Tres sectores disputarán la secretaría general de Convergència reservando a Mas el frente institucional
Convergència bulle ante la expectativa del cambio histórico que se prevé para el congreso refundacional –o fundacional, según el propio Artur Mas– del próximo junio. Del cónclave que debe sentar las bases del nuevo buque insignia del soberanismo en el centro-derecha se espera que hasta tres sectores pugnen por el poder que ostentará la figura del secretario general. Estas tres familias están representadas por el presidente del grupo de Junts pel Sí, Jordi Turull, el conseller de Territori, Josep Rull, y el exconseller de Justicia y actual diputado, Germà Gordó, aunque podrían no ser ellos los candidatos finales de cada sensibilidad.
De estos tres sectores, tanto el de Gordó como el de Turull han comenzado a indicar en privado sus deseos de estar en la carrera por la primera silla de la organización. No así el de Rull, al que que sin embargo en la organización se da por descontado que también pugnará. Los partidarios del que fuera secretario general hasta el mes pasado representan al sector más renovador, cercanos a la rama socialdemócrata, y que también encarnan el cambio generacional que se ha percibido en el cambio de nombres entre los consellers convergentes del Govern Puigdemont.
Esta sensibilidad ha ganado peso institucional en Convergència durante los últimos años y a ella se le imputa buena parte del giro social que el partido está convencido de haber dado en la segunda mitad de la última legislatura. Pese a eso, el cargo de Rull como conseller es un problema si sale adelante la idea de separar personas de partido y de Govern. En ese aspecto el mejor situado es Jordi Turull, hombre fuerte de CDC en el Parlament. Turull no ha ocupado nunca cargos en el Ejecutivo y por su trayectoria en la Cámara es valorado por todas las sensibilidades en liza, además de contar con la confianza del entorno más cercano a Mas.
Germà Gordó, por su parte, es la cabeza visible de la vieja guardia del partido, que a buen seguro estará presente en el debate sobre la refundación. El exconseller de Justicia tiene el as de conocer los entresijos de la sala de máquinas convergente y de conectar con el sector moderado al que la nueva formación quiere atraer. Entre sus puntos débiles está acumular casi dos décadas de cargos en la Generalitat. Junto al actual conseller de Territori, Santi Vila, fue uno de los consellers con menos perfil independentista del último Ejecutivo de Artur Mas, y estuvo en el grupo que recriminó al entonces president estar cediendo demasiado en la negociación con la CUP.
Estas tres son las sensibilidades que de momento se cuentan entre las seguras en la carrera, pero el proceso ni siquiera ha comenzado y podría cambiar tanto el número como la naturaleza de los contendientes. Según explicaba un miembro de la dirección este lunes, “hay más sensibilidades y las diferencias ideológicas entre estas tres no son tan grandes” por lo que “podría evitarse la confrontación personal abierta”. Relevante será la implicación de Mas en el debate de la formación, pues todavía es la figura del expresident la que genera más adhesiones.
Las bases se pronunciarán antes
Antes de eso los ejes centrales de la refundación se someterán a debate por parte de las bases, en un proceso participativo nunca vivido por la formación. Convergència tiene intención de reunir asambleas en hasta 40 ciudades de todo Catalunya para recoger la opinión de militantes, simpatizantes y personas vinculadas, sobre asuntos como si se debe cambiar de nombre o cómo deben elegirse los cargos de la nueva formación. El objetivo final del proceso es sondear en detalle el parecer de la masa social convergente sobre tres asuntos: fundamentos ideológicos, estrategia política y estructura de la organización.
Sobre este último asunto la opinión que comienza a ser mayoritaria entre los diversos sectores es dotar a la formación de una estructura similar a la tradicional del PNV, donde los cargos del partido y del Gobierno estén separados. De esta forma, argumentan los defensores de esta postura, se preserva el músculo del partido, sobre todo en lo que a estrategia e ideas se refiere, y se fiscaliza la acción gubernamental desde fuera. Una fórmula así también permite reducir el aparato y da autonomía y flexibilidad a los equipos electorales.
De salir adelante la estructura de “dos cabezas”, el congreso de junio servirá para decidir quién ocupa la orgánica, reservando, por el momento, el frente electoral para el expresident Artur Mas. Desde su salida del Ejecutivo el president de Convergència ha dado muestras de tener intención de continuar en activo y de hecho buena buena parte del esquema de refundación está impulsado por él. El proyecto de Mas tiene dos carriles. Por un lado, que Convergència debata en un proceso que debe activar unas bases que en los últimos años han estado volcadas en organizaciones de carácter civil, como la ANC. Por otro, construir una plataforma política a su alrededor que funcione a medio camino entre un puntal del proceso de CDC y una semilla de la nueva formación.