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Rufus Wainwright, deslumbrante en Donostia a pesar de algún que otro despiste

Rufus Wainwright, deslumbrante a pesar de algún que otro despiste

elDiario.es Euskadi

Donostia —

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Rufus Wainwright ha estado deslumbrante y rotundo en su concierto en la segunda jornada del festival de jazz de Donostia en el que el portento de su voz ha logrado cubrir algún que otro despiste, fundamentalmente con los acordes de su guitarra. El recital en el Kursaal de la capital donostiarra ha arrancado con el “Agnus dei” y ha finalizado con el “Hallelujah”, de Leonard Cohen, uno de los referentes del artista y abuelo de su hija.

Matices religiosos para una velada en la que Wainwright, que nunca ha escondido su rechazo a Donald Trump, se ha dirigido también a la vicepresidenta de Estados Unidos, a la que ha denominado “wonderful” Kamala Harris, en la introducción al tema “Going to a Town”. Intimista en sus canciones y prolífico en parlamentos y explicaciones, Rufus Wainwright ha hecho un repaso de su dilatada carrera musical.

Este hijo de “trovadores” -sus padres son los cantantes de folk Loudon Wainwright III y Kate McGarrigle- bebe del folk y fusiona géneros con la misma tranquilidad con la que compone una ópera, un musical o un réquiem como el “Dream Requiem”, que estrenó el pasado mes de junio en París con Meryl Streep como narradora.

Tras un convincente “Montauk”, del álbum 'Out of the Game' de 2012, Wainwright se ha trastabillado en “Sanssouci”, un tema dedicado al castillo de este nombre situado en Alemania. De hecho, se ha visto obligado a parar y retomar la canción que ha acompañado con la guitarra, un instrumento en el que ha demostrado que se maneja con menor destreza que con el piano.

Una voz que abruma

En lo que sí abruma este músico y constituye su mayor tesoro es su capacidad vocal. Rufus Wainwright está dotado de un prodigio de voz que maneja como quiere en agudos y graves y que además está repleta de matices. Puede ser cálida, atronadora y delicada al mismo tiempo. Con la guitarra ha acometido 'He loved' la aria final de su segunda ópera 'Hadrian', inspirada en el libro 'Memorias de Adriano', de Marguerite Yourcenar y que, como ha recordado al público, se interpretó en el Teatro Real de Madrid en 2022.

De vuelta al piano, ha entonado uno de sus hitos, 'The Art Teacher', incluido en su disco 'Want Two' de 2004, que ha dado paso a 'Ready for Battle', de su musical 'Opening Night', que como ha dicho desde el escenario no dejó indiferente a nadie y “encantó o no gustó nada”. “Muy en mi estilo”, ha señalado.

Como es habitual en sus conciertos, el artista neoyorquino ha ido desgranando anécdotas como alguna que le ocurrió en Barcelona, la ciudad que para él “es la meca del universo”, a raíz de un malentendido por la traducción de las palabras 'inspirar y expirar'. En “Earning Morning Madness', del disco que publicó en 2020 'Unfollow the Rules', Wainwright ha desplegado una potencia 'in crescendo' para concluir este tema, dedicado a la resaca, con un acorde que ha sido un auténtico manotazo sobre el piano con la mano izquierda.

No han faltado algunos de sus himnos, como 'Gay Messiah', 'Cigarettes and Chocolate Milk“ y su versión de 'So Long Marianne' de Leonard Cohen, en la que ha vuelto a tener algún titubeo con la guitarra. Para terminar, Wainwright ha dedicado el primero de sus bises, 'Going to a Town', a su marido Jörn Weisbrodt y su perro Sigfrid para rematar la noche con el aplaudidísimo 'Hallelujah'. El público sin embargo quería más y el artista ha regalado la delicada 'Complainte de la Butte', una canción francesa compuesta para la película 'French Cancan' (1955) de Jean Renoir, informa Efe.

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