Convergència concluye su primera jornada de refundación enfrentada por el nuevo nombre
Tras cuatro décadas de historia en las que Convergència Democràtica de Catalunya ha sido la formación central del nacionalismo catalán, el partido fundado por Jordi Pujol en 1974 ha bajado la persiana en su último congreso, el número 18. Punto y seguido ha comenzado el congreso fundacional de la nueva formación, llamada no solo a suceder a CDC sino a enmendar todos los errores que en los últimos años la han sumido en una profunda crisis electoral. Sin embargo, la buena voluntad ha chocado contra la primera gran desavenencia: el nombre del partido.
La fundación del nuevo partido ha comenzado más agitada de lo que se esperaba y los participantes en el congreso no han sido capaces de ponerse de acuerdo para elegir un nuevo nombre. Las propuestas del partido, “Més Catalunya” y “Catalans Convergents”, no han gustado a los asistentes, que han acabado revelándose contra el calendario del partido según el cual el nombre debía ser decidido este viernes. Tras un inesperado alud de críticas internas en el turno de intervenciones, finalmente se ha anunciado la creación de una comisión con el objetivo de decidir durante el sábado.
Entre los congresistas que han intervenido en el cónclave han sobresalido las críticas a la falta de participación con la que se habría llevado a cabo la elección de las propuestas de nombres. En el fondo de esta contienda hay un importante malestar en muchos de los sectores del partido por la actuación de Artur Mas, que el pasado martes anunció su intención de presentar candidatura a la presidencia y lanzó su propuesta de una cúpula de amplios poderes ocupada por él mismo y por una persona elegida por él, la consellera portavoz Neus Munté.
El nuevo nombre era el plato más vistoso de un largo menú preparado para el fin de semana, en el que las bases deben decidir sobre asuntos tan centrales como los nuevos estatutos o el esquema organizativo de la organización. Según se desprende de la tormentosa primera jornada, estos asuntos medulares están lejos de tener un consenso entre las bases y los diversos sectores en que se organizan.
Aspectos más concretos, como los nombres propios que estarán al frente de los principales órganos de dirección, se dejarán para el siguiente congreso, el primero de la nueva formación, que se celebrará el próximo 23 de julio. En él se dilucidará si triunfa la candidatura propuesta por Artur Mas para ocupar el máximo binomio directivo, entre él mismo y Neus Munté.
“Se trata de hacer un nuevo partido para un nuevo Estado”, ha asegurado Mas en el discurso inaugural, que ha puesto en el punto de mira pasar del soberanismo al independentismo. Artur Mas se ha dirigido a los fundadores para reclamarles “visión larga” y poner la ideología “al servicio de las personas”. En un discurso clásico de Mas en la prolífica utilización de metáforas marineras –“hoy zarpa un nuevo barco”, ha llegado a decir–, ha reclamado un partido que se convierta en “seny ordenador del país y constructor de la libertad de Catalunya” como herramienta para construir “uno de los mejores países de Europa”.
Pujol, un “referente”
El encargado de decir adiós al partido cuadragenario ha sido el exalcalde de Barcelona, Xavier Trias, que ha abierto el último congreso de Convergència con un discurso en el que ha hecho un balance “muy positivo” de la trayectoria de la formación. Pese a la buena autoevaluación, el veterano líder convergente ha considerado que el partido debe “reconocer errores”.
“Tenemos que pedir perdón y liberarnos de hipotecas del pasado”, ha asegurado Trias, quien, pese a eso, ha alabado el legado político de Jordi Pujol. “Ha sido mi referente político”, ha asegurado en tono emotivo quien fuera conseller en gobiernos pujolistas durante tres legislaturas.
En el sepelio de su formación, el exalcalde no solo ha mirado al pasado sino también al futuro que representa la nueva formación que nace este fin de semana, que Trias ha calificado como “esperanzadora”. “Ahora hay que renovar ideas y estrategias”, ha recomendado, “pero con orgullo por el trabajo realizado y sin olvidar los valores de CDC ”.
Renovación suave
El surgimiento de un partido que, antes de nacer, tiene el nivel de poder institucional con el que contará el que se funda este fin de semana es un hecho extraordinario. Sin embargo, la formación de la nueva organización podría no suponer una renovación tan revolucionaria como se planteó en el momento del anuncio de la refundación, el pasado enero. El expresident Artur Mas, líder indiscutido, apuesta por mantenerse en la dirección del partido, que además podría reforzarse si su idea de bicefalia con una vicepresidenta elegida por él se mantiene.
Tampoco en el terreno ideológico parece que la nueva formación vaya a dar un giro copernicano respecto a el último periodo de Convergència. Los diferentes sectores del partido mantienen una discusión sobre si deben declararse abiertamente soberanistas, como propone el sector descrito como socialdemócrata, o bien mantenerse en el soberanismo para dar cabida a sensibilidades a las que no les atrae la idea de una Catalunya independiente.
Tampoco en el eje social hay univocidad de propuestas. Artur Mas ha planteado la fórmula del “centro amplio”, que mantiene ecos de “la casa gran del catalanismo”, idea también forjada por Mas en su etapa previa a la llegada a la presidencia de la Generalitat. Con todos estos ingredientes, el cambio previsto entre ambas formaciones se prevé intenso en las formas pero suave respecto a los contenidos. Los cimientos tanto ideológicos como de poder en el partido se mantendrán en buena medida, al menos en la primera etapa, aunque la dirección espera que este cambio sea suficiente para enmendar los errores y volver a reconquistar el espacio central del soberanismo del que en los últimos años han sido desplazados por la pujanza de ERC.