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Sobre este blog

Este blog pretende ser la primera ventana a la publicación de los futuros periodistas que ahora se están formando en la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación de la UPV/EHU. Son las historias que los propios estudiantes de periodismo proponen a nuestros lectores.

Ser fan del porno cuesta diez euros al mes

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Beatriz Olaizola Zárraga

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Cuando su padre se enteró le dijo que se suicidaría si no lo dejaba. No lo dejó y ahora en su casa no se habla del tema. Ya no vive con sus padres y comparte habitación con su pareja en Granada. Paga el piso, la luz, el gas, el agua, la comida y la ropa. El año pasado estudiaba en Jaén, pero ha dejado la carrera y, “como en el negocio le va bien”, no tiene pensado retomarla. Lleva poco más de un año trabajando y gana unos 2.000 euros al mes, a veces más, a veces un poco menos. A veces gana cuarenta euros al día sin hacer nada, solo con las suscripciones y las propinas de sus clientes. A veces su pelo está teñido de azul, a veces de verde deslavado, a veces de rojo, ahora es magenta. A veces se graba sola y a veces acompañada. Si es con chicos, solo con su novio, si es con chicas, no importa. A veces sale masturbándose, a veces haciendo una felación y a veces recibiendo un cunnilingus. Siempre es ella la protagonista. Fedora Morelli, nombre artístico que se ha adjudicado, tiene 22 años, trabaja como actriz porno amateur y comparte lo que graba en la plataforma sexual de pago más pujante del momento: Only Fans.

“Yo empecé como webcamer por afición y sabía que podía sacar algún dinero. Estuve casi un año trasteando hasta que vi que conseguía beneficios y que me iba bien, entonces decidí plantearlo como un negocio”, lo cuenta y recalca que ella tiene suerte porque gana más que la media. Tiene razón en lo de negocio. Only Fans nació como red social en Londres en 2016. La idea de Timothy Stokely, su fundador, era lanzar una plataforma online en la que los llamados “creadores de contenido”, no necesariamente pornográfico, pudieran estipular un precio mensual por sus fotos y vídeos para que los seguidores interesados pagasen por ellos. Además, Stokely añadió una segunda característica a la red social: no hay censura. Tanto Instagram como Twitter o YouTube tienen políticas más o menos estrictas de restricción de contenidos, desde la censura de los pezones femeninos hasta la desmonetización de vídeos en los que se hable explícitamente de sexo. Pero en Only Fans si pagas lo encuentras, no existen restricciones. En 2020 ya cuenta con 20 millones de usuarios, más de 200.000 creadores de contenido y, según datos de la propia página, 400 millones de dólares ganados. Solo en España, en mayo de 2019 más de 27.000 personas buscaron “Only Fans” en Google, según Google Trends. También fue en mayo, pero de 1983, cuando entró en vigor el Real Decreto 1067/1983 que regulaba la proyección y producción de películas de contenido pornográfico en España, calificadas entonces como películas X. Las salas de cine X, donde se proyectaban las películas X, han desaparecido, pero no así la industria. Desde 2008, cuando se celebró la primera edición del Festival Internacional de Cine Erótico de Barcelona, los medios manejan la misma cifra, cedida por el propio festival: entre 400 y 500 millones de euros, eso es lo que genera la industria pornográfica en España. El origen de estos datos, que situaría a España como uno los países europeos con más ingresos procedente del porno, es impreciso y no figura en las bases estadísticas oficiales. La revista Forbes asegura que la industria del contenido sexual genera 60.000 millones de dólares a nivel mundial, pero tampoco es un dato fácil de verificar.

“Underground” y exclusivo

Only Fans coexiste con esta industria del porno, que comprende las producciones cinematográficas profesionales, pero no forma parte de ella, porque aquí el contenido es amateur, casero, autoproducido y al alcance de todo aquel que tenga una cámara y decida grabarse. La plataforma permite crear un perfil, gratuito, desde el que, como nuevo usuario, se puede ser consumidor de contenido o productor. Para lo primero, es preciso vincular una cuenta bancaria al perfil, desde la que se harán los pagos. Para lo segundo, subir contenido, el usuario debe verificar que es mayor de 18 años remitiendo una foto escaneada del DNI a la plataforma y una foto en la que se vea a la persona interesada sujetando su propio DNI. Una vez superados ambos trámites, el perfil de Only Fans recién creado puede vincularse a una cuenta de Twitter ya existente y que actuará como escaparate - los nuevos anuncios por palabras - y carta de presentación. A partir de aquí, el éxito del perfil depende de infinidad de variables: que se muestre o no la cara en vídeos y fotos, que otras cuentas ayuden en la promoción, que se ofrezca un contenido más explícito o menos, que se tenga un perfil específico...Fedora Morelli cree que para vivir de ello se necesitan “profesionalidad, innovación y no estancarse” y que no es un trabajo para cualquiera. “Tienes que tener cierto desparpajo y que te dé igual la exposición”. Ahora tiene 123 suscriptores (fans) en su página de Only Fans - superar la barrera de los 100 se considera un hito - y 3.770 seguidores en Twitter. Desde ambas redes gestiona todo el contenido por el que sus seguidores pagan: vídeos, “yo soy muy escatológica y explícita”, dice, lotes de fotos, sesiones privadas a través de Skype, “sólo desde las 4 de la tarde y sábado y domingo descanso”, y hasta su número de móvil. “Mi número de WhatsApp lo vendo para hacer servicios no sexuales de novia virtual. Yo lo tengo a 40 euros y ahí hablas de cómo te va el día, qué tal el trabajo... hay gente que me ha pagado hasta dos veces solo para hablar de ese tipo de cosas”, todavía le sorprende.

El pago por el contenido pornográfico parecía haber desaparecido con la llegada de internet y los gigantes masivos del porno en streaming o porno online. Desde 2007, el sitio más grande de pornografía del mundo es PornHub, con más de 42 mil millones de visitas en 2019 según las estadísticas que ofrece anualmente la página, y 210 millones de gigabytes de contenido subidos por segundo. Si todos esos vídeos sexuales se almacenasen en varios USB y estos se colocasen uno detrás de otro, la fila de pendrives alcanzaría los 100 km, prácticamente la distancia entre Bilbao y San Sebastián. Solo en España, que ostenta el puesto número 12 en el ranking de países que más contenido pornográfico consumen, el tráfico en PornHub desde que se decretó el estado de alarma ha aumentado un 61,3% en comparación con el mes anterior, febrero de 2020. Con tanta, tantísima, pornografía gratuita, la lógica invita a pensar en qué tiene de especial el formato de Only Fans. Alicia, nombre ficticio, lleva en Only Fans casi año y medio, y es una de sus fuentes de ingresos principales desde que vino de Venezuela, se “enamoró de España” y decidió quedarse. Tiene 26 años, el pelo largo, ondulado y oscuro, la piel clara y las piernas finas, fuma, le encanta la lencería. Comparte piso con su pareja y otros dos amigos, “ellos saben a qué me dedico”, explica, y es ahí donde graba y edita sus fotos y vídeos. Ahí es donde gana entre 500 y 700 euros al mes. “Yo vendo fantasía”, cree que es esa fantasía personalizada la razón por la que la gente paga, “porque no es tan frío, es algo más cercano. Los consumidores de este tipo de porno buscan compañía o poder hablar con alguien más allá de masturbarse, buscan más un refugio que una simple paja”. Estela Buendía, psicóloga especializada en sexología, trabaja en el centro sexológico Borobil de Bilbao y coincide en que “la exclusividad que podía ofrecer antes un reservado” se ha trasladado a la red y Only Fans sería uno de esos antiguos reservados o cuartos oscuros en los que había que pagar un plus.

Ellas producen, ellos consumen

Jorge y Alejandro, nombres ficticios, son suscriptores de Only Fans - Saturno y Aka, así los conocen en la red - y ambos consumen más contenido pagado que gratuito, porque consideran que la cercanía, el trato exclusivo y el que esté hecho por “chicas no profesionales”, amateur lo vuelve “más real” y sincero“. No son los únicos a los que el estilo amateur les atrae. En 2019, la palabra más buscada en PornHub fue precisamente esa, amateur. Jorge tiene 22 y Alejandro más de 35, no quiere especificar, y empezaron a ver porno en la adolescencia, a los 15 años, ninguno cuenta que son ”fans“ a amigos o familiares. En los dos últimos meses Jorge ha gastado 120€ en contenido de Only Fans, Alejandro intenta estar suscrito a ”una chica por mes“ y solo gasta los diez euros mensuales que cuesta cada suscripción. La oferta con la que ambos se encuentran es abrumadora. Tras una simple búsqueda en Twitter - introduciendo las palabras ”Only Fans España“ - aparecen más de 50, 60 y 70 cuentas de chicas que suben contenido sexual, casi siempre explícito, a esta plataforma de pago. También hay cuentas masculinas, pero escasean, como también escasean las fans femeninas. ”En el año y medio que llevo en Only Fans solo he tenido una suscriptora chica“, recuerda Alicia, que tiene ya más 100 suscriptores este mes.

Esta aparente tendencia, más chicas que chicos, coincide con los resultados del Barómetro anual de la empresa de preservativos Control. Según sus datos un 41% de los jóvenes que practica sexo a través de internet son hombres, frente al 27% de mujeres. “Hay muchos elementos que influyen”, explica Estela Buendía, “uno son las diferencias en el deseo de hombres y el deseo de mujeres, producto de una socialización diferente”. Estela considera que a las mujeres se les ha enseñado que su deseo se activa cuando es compartido y a los hombres que el derecho al placer es intrínseco a ellos, y, por ende, lo son los espacios, entre ellos, la pornografía. “La tendencia es que el deseo de las mujeres se activa con la mirada del otro, al sentirnos deseables”, señala Estela. Deseables. Así es como se sienten Alicia y Fedora Morelli cuando se graban para su Only Fans y es una de las razones por las que lo hacen. “Yo era una persona que no me terminaba de querer y ahora lo hago”, se enorgullece Fedora. Lo mismo le ocurrió a Alicia, y añade que le excita pensar que hay personas que no conoce que se ponen “cachondas” viéndola. “Soy la esencia de su fantasía”, presume.

“Yo quiero saltar al porno lésbico profesional”, dice Fedora.

¿Y dejar Only Fans?

No, pero quiero que alguien recuerde mi nombre.

¿Cómo?

Que digan, “mira esa es la diosa Morelli, que se folló a no sé quién”.

Tener, lo que llaman, cierto caché.

No, tener todo el caché.

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