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Coworking, compartir y colaborar

Espacio compartido en coworkingdonostia

Patricia Burgo Muñoz

La crisis y la falta de ofertas de empleo han empujado a muchos nuevos emprendedores y pequeñas empresas a buscar espacios comunes de trabajo. Es lo que se denomina ‘coworking’. Una modalidad que permite ahorrar costes en cuanto a infraestructura y que nació hace 8 años en Toronto (Canadá). “El Ayuntamiento de Toronto notó que con la crisis tenía mucho espacio municipal vacío y decidió cederlo a todas aquellas personas que tenían capacidad de trabajar pero no tenían oportunidades”, explica Mikel Estrada, fundador de Bilbao CoWork, una espacio que promueve el trabajo colaborativo en pleno centro de la capital vizcaína, “la idea tuvo tal éxito que se vieron obligados abrir otras dos plantas para albergar a todos los solicitantes”, cuenta Estrada, que vio en esta práctica una oportunidad.

Y es que esta nueva forma de colaborar ha empezado también a ganar espacio en nuestra cultura, que hasta ahora se ha basado en una forma más individualista de trabajar. Estrada puso en marcha el proyecto Bilbao CoWork hace dos años, y en este tiempo ha visto como el ‘coworking’ se ha abierto camino en Euskadi y va ganando adeptos a buen ritmo. Las ventajas económicas que permiten a los empresarios ahorrar en el alquiler del local o los gastos habituales de luz o agua, no son las únicas características que enganchan a los emprendedores. “Somos una gran empresa de pequeñas empresas en la que todos nos ayudamos para poder funcionar”, cuenta Estrada. No en vano Bilbao CoWork cuenta con más de 50 iniciativas que comparten espacio, experiencias y habilidades. “En casa no te viene el trabajo, nadie te conoce. Hoy en día tal y como están las cosas es mucho mejor compartir, no solo un espacio, también tu experiencia y conocimientos”, explica Estrada.

Así Bilbao CoWork, en plena mudanza a la Torre Iberdrola , prepara un gran espacio abierto en el que abogados, arquitectos, blogueros o ilustradores desarrollan su trabajo, comparten experiencias o incluso proyectos. “Nos reunimos por las mañanas, y ahí pueden surgir colaboraciones, por ejemplo entre un arquitecto, un decorador y un diseñador de interiores, que por separado no podrían afrontar un proyecto grande, pero la colaboración de los tres les permite abordar un gran proyecto”, explica Estrada.

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También las instituciones han sabido ver el potencial que tiene el ‘coworking’. El Ayuntamiento de Vitoria, por ejemplo, ha implantado este sistema de trabajo en su nuevo semillero de empresas que abrió este año en el Casco Viejo gasteiztarra con unas condiciones muy claras: empresas de nueva formación, dedicadas a las nuevas tecnologías. El edificio recuperado, se trata de la antigua escuela de Artes y Oficios, ofrece 16 locales de trabajo individuales, y compartidos, y tres espacios comunes, ya sea para reuniones, jornadas o conferencias.

María Gómez es una de esas jóvenes emprendedoras que se ha lanzado a la creación, junto con tres socios, de una nueva empresa dedicada al diseño audiovisual, ‘Kind Visuals’. Para ellos el semillero del Casco Viejo ha sido la opción perfecta para echar a andar. “Miramos oficinas, pero conocimos este proyecto del Ayuntamiento y nos encajó perfectamente”, cuenta Gómez, “te dan muchas facilidades, el precio del alquiler es asumible, te subvencionan los dos primeros años y puedes estar aquí hasta cinco”. La oficina que ocupan María Gómez y sus socios, es un local de techos altos y grandes ventanales que da una sensación de amplitud, algo que se agradece si se tiene en cuenta la cantidad de horas que los cuatro emprendedores deben pasar para sacar adelante un nuevo negocio.

“Poner en marcha una empresa cuesta mucho, son muchas horas, y tener un espacio de trabajo nuevo a un precio asequible en el centro de la ciudad es un privilegio”, reconoce la responsable de marketing. El ambiente que se respira en el edificio también ayuda a ello, y Kind Visuals ya ha podido cerrar algunos proyectos con colegas con los que comparten edificio, “hemos hecho un documental con unos biólogos que también trabajan aquí”, cuenta Gómez, “y es fácil que colaboremos con otras empresas, por ejemplo con unas diseñadoras que también acaban de poner en marcha su empresa”, añade. Y hay más ventajas, al ser empresas de nueva creación “es gente con muchas ganas y que curra un montón”, explica Gómez. Además el Ayuntamiento ofrece un servicio de ‘coaching’ para asesorar a los nuevos emprendedores en la aventura, sobre todo burocrática, que supone empezar un proyecto desde cero.

“Encontrar una oficina decente es un asco”, así de claro es Ángel Lafuente, un profesional de las tecnologías de la información que viendo las dificultades para encontrar un local adecuado y asequible en Vitoria, montó con otros socios ‘Senda 15’, un espacio de ‘cotrabajo’ en el Palacio Zuloaga, un edificio centenario en la zona noble de la ciudad. “En enero nos juntamos varias empresas del sector servicios y montamos este espacio, es una forma de trabajar sin tener que invertir”, explica Lafuente, “porque hay mucha gente que trabaja en casa, pero si por ejemplo tienes familia es imposible, aquí tenemos un espacio, unos servicios que si no no podríamos permitirnos”. Para Lafuente, un espacio de trabajo compartido es como una red social que permite crear líneas de colaboración “aquí no te tomas un café con un compañero, lo tomas con otra empresa y así surgen ideas, proyectos o colaboraciones”. Seis empresas que van desde el diseño, la ingeniería o la informática ocupan ‘Senda 15’ y se benefician de estas ventajas.

“Estaba cansado de la soledad del trabajo y se me ocurrió compartir”

El caso de’ coworkingdonostia’ tiene historia. Hace dos años Miguel Usabiaga, arquitecto de profesión y escritor de vocación -ha publicado varias novelas-, decidió que su estudio situado en el centro de San Sebastián, se le quedaba grande y sobre todo vacío, “estaba cansado de la soledad del trabajo y se me ocurrió compartir” confiesa con media sonrisa.

Dicho y hecho, retocó el estudio que ocupa un espacio industrial rehabilitado junto al parque Cristina Enea. Un lugar amplio, de techos altos y grandes mesas apoyadas sobre ruedas de bici, porque como buen arquitecto Usabiaga otorga al espacio un valor en sí mismo, “el espacio tiene que ser cualificado, interesante arquitectónicamente, porque hace que la gente se sienta bien, por lo que he podido ver en otras ciudades los espacios de ‘coworking’ que han funcionado tienen esta cualidad”, explica.

Y ‘coworkingdonostia’ funciona. Ocho empresas tienen su sede aquí, en ellas trabajan diez personas que se dedican al diseño web, fotografía, formación online o publicidad, un perfil profesional que se suele repetir en el trabajo colaborativo, “no es un precepto de partida, pero son estas profesiones las que están más abiertas a esta fórmula y a compartir sus proyectos y experiencias” dice Usabiaga, que de hecho ha contado con la colaboración del fotógrafo para las instantáneas de sus novelas. El fotógrafo ha pedido ayuda a los diseñadores web para hacer su página, y los publicistas también han puesto su grano de arena en estos proyectos. En definitiva, una cadena de trabajo que repercute en todos. Otro ejemplo: las fotografías que ilustran este artículo son por supuesto del fotógrafo de ‘coworkindonostia’. “No es el trabajo principal de cada uno de nosotros”, explica Usabiaga, “pero son saltos de cualidad, surgen allí mismo y allí mismo se solventan”.

En estos tiempos de crisis en los que emprender es una necesidad pero a la vez una aventura, Miguel Usabiaga define muy bien el espíritu del ‘cotrabajo’: “ese colchoncito de sentirse con otros, no solo para compartir gastos, te anima cada día a trabajar”.



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