“La lucha contra el ‘rabo de gato’ es una batalla perdida”
El biólogo Pedro Luis Pérez de Paz, catedrático de Botánica de la Universidad de La Laguna, considera que “la lucha contra el Pennisetum setaseum (rabo de gato) es una batalla perdida”, ha manifestado a La Palma Ahora. Sostiene que esta gramínea de origen africano, considerada como una de las plantas invasoras más extendidas en La Palma y en Canarias, se ha incorporado de manera irreversible a la flora de la Isla y, en consecuencia, subraya, “tenemos que hacernos a la idea de que forma parte del ecosistema y el paisaje insular”. El principal problema, resalta, es el impacto en la biodiversidad al colonizar el espacio ocupado por la flora autóctona.
La citada gramínea, popularmente conocida como rabo de gato, fue introducida como como planta ornamental en los años 70 del pasado siglo. Hace unos 20 años, a finales de los 90, recuerda De Paz, el Cabildo de La Palma elaboró y llevó a cabo un proyecto “fuerte y ambicioso para tratar de controlar en la Isla” la propagación del Pennisetum. “La tuvimos casi acorralada, pero tenía que haber sido una labor continuada, como ocurre con la gripe, y no se siguió; es decir, para ponerla a raya, era necesario una actuación permanente que no se mantuvo” y, en el momento actual, reitera, “es una batalla que está perdida”. Su erradicación, a estas alturas, es prácticamente imposible. “Se disemina por el aire de forma muy efectiva” y, asimismo, “no tiene competidores” en un hábitat “muy favorable para su desarrollo” en el que “crece con mucha facilidad”. Explica que cada planta adulta produce entre 10 y 20 espigas y, cada espiga, unas 50 semillas. En estas condiciones, la dispersión del Pennisetum “solo la puede parar la naturaleza”.
Apunta que el barraco de Las Angustias es el mejor terreno para la proliferación del rabo de gato en La Caldera de Taburiente. El Risco de La Concepción, en el municipio de Breña Alta, es otro enclave idóneo para su reproducción y expansión en la Isla.
Pedro Luis Pérez de Paz, en este sentido, comenta que “hemos de acostumbrarnos a convivir con el rabo de gato como lo hemos hecho con otras especies invasoras como las tuneras”.
Puntualiza que, solo en una generación, “la eclosión de esta planta ha sido espectacular”.
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