El viaje de Marouane Ziad de ser un menor no acompañado a convertirse en un adulto independiente en Euskadi
Marouane Ziad se despidió de su Marrakech natal en 2018, con 17 años. Allí dejó a su hermana, a su abuela y a su madre. Su padre falleció diez años antes y él se sintió con la responsabilidad de sacar adelante a su familia. “Aunque mi madre intentaba ofrecernos todo lo que podía, cuando no tienes padre es complicado, porque ella sola no podía con todo. Por eso sentí que tenía que salir de Marruecos y ayudarles yo”, confiesa. Así fue como decidió dejar sus estudios en primero de Bachillerato y viajar hasta España con la ayuda de un amigo.
Una vez en Bilbao, como menor extranjero no acompañado, vivió en dos centros de acogida hasta que cumplió los 18 años, edad en la que la tutela deja de ser de la Diputación y deben valerse por sí mismos. “Me dejaron un mes más después de cumplir los 18, pero no pude estar más y acabé durmiendo en la calle una semana. No encontraba una habitación porque me decían que por ser joven y árabe podía ser un desastre. No tenía a dónde ir y, aunque estuve poco tiempo en la calle, lo pasé mal hasta que encontré un sitio donde dormir”, asegura. Una vez logró alquilar una habitación, se puso en contacto con el programa Hemen de información y orientación para jóvenes extutelados procedentes de centros de menores, que es el resultado de un convenio firmado entre la Diputación de Bizkaia y la organización Zehar-Errefuxiatuekin.
Gracias a ese programa, ha podido inscribirse en un curso de Formación Profesional relacionado con la instalación y el mantenimiento de equipos de refrigeración. Actualmente se encuentra en el segundo año y dentro de poco comenzará a realizar prácticas en una empresa. “Espero que me contraten. Es verdad que hay chavales que vienen y provocan problemas, pero es como en todo el mundo. Hay gente mala y gente buena. Por ser marroquí no significa que seamos malos. Algunos que vienen a estudiar y a buscarse una vida estable y otros a buscar problemas y esos son los que al final acaban mal”, señala, tras confirmar con una sonrisa que sigue hablando todos los días con su madre. “Si no, se preocupa”, confiesa.
El programa Hemen, formado por distintas entidades, cuenta con trabajadores sociales, educadores y abogados que asesoran y acompañan a los jóvenes que acaban de salir de los centros de acogida para que puedan estudiar, trabajar y regular su situación en Euskadi. “El programa Hemen está muy enfocado a los menores no acompañados. En él se siguen unos pasos que están perfectamente estudiados. La realidad actualmente es que es difícil contabilizar cuántos jóvenes hay en las calles, porque es una población que no se siente segura y que necesita confiar en una persona para darle información sobre dónde está. Todos los esfuerzos que se hacen son necesarios porque la vivienda es un problema fundamental. Para ellos es muy difícil acceder a un alquiler y lograr ayudas económicas si no están trabajando o no cuentan con padrón. Es un colectivo que necesita seguir siendo acompañado para que no acabe en una situación vulnerable”, detalla la recientemente nombrada directora de Zehar -Errefuxatuekin, Arantxa Chacón, que ha destacado que la reforma del reglamento de Extranjería aprobada el pasado octubre facilita que los menores y jóvenes extranjeros puedan conseguir permisos de residencia y trabajo.
Las solicitudes de asilo caen un 44%
Chacón ha realizado estas declaraciones este miércoles en Bilbao durante la presentación de los datos de asilo de 2021, en los que se muestra que las solicitudes han caído un 44% en Euskadi. En concreto, 1.724 personas han pedido asilo frente a las 3.085 que lo solicitaron a lo largo del año anterior: 879 en Bizkaia, 549 en Gipuzkoa y 296 en Álava. Entre las razones de la caída del número de solicitudes, según ha explicado, está sobre todo, el cierre de las fronteras por la pandemia de la COVID-19.
La pandemia también ha hecho que cambie el perfil de las personas que llegan a España en busca de protección. Si bien en los años anteriores la mayor parte de los solicitantes provenían de El Salvador, Honduras o Perú, en 2021 la mayoría de las personas eran de Marruecos, Mali y Senegal. A pesar de ello, las dos principales nacionalidades solicitantes siguen siendo Venezuela y Colombia. “Normalmente suele haber el mismo número de hombres que de mujeres solicitantes de asilo, pero este último año ha cambiado. En España el 64% de los solicitantes eran hombres frente a un 35% de mujeres. Tiene que ver con que las rutas por tierra y por mar se están volviendo cada vez más peligrosas y quienes más arriesgan son los hombres”, indica Chacón, que ha recalcado que una de las reivindicaciones de su organización es que las rutas sean más seguras para los migrantes en tránsito.
Aunque consigan llegar a España, la realidad es que el 70% de las solicitudes de asilo son denegadas. El caso de Colombia, nacionalidad en la que se han denegado un 94% de las solicitudes, resulta “muy llamativo”, según indica la directora de Zehar. “Reivindicamos que detrás de cada persona hay una historia y que es necesario que el análisis de todas las solicitudes se haga de forma individualizada. Todo viene a indicar que las solicitudes se resuelven en función del país del que provienen. Si se considera que es un país en el que no se vulneran los derechos fundamentales, se deniegan las solicitudes. Si no estudian los casos no pueden saber si realmente sus vidas están en peligro”, lamenta Chacón.
Cambio de marca de la organización
En cuanto a las personas atendidas por Zehar en Euskadi, según ha explicado su directora, han ascendido a un total de 331, en su mayoría hombres, pero también familias con menores en los dos centros que gestiona la organización, uno de ellos ubicado en Oñati y el otro en Tolosa. A pesar de que ambos se encuentran en Gipuzkoa, atienden a los migrantes que llegan a cualquier parte de Euskadi. 239 de esas personas se quedaron en el centro de Oñati y la mayoría eran hombres jóvenes procedentes del Magreb, mientras que a Tolosa llegaron 92 personas, fundamentalmente también hombres solos, pero del norte de África.
Este miércoles, además de los datos, desde Zehar han querido presentar el cambio de su marca, que pasa de ser CEAR-Euskadi a Zehar-Errefuxatuekin. Con el nuevo nombre -que es en euskera e incluye la frase “con los refugiados”- lo que buscan es afianzar el origen vasco de la organización, que ya lleva 25 años en funcionamiento en el territorio, y destacar el camino que recorren los migrantes refugiados con el juego de palabras que implica “zehar”, puesto que “zeharkatu” en euskera significa “recorrer”.
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