Tres décadas de lucha contra el servicio militar a través de sus documentos
Entre 1971, año en el que fue sometido en Valencia a un consejo de guerra Pepe Beunza, la primera persona que se negó en España a incorporarse a filas por motivos políticos (hasta entonces solo los testigos de Jehová lo hacían por sus creencias religiosas) y 2002, cuando entró en vigor la ley que suprimió el servicio militar obligatorio, se desarrolló una lucha, la del movimiento de objetores de conciencia, que implicó protestas, detenciones y cárcel para decenas de activistas con un compromiso explíctamente no violento.
La memoria de esas tres décadas de rebeldía y de conquistas como la ley de Objeción de Conciencia de 1984, contra la que se impulsó una nueva fase de insumisión para desbordar su marco, dispersa en viejas publicaciones, archivos personales y armarios olvidados, ha encontrado un cauce y será rescatada con la creación del Archivo histórico del movimiento de objetores de conciencia en el País Valenciano, que se constituyó el pasado 23 de junio en Gandia con aportaciones individuales de ocho personas y documentos de dos organizaciones, concretamente los colectivos del MOC (Moviment d'Objecció de Consciència) de Valencia y Elche, este último conocido como Grup Tortuga.
La doble condición de antiguo objetor y de archivero de Jesús E. Alonso, director del Arxiu Històric de Gandia, ha hecho posible la iniciativa, que se fraguó en un encuentro intergeneracional, de veteranos y jóvenes antimilitaristas, celebrado en 2017 en Llíria (València), y que se ha concretado en la aportación de una abundante documentación. “Es un caso especial”, reconoce Alonso. “Normalmente lo que ocurre con los documentos de este tipo de asociaciones es que se pierden. Al final, acaban dispersándose”.
Carteles, panfletos, revistas, fotografías y, curiosamente, como destaca el artífice del nuevo archivo, cuatro libros de actas del MOC, que pese a su condición de organización ilegal tomaba nota de todos sus debates, integran los fondos, cuyo destino final, tras la catalogación, podría ser el Arxiu de la Democràcia que gestiona la Universidad de Alicante.
Los hechos que documenta el nuevo archivo jalonan la trayectoria del antimilitarismo a través de las peripecias de algunos de sus militantes, que todavía mantienen su compromiso con el pacifismo. Por ello, destacan entre los fondos aportados los dosieres de campañas de apoyo ante procesos judiciales como el que protagonizó Santi Almiñana (Alzira, 1975), que se declaró insumiso y pasó un tiempo en la cárcel a finales de los años 90. O como la detención de José Antonio Tomás (Logroño,1954), condenado por devolver la cartilla militar y a quien Jaime Milans del Bosch, entonces capitán general de Valencia, pidió seis años de cárcel, pero acabó beneficiado por la Ley de Amnistía.
Carlos Pérez Barranco (Valencia, 1971), otro de los que han donado papeles, fue encarcelado en el año 2000 por la denominada “insumisión en los cuarteles” que había comenzado en 1977. “Se han conservado documentos en relación con la fundación del MOC en el Estado español”, señala la descripción del material aportado por Rafael Rodrigo Navarro, otro de los insumisos en los cuarteles que fue condenado y amnistiado poco después.
Además de esas procedencias individuales, al archivo ha llegado la información procedente del MOC en el País Valenciano. “A lo largo de los años, los locales del MOC han llegado a concentrar unos 10 metros lineales de documentación original, hemeroteca y biblioteca en papel”, se indica en el dosier de constitución del nuevo archivo, que incluye actas de reuniones y asambleas de ámbito estatal e internacional.
Desde las imágenes de una marcha por la paz celebrada en El Saler de Valencia hasta las campañas contra los juguetes bélicos, pasando por manifestaciones, procesos judiciales, publicaciones como El Caracol (boletín desorientador del MOC), En pie de paz o La puça i el general, o los diversos proyectos para regular la objeción de conciencia, además de algunas grabaciones sonoras y audiovisuales, el Archivo histórico del movimiento de objetores de conciencia en el País Valenciano ilumina un fragmento especialmente intenso de la crónica del pacifismo.