El periodista infiltrado en Amazon que denuncia su actuación en la pandemia: “La multinacional se ve a si misma como un imperio”
El periodista Jean-Baptiste Malet (Toulon, 1987) ha observador durante su confinamiento en Francia el cierre durante semanas del pequeño comercio y de las librerías frente a la incesante actividad de Amazon, una multinacional en la que se infiltró para investigar su modelo de funcionamiento. Fruto de aquella investigación Malet publicó En los dominios de Amazon (Trama, 2013), un libro enmarcado en lo que su autor denomina “periodismo de ruptura” y que bebe de la tradición de autores de izquierdas como Günter Wallraff o la filósofa Simone Weil.
Jean-Baptiste Malet era un jovencísimo periodista precario que aprovechó sus vacaciones para trabajar en un almacén de Amazon con la intención de preparar un reportaje: la multinacional “rechazaba las visitas de periodistas en aquella época y cuando iba a la salida de la fábrica todo el mundo estaba aterrorizado y nadie quería hablar, era un lugar cerrado en el que no podíamos saber qué pasaba”.
Han pasado más de siete años desde aquella singular experiencia (casi nunca se practica este tipo de periodismo de investigación en la prensa europea) y Amazon también ha evolucionado. “En aquella época Jeff Bezos era un millonario como muchos otros, hoy es el hombre más rico del mundo y no cesa de crecer”, señala Malet en una entrevista por Skype con eldiario.es.
Durante la pandemia, Amazon ha tenido un papel muy relevante en el comercio online y el confinamiento le ha brindado una suerte de monopolio global. El periodista ha sido una de las pocas voces críticas en Francia con la actuación de Amazon durante la pandemia mundial de la COVID-19. La multinacional de Jeff Bezos priorizó las ventas de productos esenciales (alimentación e informática) pero nunca dejó de vender productos no esenciales.
“Lo que no comprendo es por qué si el pequeño comercio no tiene el derecho de vender el mismo producto, el grande debe tener el derecho a hacerlo”, dice Malet, quien critica que Amazon haya estado repartiendo “pintauñas o cortadoras de césped”. “Habrá muchas librerías que cerrarán después del confinamiento y Amazon crecerá aún más”, recuerda el escritor.
La multinacional, según el periodista francés, se encontró en una situación inédita para un mes de marzo con un aumento espectacular de los pedidos y se vio obligada a contratar a más trabajadores (en Estados Unidos anunció que contrataría a 100.000 personas). Así, en sus almacenes hubo “tanta gente como en periodos como Navidad, lo que llaman en Amazon Q4”.
A pesar del “elevado potencial de propagación del virus” en los almacenes logísticos de la multinacional, los trabajadores no tenían mascarillas o geles hidroalcohólicos, recuerda Malet, pero “poniendo algunas cintas en el suelo, Amazon dijo que respetaban las distancias de seguridad”. “El único objetivo de Amazon era tener la máxima capacidad de envíos posible”, añade. Entre los trabajadores de la multinacional ha habido, según recuerda, muertes (en el almacén de Nueva York) y contagios por el coronavirus.
“Los sindicatos sostienen que podrían trabajar en condiciones seguras pero no es eso lo que interesa a Amazon porque es una empresa capitalista clásica que tiene inversiones, máquinas, fábricas, herramientas compradas y de su propiedad y quiere rentabilizar su inversión”, apostilla Malet.
Para el periodista, la multinacional “no quiere que un juez francés o que un Estado soberano le diga lo que hay que hacer o lo que no hay que hacer”. “La multinacional americana se ve a si misma como un imperio que decide lo que puede hacer o lo que no puede hacer”, añade.
Las protestas por la falta de medidas de seguridad se multiplicaron en Estados Unidos, donde un alto cargo dimitió tras los despidos de trabajadores que pidieron protección contra el coronavirus, y en Europa. “En EEUU nunca había habido protestas simultáneas en diferentes almacenes, es algo totalmente histórico”, cuenta Malet.
“Nuestros dirigentes liberales europeos aplican métodos de confinamiento extremadamente drásticos a los ciudadanos utilizando helicópteros que sobrevuelan las playas para vigilar que nadie esté pescando y al lado de esto hay gigantescas zonas industriales donde el virus se propaga, hay cientos y cientos de personas y es peligroso”, denuncia el periodista.
“Es ahí cuando vemos que estamos gobernados por gente que son ideólogos, tienen una ideología, consideran que lo peligroso es el ciudadano en la playa pero ir a trabajar a grandes almacenes es aceptable”, concluye Malet quien, sin embargo, no cae en el pesimismo: “Amazon podría enfrentarse a movilizaciones y a ciudadanos que estén hartos del modelo de optimización fiscal o de las condiciones de trabajo”.
1