El colapso estructural de las urgencias canarias: “A veces no hay hueco ni para poner una silla de ruedas”
Cuando la enfermera Rebeca (nombre ficticio) entró a trabajar a las 20.00 horas en un turno de esta semana en las urgencias del Hospital Universitario de Canarias (HUC) había pacientes que habían ingresado a las 11.00 y no habían sido vistos aún por personal médico. “Podían ser 30 o 40. En ese momento llevaban nueve horas esperando, pero pudieron estar 13, 14 o 15. Es el peor turno que recuerdo en los años que llevo aquí, había pacientes hasta en el suelo sentados, los de menor gravedad, porque no había dónde ponerlos. Ni camas, ni camillas, ni sillas de ruedas, ni bancos”, destaca sobre el colapso estructural en las urgencias canarias, que se manifiesta con especial intensidad en otoño e invierno.
Fabio, enfermero en el mismo servicio, se enerva cuando escucha a los gestores hablar de un “pico puntual” de demanda asistencial debido a la ola de calor y la calima que afectaron estas últimas semanas a las Islas. “No es de ahora, llevamos mal mucho tiempo. Nos quedamos sin sillas de ruedas y sin camillas todos los turnos”, explica. Esta falta de recursos repercute en las ambulancias que trasladan a los pacientes al recinto hospitalario de referencia para la ciudadanía del norte de Tenerife y que se quedan bloqueadas a sus puertas porque no hay camillas donde ubicar a esas personas. “He llegado a ver diez, once…. A veces entro en el turno a las 20.00 y hay ambulancias esperando fuera desde las 13.00”, cuenta Fabio.
Rebeca cuenta que esta semana hubo incluso que habilitar una sala de espera para familiares de pacientes que están en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) y que derivar ambulancias hacia el Hospital de La Candelaria. “Están mal los pacientes, los trabajadores, la organización. No hay cama para tanta gente. Los familiares y los pacientes se enfadan porque no damos un buen servicio”, lamenta la enfermera.
“No hay espacio físico, a veces no hay huecos ni para poner una silla de ruedas. Tenemos que hacer malabares para no entorpecer las entradas y salidas”, tercia Fabio.
La escena se repite, con mayor o menor intensidad, en los grandes hospitales del Archipiélago. La llegada del otoño y de los virus estacionales como la gripe incrementa la presión en unos servicios de urgencias ya de por sí saturados.
El Hospital Insular de Gran Canaria lleva años siendo noticia por este motivo. Esta misma semana lo volvió a ser después de que se alcanzaran los 300 ingresos en un solo día y de que las camillas llegaran hasta la zona de los ascensores. Fuentes internas señalan, no obstante, que la media ya se sitúa en torno a los 250 o 270 pacientes diarios. A primera hora de este viernes eran 65 los que esperaban por una cama en las plantas del hospital para quedar ingresados y 11 los que aguardaban para ser trasladados a un centro concertado.
sólo seis de ellos ocupaban una camilla en los pasillos del servicio. El resto estaba repartido por las antiguas urgencias, un espacio que permanecía cerrado y que se ha vuelto a habilitar como área de transición, y en boxes que, en principio, debían estar reservados para los nuevos ingresos que se fueran sucediendo a lo largo del día. “Al tener las urgencias en un 70 o un 80% con pacientes pendientes de ingreso (en planta o clínicas concertadas), a los que entran se les lleva directamente a los pasillos o hay que estar moviendo y recolocando para liberar los boxes”, señalan.
“Es una presión extra porque hay que vigilar muchos detalles. Nos preocupa la sobrecarga y la pérdida de sensación de control”, apunta Luis Vega, secretario del Consejo Canario de Colegios de Enfermería. “Desde el año pasado lo venimos diciendo: el sistema está muy tensionado. La capacidad hospitalaria y los recursos sociosanitarios no absorben la demanda que tienen. Las causas son múltiples y a corto plazo poco podemos hacer salvo temer que este otoño e invierno va a ser muy duro y que va a haber que extremar todas las medidas de gestión y agilizar las camas sociosanitarias que puedan conseguirse”, asevera.
A juicio de Vega, la solución pasa por atención primaria. “Hay que atender más al paciente crónico. Tenemos una población envejecida y hay muchísima cronicidad y esto, desde luego, afecta muchísimo. Hay que intentar que nuestros crónicos no se descompensen para que no necesiten llegar tanto a los hospitales y que, si llegan, no necesiten ser ingresados (en las plantas de hospitalización)”.
El secretario del Consejo Canario de Colegios de Enfermería recuerda que hay más de 500 camas bloqueadas en los hospitales de las Islas por pacientes que tienen el alta médica y no tienen a dónde ir porque no disponen de plaza en residencias donde reciban la atención sociosanitaria que precisan o porque viven sólos o no tienen familia que pueda -o quiera- hacerse cargo de ellos.
Escrito de abril
En abril de este año, trabajadores de urgencias hospitalarias de Canarias remitieron un escrito al entonces presidente del Gobierno de Canarias, Ángel Víctor Torres, en el que mostraban su “preocupación y alarma” ante la “crónica situación de colapso” en estos servicios. “Semana tras semana se baten récords de sobreocupación, expresados en números de pacientes a la espera de camas hospitalarias y, a partir de ahí, se encadenan situaciones inasumibles para nosotros (…) Esta circunstancia, aberrante e inhumana, obliga a mantener a muchos pacientes hacinados duplicando la capacidad prevista en nuestros boxes y ha hecho de los pasillos y espacios comunes del hospital un espacio público de trabajo”, expresaban en el texto.
Ese escrito, firmado por más de 400 personas y entregado al Diputado del Común, alertaba de las “incontables” normas sanitarias y de seguridad en el trabajo que se infringen. “Entre otras cosas, no se pueden respetar los espacios de evacuación”, alertaba un texto que concluía con una llamada a la actuación: “Nuestra población, y especialmente nuestros mayores, no merecen tan calamitosa situación”.
Pérdida de personal
Otro de los aspectos que preocupa a los sanitarios, y que ya estaba recogido tanto en el escrito de abril como en anteriores, es la pérdida de personal, de trabajadores con años de experiencia en urgencias, como consecuencia de la sobrecarga laboral. “Hay un problema, que es la gran cantidad de personal que se ha ido en los últimos dos o tres años. Profesionales veteranos, que llevaban en el servicio diez o doce años. Como no hay soluciones, se largan, se va todo el mundo”, remarca Fabio.
Este enfermero apunta que ese éxodo de profesionales experimentados repercute en la asistencia a los pacientes. “Puedes ser muy buen enfermero, pero hay situaciones, como a la hora de realizar una reanimación cardiopulmonar o cuando viene un politraumatizado, en los que se exige ese temple que sólo dan los años”.
Tanto Fabio como Rebeca coinciden en que “faltan médicos en muchos turnos” en las urgencias del Hospital Universitario de Canarias. Y los facultativos, continúan, “marcan el ritmo de trabajo en Enfermería. No podemos sacar analíticas ni poner medicación hasta que un médico vea al paciente”. “La lista de contratación está abierta, pero nadie quiere ir, hemos visto turnos con dos médicos en una unidad” del servicio de urgencias cuando lo habitual son cuatro, aseguran. “Hay que darles mejores condiciones, que el puesto sea más atractivo, y preocuparse por el bienestar de esos profesionales, hacer algo para retenerlos”, zanja.
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