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Fatiga de decisión, qué es y cómo salvarse de ella

Fatiga de decisión, qué es y cómo salvarse de ella

Marta Chavarrías

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La vida está llena de decisiones, algo que puede ser tanto una ventaja como una fuente de estrés. Cada uno de nosotros tomamos millones de decisiones a lo largo del día, aunque no lo parezca. Fáciles, difíciles, desafiantes, todas nos afectan de alguna manera a lo largo de nuestra vida. 

Las opciones, sean en el ámbito que sean, han crecido cada vez más: qué película ver, qué ropa ponernos, qué comer, qué camino tomar, qué detergente comprar (de entre toda la oferta disponible), etc., todos tenemos muchísimas opciones a nuestro alrededor en el día a día. 

Según un estudio estadounidense, las personas pueden tomar entre 10.000 y 40.000 decisiones al día y pueden cambiar de tarea más de 300 veces. A simple vista, todos estos cambios deberían hacer nuestra vida un poco más fácil.

Pero no pasan desapercibidas para nuestro cerebro porque, al igual que otros músculos, también está sujeto al agotamiento. La abundancia de opciones puede generar el efecto contrario al deseado. A esto, el psicólogo Barry Schwartz lo denomina la paradoja de la elección.

En otras palabras, cuando la fuerza de voluntad para tomar decisiones se agota, nos enfrentamos a una fatiga de decisión, asociada sobre todo a la dificultad por decidir qué ver en las distintas plataformas que nos ofrecen miles de opciones (series, películas, documentales, etc.).

¿Qué es la fatiga de decisión?

Aunque, como señala un estudio de Frontiers in Psychology, este concepto es aún difícil de cuantificar y probar y todavía no es un trastorno clínico, sí se han observado ciertos fenómenos asociados a él. 

Una serie de pequeñas decisiones esparcidas a lo largo del día, que pueden parecer inofensivas en un principio porque nos exigen poco de nuestra energía mental, a medida que avanza el día y continuamos gastando esta reserva de energía pueden hacer disminuir nuestra capacidad mental para tomar decisiones porque se agota.

En pocas palabras, la fatiga de decisión puede resumirse como el deterioro de nuestra capacidad para tomar buenas decisiones tras una larga sesión. Es decir, cuantas más decisiones debemos tomar, peor será sopesar todas las opciones y tomar una decisión correcta o adecuada. 

Cuando tomamos demasiadas decisiones en un periodo de tiempo relativamente corto, podemos experimentar agotamiento mental. Esto hace que sea más difícil mantenernos concentrados, comprometidos y motivados.

Hablamos de un cansancio mental, no físico, que muchas veces nos lleva a tomar decisiones incorrectas o, directamente, a no tomar ninguna, a procrastinar y dejar las cosas para otro día.

Una persona con fatiga por tomar decisiones puede sentirse cansada, tener confusión mental o experimentar signos de fatiga mental. Y, como este fenómeno puede aumentar a medida que una persona toma más decisiones, es posible que se sienta peor a medida que avanza el día.

Los 6 pasos para evitar la fatiga de decisión

Aunque las decisiones son una parte inevitable de la vida cotidiana, son ineludibles y necesarias, hay maneras de reducir la carga mental de estas elecciones. Hacerlo reducirá no solo el precio emocional sino que también mejorará la productividad y la creatividad en el trabajo. 

  • Minimizar la cantidad de decisiones no esenciales que debemos tomar cada día puede reducir el nivel de fatiga de decisión y, al mismo tiempo, disminuir los niveles generales de estrés. Al reducir la cantidad de decisiones que debemos tomar, liberamos espacio para las que importan.
  • Simplificar las decisiones que debemos tomar durante el día: trabajar desde el mismo lugar todos los días, tener un plan de comidas semanal establecido, etc. Cuantas más decisiones podamos automatizar, más fuerza de voluntad ahorraremos.
  • Tomar decisiones con anticipación: si sabemos que tenemos que tomar decisiones similares a lo largo de la semana, podemos consolidar el proceso y hacerlo con previsión. 
  • Establecer una rutina: organizar el día e implementar un horario nos ayudará a mantener mente y cuerpo a un ritmo constante durante todo el día. A qué hora levantarnos, qué desayunar, cuándo hacer ejercicio y a qué hora ir a dormir son pequeñas decisiones que nos permitirán ahorrar energía y destinarla a aspectos más importante. 
  • Abordar las grandes decisiones en las primeras horas del día: la investigación sugiere que el mejor momento para tomar decisiones difíciles es a primera hora del día.  Así, priorizamos lo que más atención y energía necesita al principio. Un estudio reciente de la Universidad de Cambridge revela, por ejemplo, que es más probable que los trabajadores de un banco concedan un préstamo en las primeras horas del día que más tarde.
  • Eliminar distracciones: mirar el móvil, navegar por las redes sociales o mirar la televisión (y tener que decidir qué programa ver de entre la multitud que nos ofrecen) puede agotar la fuerza de voluntad para otras tareas.

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