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Timor Oriental, un país acechado por la pobreza y el cambio climático que busca reconstruirse

Una inundación en Dili (Timor-Oriental)

Maialen Ferreira

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Ubicado en el Sudeste Asiático, en medio del Pacífico y cerca de Australia, se encuentra Timor Oriental, un país con poco más de 20 años de vida después de haber sido colonizado por Portugal desde el siglo XVI hasta 1975 y más tarde lograr la independencia de Indonesia, que que invadió el país hasta el año 1999. En 2002, tras unas elecciones que contaron con una participación de cerca del 90% de la población, Timor Oriental logró su ansiada independencia. Sin embargo, los problemas derivados de la marcha de los indonesios y de la violencia ejercida por estos durante las elecciones y la necesidad de construir el país trajeron consigo pobreza económica y falta de recursos, afectando especialmente a los menores de edad.

“Se trata de un país joven que tiene también una población muy joven. Uno de los problemas más duros es la malnutrición de los menores sobre todo por problemas de información sobre la alimentación de los bebés. Cuando los indonesios se marcharon acabaron con todo a su paso y, más allá de la violencia que ejercieron, destruyeron escuelas, hospitales y viviendas, por ello actualmente existen problemas de educación, de salud en cuanto a la vacunación y también hay violencia en las familias”, sostiene Ainhoa Jaureguibeitia, representante de Unicef en el país.

Entre los proyectos que lleva a cabo Unicef en el país, se encuentran los enfocados a la salud, que tratan de reducir la mortalidad infantil y materna, así como incrementar el acceso al agua potable y el saneamiento; los enfocados a la educación, que proporcionan instalaciones, material y habilidades educativas tanto a niños como a sus profesores; programas de protección infantil que ayuden a implementar sistemas y servicios institucionales efectivos que prevengan y respondan al abuso, la violencia y la explotación infantil; así como programas para crear alianzas entre el Gobierno del país, medios locales y agentes externos, como ONGs.

“Ofrecer ayuda humanitaria en un país aparentemente tranquilo como puede ser Timor Oriental, en comparación con otros países donde la violencia es más latente, puede tener sus cuestiones positivas, como que aquí tenemos un fácil acceso a los niños y podemos desarrollar los programas sin interrupciones”, explica Jaureguibeitia, que asegura que parte de la violencia que sufren los menores ocurre dentro de sus familias debido a “la disciplina” que ejercen sobre ellos.

El cambio climático ha afectado duramente al país creando tormentas e inundaciones en un territorio que ya de por sí vulnerable debido a los miles de terremotos que sufre al año. Tanto Timor Oriental como Indonesia se asientan sobre el llamado “Anillo de Fuego del Pacífico”, un área de gran actividad sísmica y volcánica sacudida por unos 7.000 temblores al año, la mayoría moderados.

Más allá de eso, sus principales retos son la reconstrucción de su infraestructura y el fortalecimiento de su joven administración gubernamental. Cuentan, además, a largo plazo, con un proyecto de explotación de petróleo y gas natural en las aguas del sureste. Otro de los potenciales activos también a largo plazo es el turismo gracias a las playas paradisíacas y a las montañas que ofrece la isla. “Es un territorio muy poco explotado. Tiene potencial de turismo gracias a sus cataratas, cascadas, montes y playas, sin embargo, es algo que por el momento no se ha trabajado. La movilidad por el país es muy complicada también porque las carreteras no están en buen estado y también son difíciles las conexiones con Europa y América”, concluye la representante de Unicef, que a modo de anécdota confiesa que desde Bilbao hasta Timor Oriental suele tardar tres días de viaje.

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