El extesorero del PP supo mucho antes de que estallase el escándalo, hace unos tres meses, que la justicia española había localizado esa cuenta corriente en Suiza donde llegó a esconder 22 millones de euros. Fue el propio banco, el Dresdner Bank de Ginebra, quién avisó a su cliente de que había llegado una comisión rogatoria preguntando por la cuenta y que las autoridades suizas la habían aprobado.
Tras recibir esa información del banco, Luis Bárcenas alertó a varios dirigentes del Partido Popular del escándalo que se avecinaba.
La cuenta corriente de Bárcenas en Suiza fue localizada gracias a una curiosa carambola diplomática que pasa por Francia y que también explica por qué el extesorero del PP fue alertado por el Dresdner Bank de Ginebra.
El 1 de enero de 2010, Suiza rompió parte de los sellos de su rentable secreto bancario. Ese día entró en vigor un acuerdo bilateral con Francia por el que Suiza flexibilizaba el acceso de la administración gala a los datos bancarios. Suiza cumplía así los criterios de la OCDE, tras las presiones de Nicolas Sarkozy en la cumbre del G20 de Londres de 2009, y dejaba de ser técnicamente un paraíso fiscal. Lo sigue siendo en la práctica: Suiza no colabora igual que otros países en caso de evasión fiscal; para Suiza, evadir impuestos no es un delito que permita romper el secreto bancario. Pero sí es ahora más transparente que antes en casos de corrupción, terrorismo, blanqueo de capitales o narcotráfico.
Una de la novedades del acuerdo con Francia es que Suiza también ha empezado a pasar información sobre quiénes son las personas con poder para operar dentro de una determinada cuenta corriente, no solo sobre los titulares de esas cuentas. El matiz es muy importante porque en el caso de Bárcenas, por ejemplo, el titular de la cuenta era un testaferro, la fundación Sinequanon de Panamá, mientras que el extesorero aparecía solo como la persona autorizada para mover el dinero. Éste es el subterfugio que durante años ha blindado muchas cuentas en Suiza, pero que ahora se ha roto.
Hasta 2010, para destapar un dinero escondido en Suiza hacía falta conocer antes el nombre real del titular y también el número de cuenta. Si una comisión rogatoria llegaba con menos datos, Suiza rechazaba la solicitud al considerarla una “fishing expedition”. Es decir, una pesca a ciegas e indiscriminada. Ahora ya no es así.
España también se ha beneficiado del nuevo acuerdo entre Suiza y Francia porque nuestro convenio de intercambio de datos bancarios con Suiza tiene una cláusula: la de “nación más favorecida”. Con ella, España se beneficia automáticamente de todas las ventajas en materia de transparencia bancaria que Suiza pacte con cualquier otro país. De ese modo, desde el 1 de enero de 2010, la justicia española ha podido acceder con mayor facilidad a las cuentas corrientes de españoles en este paraíso fiscal con las mismas prerrogativas de las que disfruta Francia.
Suiza, sin embargo, mantiene muchas garantías para los clientes de su lucrativo secreto bancario, que ha sido durante décadas la mayor fuente de riqueza de este país alpino. Entre otras cosas, unos plazos exasperadamente lentos en sus respuestas, que permiten la prescripción de parte de los delitos. La comisión rogatoria sobre la cuenta en Suiza de Luis Bárcenas se envió hace ya más de tres años.
También han cambiado los datos necesarios para solicitar más información bancaria: aunque ya no es necesario conocer el nombre del testaferro que aparece como titular, sí es imprescindible saber el número de cuenta; en el caso de Bárcenas, es probable que saliese de pinchazos telefónicos o de la documentación incautada a la trama Gürtel. Y además –y por eso Bárcenas sabía que habían encontrado su cuenta– Suiza permite que sus clientes investigados conozcan antes que la justicia que les persigue los datos que van a escapar de su secreto bancario.
El Dresdner Bank de Ginebra no cometió irregularidad alguna al avisar al extesorero del PP de que la justicia española había encontrado el rastro de sus millones en Suiza. Solo cumplía con el reglamento.