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Kirk Douglas, el rebelde de Hollywood que ha driblado a la muerte

EFE

Barcelona —

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Un rebelde que siempre ha hecho lo que ha querido, la “mosca cojonera” que luchó contra los grandes estudios y las “listas negras” de Hollywood, Kirk Douglas cumple hoy cien años tras haber esquivado la muerte en varias ocasiones, recuerdan desde la decana revista Fotogramas, donde fue portada muchas veces.

“Fue un tipo rebelde en las constantes que se manejaban en los estudios de la época, uno de los primeros que se enfrentó al sistema de contratos leoninos y también de los primeros en tener una productora propia; era un poco una mosca cojonera dentro de un sistema muy consolidado”, explica a EFE Àlex Montoya, experto en la época clásica de Hollywood y crítico de Fotogramas.

La carrera de este actor nacido en Amsterdam (Nueva York) estuvo marcada por su físico, una media sonrisa descarada y el hoyuelo del mentón que hizo que los grandes directores (Mankiewicz, Wilder, Wyler, Hawks, Minelli...) se fijaran en él, y también algunas estrellas con las que Kirk, que se reconocía “mujeriego”, mantuvo idilios como Marlene Dietrich o Joan Crawford.

“Se especializó en personajes de tipos despreciables, siempre decía que su fama se debía a ellos; hizo poca comedia, mucho drama y cine de género”, apunta el periodista, que señala “El ídolo de barro” (1949) como su “primer papel potente protagonista”, que le concedió la primera de sus tres nominaciones al Oscar.

“En los cincuenta llegaron 'Cautivos del mal', 'Brigada 21', 'El gran carnaval' y a partir de ahí coge el estatus de estrella que culminaría con pelis como 'El loco del pelo rojo' que quizás es su gran interpretación”,

Douglas rodó varias películas en España, entre ellas “El faro del fin del mundo” en el cabo de Creus -de la que EFE conserva en su archivo varias fotos míticas- y la monumental “Espartaco”, para la que reclamó los servicios de Stanley Kubrick, con quien había trabajado en “Senderos de Gloria” y con el que mantenía una relación amor-odio.

“Ambos tenían un ego bastante fuerte, y de hecho Douglas definía a Kubrick como una mierda con talento”, se ríe Montoya.

Precisamente para el rodaje de “Espartaco”, que se llevó a cabo en Madrid y Guadalajara, Douglas, como productor, tuvo que entrar en contacto con el régimen de Franco.

“Quería contratar a 8.000 soldados para hacer de extras, y el gobierno de Franco le puso como condiciones que ninguno de ellos muriera en la batalla. Douglas dice en su memorias que debió ser por cosas de orgullo español. Por otro tenían que hacer una aportación a una entidad benéfica que dirigía Carmen Polo de Franco; todo eso pasó y el permiso tiró adelante”, explica.

También para aquella película, el actor contó con Dalton Trumbo, apartado de Hollywood por la Caza de Brujas de McCarthy, al que animó a firmar el guión sin seudónimo.

“Siempre se vanaglorió de ser el tipo que acabó con las listas negras de McCarthy, y en su libro 'Yo soy Espartaco” contaba que contrató a Trumbo cuando no podía trabajar, y se atribuye, aunque otros rebajan su papel, ser un Espartaco en la lucha de los derechos de los profesionales de la industria represaliados“, aclara el periodista.

Según Montoya, Kirk Douglas ha logrado llegar a los cien años dando “esquinazo” a la muerte varias veces, la primera en 1958, ya que “por un cambio de ultimísima hora” no cogió el avión en el que se estrelló el productor, y marido de Elizabeth Taylor, Mike Todd.

En 1991, el helicóptero en el que volaba se estrelló con una avioneta cuyos pasajeros fallecieron, mientras que el actor “logró salir prácticamente ileso”, y en 1996 sufrió un ictus que le dejó muy afectado y aunque “parecía que su vida corría peligro, volvió a salir... hasta hoy”.

Para el crítico de Fotogramas, revista que en sus 80 años ha vivido los vaivenes del sector, Douglas, junto a la también centenaria Olivia de Havilland, forma parte del selecto y escaso grupo de estrellas de la época clásica de Hollywood aún vivas.

“Quedan algunas: Kim Novak, Sofía Loren, Shirley Mclaine que no son tan mayores, pero que están por los ochentaytantos; es verdad que han ido desapareciendo, y también es verdad que la renovación ha ido por otro camino. Las estrellas de hoy tienen otros condicionantes que no tenían las de entonces”, cree Montoya.

La figura de Douglas y la de todos estos actores míticos ha perdido fuelle entre las nuevas generaciones, quizás, considera el crítico, porque antes sus películas se programaban en televisión.

“Me parece triste, porque representan una época de un cine con grandiosas películas. Un amigo profesor de universidad que da clases de cine, se ha encontrado con alumnos que no saben quién es John Wayne, alumnos de cine.... bueno, supongo que es reflejo de cómo es la situación”, se lamenta resignado.

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