Robert Eggers resucita el mito vampírico: “Nosferatu inventó el cine de terror”
Los vampiros se han convertido en un mito tan popular que el cine les ha utilizado hasta pervertir el imaginario original. Lejos quedan las estacas de madera, las balas de plata, los ataúdes y el ajo para alejarles. Mucho más lejos queda una de las mejores aproximaciones al mito vampírico, la que hizo F.W. Murnau en el clásico del expresionismo alemán de 1922, Nosferatu. A pesar de ser una de las películas más importantes e influyentes de la historia del cine, su legado parece olvidado en un presente donde los vampiros se han convertido hasta en sexis fenómenos adolescentes protagonistas de novelas románticas como Crepúsculo, donde el vampiro era guapo, misterioso… ¡y brillantes!
Para el director Robert Eggers, autor de películas como La bruja o El faro, y uno de los mayores exponentes del nuevo boom del cine de terror de los últimos años, el vampiro tenía que volver a dar miedo de nuevo, y por eso decidió que quería resucitar a quien, para él, dio origen a todo, el Nosferatu de Murnau con el que lleva “obsesionado desde que tenía nueve años”.
Eggers cree que todas estas versiones han ocurrido porque “la versatilidad de los vampiros es increíble”. “Puedes crear a Blade, a Edward Cullen… pero yo soy un tradicionalista y me gusta el folclore tradicional. Además, Nosferatu inventó en muchos sentidos el cine de terror, así que si iba a hacer una nueva versión, tenía que ser aterradora. Para que un vampiro volviera a dar miedo había que volver a la fuente. Tenía que ser un cadáver, un ser demoníaco, no un ser brillante”, dice riéndose y haciendo referencia a uno de los aspectos más criticados de Crepúsculo.
Estima que quizás ha visto la original “unas 100 veces”, muchas de ellas “en cine y con banda sonora en directo”. “Es que yo un día si me despierto en mitad de la noche y no me puedo dormir, me la pongo de fondo”, cuenta como curiosidad que deja clara su obsesión por el filme. Eso se nota en el respeto que desprende su película, donde cada plano y cada aspecto técnico está cuidado hasta el detalle y donde incluso alguna secuencia (esas sombras que suben por el pasillo) parecen homenajes directos a Murnau.
¿De dónde viene esa obsesión? No lo sabe, y bromea diciendo que el reducido grupo de periodistas que le entrevista le pregunten a su terapeuta. Sí que sabe que lo que le enganchó cuando era un niño fue “la actuación de Max Schreck y el diseño de maquillaje”. Veía la película en un VHS “hecho a partir de una impresión degradada de 16 milímetros, y no se podía ver la calva falsa ni el maquillaje teatral que sí se puede ver en las nuevas restauraciones”. Valora “la atmósfera de la película, tan memorable y evocadora, así como la simplicidad e inmediatez de la narración”.
Ahí cree que está la razón por la que “la gente todavía habla de esta película”. “Puedes ver su influencia en el Drácula de Tod Browning y otras películas de terror e incluso en películas de cineastas que tal vez nunca la hayan visto porque es simplemente una película poderosa”, analiza.
Una relación tóxica
Quizás el cambio más destacado de la versión de Robert Eggers es que la protagonista es claramente la mujer poseída, una increíble Lily-Rose Depp que bebe de la Isabelle Adjani de Posesión de Zulawski en una interpretación física y desatada. Al dar el punto de vista fundamental de la historia a la mujer el filme se convierte en un retrato de una relación obsesiva, tóxica y física, subrayando un subtexto sexual que no estaba tan presente en el original. “Me parecía muy hermoso cómo en la original el personaje de Ellen emergía como la protagonista en la segunda mitad de la película, pero en mi versión es su historia desde el comienzo. Cuando ves la película muchas veces te das cuenta de que es un simple cuento de hadas”, comienza diciendo Eggers.
Así, se dio cuenta de que “hay una especie de relación entre ella y el demonio que pude explorar mucho más y tomarla como una historia de amantes más tradicional donde él regresa para destruirla. Eso es muy poderoso. Es un triángulo amoroso donde ella tiene esta relación amorosa con su marido, pero la pasión la tiene con este demonio, con el que obviamente la relación es tóxica, horrible y perturbadora”. Algo que ha surgido solo y que rechaza que haya creado para “hacer una película con mensaje”.
Aunque el Nosferatu de Murnau es la materia prima principal, Eggers demuestra ser un gran conocedor del tema y enumera a autores como Paul Barber y Jan Louis Perkowski, que cree que hicieron los “libros más útiles sobre vampiros”. También investigó a Emily Gerard y “diversas fuentes del siglo XVIII, algunas muy famosas, como a Camus, y otras más especializadas y oscuras”. Trabajó con un experto en folclore de Transilvania.
“Me enseñaron que hay un acto de desaprendizaje cuando vuelves a estas fuentes, porque especialmente las películas de vampiros tienen un imaginario omnipresente que se inventaron. De hecho, una cosa interesante es que Murnau siempre se lleva el crédito por crear al vampiro que no puede sobrevivir a la luz del sol, pero en realidad muy menudo en el folclore, no es la luz del sol, sino que el vampiro debe regresar a su tumba antes del primer canto del gallo. Así que eso es algo que estaba allí antes de Nosferatu”.
La película se nota y siente concebida para pantalla grande, pero, ¿hubiera aceptado Robert Eggers hacerla si hubiera sido con una plataforma evitando la sala y la experiencia colectiva?: “Qué buena pregunta… estoy muy agradecido y tengo la suerte de no haber tenido que verme en esa situación en la que tuviera que hacer mi película para una plataforma, porque me gusta la experiencia cinematográfica y hago las películas para pantalla grande pero no sé qué hubiera pasado… quizás haya una historia más larga, con una escala más pequeña, que tuviera sentido como serie de televisión, pero no la he encontrado todavía”.
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