desarrollo de combustibles fósiles más digerible en tiempos de transición energética a las renovables, muchos medios añaden a la información anterior, que la turbina utilizará una mezcla de hidrógeno y gas natural o bien que la instalación tendrá, además, una planta productora de hidrógeno verde.
El problema se encuentra en el oxímoron que supone ligar el gas al hidrógeno verde.
Desde un tiempo a esta parte se nos ha querido vender que la introducción del gas se produce como transición a las renovables y al hidrógeno verde.
Nada más lejos de la realidad, por su propia definición, el hidrógeno verde es el que se produce a partir de agua y energías renovables y por tanto hasta que no tengamos un parque lo suficientemente robusto de tecnología renovables, no se puede producir hidrógeno verde en cantidades adecuadas. Por tanto, cuanto más tardemos en conseguir una penetración de energías renovables suficiente, mas tardaremos en tener a nuestra disposición este hidrógeno.
Instalaciones como las de Totisa, con una vida regulatoria de hasta 50 años y que además se podrá financiar con fondos europeos para la Transicion energetica por la discutida consideración del gas como energía verde por la Comision Europea, retrasarán la introducción de las autenticas renovables, por otro lado no hay nadie que pueda creer que un empresario, en su sano juicio, no intentará aprovechar toda la vida útil de las instalaciones en las que realizó la inversión.
Cabe decir que hay otras formas de conseguir el hidrógeno, pero ya el apelativo de verde y el ser un vector energético para la transición ecológica dejaría de tener validez y se convertiría en un subproducto más de las empresas contaminantes de combustibles fósiles.
En definitiva, convendría que los que propugnan el gas hablen sin ambages sobre lo que es una cuestión meramente de oportunidad mercantil, en la que aprovechando la acción de los lobbies del sector de los combustibles fósiles, han conseguido doblar el brazo a los responsables europeos y hacerles la inimaginable concesión, de considerar el gas como una energía verde en si mima, para poder conseguir durante otro tiempo más, pingues beneficios, pero que no es la transición de nada ni la antesala de nada, sino todo lo contrario, un enorme freno para la transición ecológica y la descarbonización de las islas, al frenar el desarrollo de las renovables.
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