Sumideros de carbono y reconversiones, el futuro agrícola frente al cambio climático
Desde el acuerdo de la última Cumbre del Clima de París, todas las administraciones están obligadas a poner sus ojos en las emisiones contaminantes y en las previsiones respecto al cambio climático. En Castilla-La Mancha, trabaja con estos objetivos la Oficina regional de Cambio Climático, centrada en estudiar, prever y aportar las medidas necesarias para atajar las consecuencias de este fenómeno en una comunidad autónoma acuciada por la sequía y la carencia de agua. Parte de ese diagnóstico se analiza este miércoles en la Jornada ‘Intensificación Sostenible en el Sector Agroalimentario’ que organiza Cooperativas Agro-alimentarias en Pedro Muñoz (Ciudad Real).
Alfonso Rodríguez, de la Oficina de Cambio Climático, comenta en una entrevista con eldiarioclm.es que para contrarrestar los efectos es importante conocer de dónde proceden las emisiones, el análisis de la agricultura “como causa y como víctima”, las variaciones del clima, y las medidas de adaptación en la práctica agraria.
En primer término, y según el inventario regional de 2013, el último realizado, se computa toda la emisión de gases de efecto invernadero en la industria -siendo el transporte el gran emisor-, seguido de la agricultora y los residuos. En ese año, hubo 18,3 millones de toneladas de emisiones, de las cuales 2,88 pertenecen al sector agropecuario, y a las que también habría que sumar 1,1 toneladas correspondientes al transporte agrícola.
En concreto, la actividad agrícola por sí sola genera entre 1,5 y 1,6 millones de toneladas de gases, pero en este caso no emite CO2 (dióxido de carbono), sino que se mide el metano, el óxido nitroso (que procede de la descomposición de los abonos nitrogenados, el conocido como ‘gas de la risa) o fluocarbonos. Contando con que esta región la absorción de los cultivos leñosos (vides, olivares y almendros, entre otros), podría absorber hasta dos millones de toneladas, el balance, por tanto, es “positivo”.
“Nos faltaría fijar los cultivos herbáceos y los hortofrutícolas, así como el suelo agrícola, que supone un gran sumidero de carbono”, explica Alfonso Rodríguez, quien deja claro que todos los datos son “prematuros” y que se consolidarán cuando finalice el inventario correspondiente a 2014. “Hay que aprender haciendo. Nadie duda de que hay cambio climático y necesitamos saber los impactos concretos”, añade.
Por eso, la Oficina del Cambio Climático trabaja con estudios como el encargados al Grupo de Modelización para el Medio Ambiente y el Clima (MOMAC) de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM). Precisa así que como receptora de impacto, esta comunidad autónoma sufrirá un incremento progresivo de las temperaturas, y en paralelo, desplazamiento y bajada de precipitaciones, con fenómenos tormentosos. “Conforme a esos escenarios que se están constatando en base a la observación de los últimos 50 años, se puede afirmar que si en España la temperatura ha subido entre 0,6 y 0,7 grados centígrados en los últimos 30 años, en Castilla-La Mancha ese aumento ha sido de un grado. Y la previsión para 2050 es que en Albacete y Ciudad Real los incrementos podrían llegar a tres grados”, adelanta.
Una futura transformación “varietal”
Con estas previsiones, Alfonso Rodríguez considera lógico pensar que habrá menos producción agrícola, básicamente por el “factor limitante” del agua, y por eso apunta la necesidad de transformación de la agricultura. Por ejemplo, en el caso de olivar, al existir muchas variedades, es posible que surjan en el futuro cultivos que hasta ahora no se podían desarrollar en la región, como el olivo picual, mientras que otros como el cornicabra pueden desplazarse al norte.
En cuanto a la vid, los pronósticos no son tan buenos en la zona centro del país. “Habrá que mejorar los sistemas de regadío, adelantar las cosechas, transformar las técnicas e incluso vendimiar de noche, acortando los tiempos de remolque para que no fermente”, explica Rodríguez. En general, aboga por “producciones más aclimatadas” y una “importante reconversión varietal”.
Además, insiste en que la agricultura tiene potencial para reducir las emisiones mediante medidas como el uso “sabio” de la maquinaria con el cambio a combustibles limpios, el fomento de las energías renovables, y el compostaje y aprovechamiento de los abonos. Ante todo, se trata potenciar y fomentar todos los sumideros de carbono en el sector agrícola y conseguir “un balance positivo” que será obligatorio computar a partir de 2020, tanto en emisión como absorción, consiguiendo el ‘balance cero’. Tanto la Política Agraria Común (PAC) como las medidas del Gobierno de Castilla-La Mancha “ya caminan ese sentido”.