El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
La reforma Espino
El paso de la diputada Vidina Espino por el Parlamento de Canarias habrá valido para algo. Pasará a la breve historia del parlamentarismo canario como la primera diputada tránsfuga que obligó a reformar el reglamento de la Cámara tras haberse colado por un agujero que le permitió abandonar el partido por el que se presentó a las elecciones –Ciudadanos- y conservar todos los derechos políticos y económicos como si fuera portavoz de un grupo parlamentario. El Parlamento autonómico iniciará este mismo miércoles la tramitación de la reforma Espino, la única contribución de esta señora tras cuatro años en la política regional. Se trata de colocar en la misma condición a los diputados tránsfugas, tanto si se rajan desde un grupo parlamentario como si lo hacen desde el grupo mixto. A este último pertenecía Espino cuando dejó Ciudadanos, y a este último ha seguido adscrita desde su marcha, disfrutando de la condición de portavoz por turnos (en periodos de sesiones alternos) y cobrando exactamente la mitad de los recursos económicos que anteriormente correspondían a los dos diputados que obtuvo aquel partido. Con la reforma, una tránsfuga así pasará automáticamente a la consideración de no adscrita, como le ocurrió en esta misma legislatura a la diputada de Nueva Canarias Sandra Domínguez, que quedó como diputada rasa.
Candidata a la presidencia del Gobierno por Ciudadanos (dios nos libre y guarde), Vidina Espino fue una de las primeras espadas de esa formación liberal-liberalilla que puso pies en polvorosa justo cuando empezaba el desmoronamiento y justo cuando su partido iniciaba los trámites para relevarla del puesto por sospechosa. Se inventó una excusa fantasmagórica, de esas que sirven para rellenar argumentarios políticos con los que aburrir al público y, a la vez, transmitir la sensación de que se es responsable, honrada y con una acrisolada vocación de servicio público. Y dos piedras. Dijo algo así como que Ciudadanos había traicionado a Canarias votando en contra de una reforma del Régimen Económico y Fiscal (REF) y que con esa losa ella no podría llevar la cabeza bien alta por las calles de Carrizal de Ingenio, Gran Canaria.
Antes de la estampida, cómo no, la diputada Espino tanteó alrededor a ver si su escaso bagaje pudiera o pudiese ser atractivo para alguna de las fuerzas políticas con representación en el Parlamento. Tocó en primer lugar a las puertas del PP, pero todavía no había llegado a la presidencia regional Manuel Domínguez, amigo de incorporar fichajes presuntamente conocidos, y le dijeron que no, que bastantes personas estaban en expectativa de destino como para incorporar a otra más. Todavía Feijóo no había asomado el hocico y nadie se imaginaba que habría una guerra en Ucrania.
Entonces Vidina Espino hizo de tripas corazón y se dirigió a Coalición Canaria, el partido contra el que centró su campaña electoral de 2019 (“vamos a pinchar la burbuja de Coalición Canaria”, y tal y cual). Los de Ana Oramas y Fernando Clavijo (tanto monta-monta tanto) ya estaban iniciando el tránsito hacia sus horas bajas y admitían de todo, especialmente tránsfugas. Para entonces ya se habían tragado a Evelyn Alonso para poder hacer la moción de censura en Santa Cruz de Tenerife, y tenían muy avanzados los tratos con la milagrosa fabricante de votos Onalia Bueno, la alcaldesa de Mogán, que lo mismo podía haber fichado por los presuntos nacionalistas canarios que por Vox, los no tan presuntos nacionalistas españoles.
Todo suma ahora mismo para Coalición Canaria con tal de evitar ese roto que las encuestas avisan que podría hacerle el PP, que amenaza con sorpasarla en mayo y colocarla por primera vez desde su creación como tercera fuerza política en Canarias, ya en barrena hacia no se sabe muy bien qué destino.
Vidina Espino hubiera preferido que no se acabara la legislatura y mantenerse en el Parlamento, con los 240.000 euros de gastos anuales con los que ha podido contar para ella solita esta segunda parte de la legislatura gracias al disparate en el reglamento de la cámara autonómica que ahora va a quedar corregido. No parece que haya hueco para ella en la lista al Parlamento de CC, y todo apunta a que irá de número dos de Francis Candil al Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, donde solo la disparatada (y muy goda) encuesta de Sigma 2 para El Mundo otorga representación a ese partido. También podría ir de candidata a la alcaldía de Ingenio, por donde se le ha visto de acompañante a actos presuntamente electorales de CC, y donde podrá rememorar, como a ella le gusta, su infancia y su juventud bañándose en una palangana.
Pero es más que probable que la carrera política de esta periodista termine el próximo 28 de mayo. Al menos la que dependa directamente de los votos de la ciudadanía. Pero dejará de recuerdo la reforma Espino. Gracias por todo.
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