El expolítico verde alemán que pretende cambiar el mundo de las finanzas
También en política, a veces no hay mal que por bien no venga. Algo así ha debido pensar el ahora ex diputado del Bundestag de Los Verdes Gerhard Schick. Este hombre pasó casi tres lustros trabajando como diputado en esa formación ecologista. Llegó a ser la voz del partido en la Cámara Baja germana para asuntos financieros. Pero su voz nunca llegó a imponerse en el Bundestag, donde la gran coalición de cristianodemócratas y socialdemócratas arrasa con todo gracias a sus acuerdos de gobierno desde 2013.
Schick tampoco logró en su partido llegar a la vicepresidencia del Grupo Parlamentario de Los Verdes tal y como se propuso en 2017. Un año después de esa decepción, anunciaba que dejaba su carrera como político en la Cámara Baja de Alemania. Pero Schick tiene un plan: reformar el mundo de las finanzas haciendo política fuera del Parlamento. Por eso ha formado Finanzwende, una organización que aspira a constituirse en movimiento social capaz de influir a los responsables políticos alemanes.
Finanzwende es una palabra que viene a significar 'Cambio en las finanzas'. Eso mismo es lo que busca ahora Schick con su organización, que apenas cuenta con unos meses de vida. Él suele decir que el nombre de su iniciativa es su “programa” político. Ese “cambio” del que hablan Schick y quienes le acompañan en su aventura –a saber, prestigiosos investigadores y políticos de todos los horizontes políticos salvo de la ultraderecha– implica una crucial transformación del panorama financiero.
Schick todavía es fiel a sus aspiraciones frustradas en tiempos de político en el Bundestag porque allí temas como la inmigración y la cuestión climática ocupan de un tiempo a esta parte casi toda la atención de los representantes de la nación alemana. Por su parte, Schick y compañía alertan de la necesidad de reformar el mundo de las finanzas, donde se ha sobrevivido a la crisis de 2008 sin que tengan lugar los cambios necesarios para evitar los efectos devastadores de otra histórica convulsión económica global como la de entonces.
En este sentido, Schick explica a eldiario.es que lo que desean en su Finanzwende es que “los bancos tengan más capital propio para hacer sus negocios y evitar así que colapsen a primeras de cambio cuando reciben viento en contra”. Esto es lo que propone desde hace años Martin Hellwig, toda una autoridad económica en Alemania que acompaña a Schick en su movimiento político en formación. Hellwig es el director ejecutivo del Instituto Max Planck para la investigación de Bienes Colectivos, una institución con sede en Bonn.
Según Hellwig, los bancos deberían contar con un capital propio que tendría que rondar entre el 20% y el 30% para hacer así del sistema financiero un realidad estable y, sin duda, para que contase con actores mejor preparados frente a las crisis. Las reglas que rigen el sector permiten a los bancos actualmente contar con menos del 10% de su capital propio en sus arcas. Las exigencias de Hellwig suenan a disidencia en el consenso económico neoliberal de nuestros días.
Otra autoridad económica que se encuentra en una situación parecida a la de Hellwig en el debate económico es Peter Bofinger. Este profesor de economía de la Universidad de Wurzburgo también se ha sumado a la iniciativa de Schick. Bofinger ha sido hasta este año uno de los cinco sabios del Consejo de Expertos Económicos que asesora al Ejecutivo de la canciller Angela Merkel. Bofinger es una de las pocas voces relevantes –tal vez la única– defensoras del keynesianismo de Alemania, un país-bastión del ordoliberalismo. De hecho, de Bofinger se ha dicho que él es el “último keynesiano de Alemania”.
Un movimiento que acepta voces conservadoras
Con expertos como Hellwig y Bofinger, Schick presenta como otra de sus principales propuestas el poner al servicio del medioambiente el mundo de las finanzas. “El objetivo [de Finanzwende] es un lograr un sistema financiero estable, sostenible y que favorezca a los consumidores”, plantea Schick. En este sentido, “la industria financiera también debería resolver problemas como la crisis climáticas en lugar de crear nuevos problemas”, añade, aludiendo, entre otras cosas, a las “caras operaciones de salvamento de los bancos”.
El mundo de las finanzas se debe hacer más 'verde'.“Pero sin un marco político ni reglas claras, algo así no puede tener éxito”, abunda el otrora referente económico de Los Verdes en el Bundestag. “El mundo de las finanzas debería retirarse de las ”industrias sucias“ y promover las tecnologías que son respetuosas con el medioambiente”, insiste Schick.
Esas ideas son lo suficientemente convincentes como para que a Schick se le hayan sumado dos destacados políticos de la conservaduría alemana. Uno es Norbert Blüm, todo un responsable del Ministerio de Trabajo y de Asuntos Sociales de la conservadora Unión Cristiano Demócrata (CDU) en tiempos del canciller Helmut Kohl. Blüm fue el único responsable gubernamental de los sucesivos gobiernos de Kohl que acompañó al canciller teniendo siempre ese ministerio a su cargo. El otro político es el liberal Gerhart Baum, del partido centrista FDP.
Un contrapeso al lobby de las finanzas
Para Dorotea Schäfer, experta en cuestiones financieras del Instituto Alemán para la Investigación Económica (DIW) de Berlín, la iniciativa de Schick tiene “mucho sentido”. “El mundo de las finanzas tiene que comprometerse con una economía sostenible. Para que esto ocurra, los actores financieros necesitan criterios para identificar proyectos de inversiones sostenibles. Estos criterios tienen que ser legalmente vinculantes para evitar así toda operación de green-washing”, dice Schäfer a eldiario.es. Para ella, no hay duda de que, “con sus decisiones de financiación, los actores del mundo de las finanzas pueden hacer posibles inversiones sostenibles y evitar las que no lo son”.
La organización de Schick también pretende ser útil tratando de inspirar el poder legislativo. De hecho, Finanzwende no oculta sus intenciones de hacer lobby para que los políticos tomen decisiones en esa dirección. Hablan Schick y compañía de ser capaces de ser un “contrapeso de la sociedad civil” frente al lobby de las finanzas. Para ello, Finanzwende cuenta también, en un principio, con el apoyo de varias fundaciones.
Destaca la ayuda de la Fundación Schöpflin y la Fundación Hans-Böckler. La primera está comprometida con la idea de una sociedad civil políticamente activa y la segunda se identifica con los valores ecologistas. A Schick y compañía también le han echado una mano en sus primeros pasos en la Finanzwende desde la Fundación Europea para el Clima.
Está por ver si con el empujón económico que Schick y los suyos han recibido de estas fundaciones logra despegar un auténtico movimiento transformador de las finanzas para Alemania y el resto de Europa. La idea, en último término, es que Finanzwende se financie con las contribuciones de sus asociados. Las movilizaciones de los jóvenes activistas climáticos que toman las calles los viernes y el auge del partido Los Verdes –actualmente la primera fuerza progresista según las encuestas en Alemania– pueden ser viento a favor para Schick y su movimiento en ciernes.