Media España incluida la Comunidad sigue vaciándose, en beneficio de Madrid y costa mediterránea
El oeste español sigue vaciándose demográfica, social y económicamente, en beneficio de un puñado de comunidades como Madrid, Cataluña, Valencia o Murcia, que continúan concentrando población y son receptoras de la mayor parte de las migraciones interiores en el país, de un territorio a otro.
Este miércoles pasado el Instituto Nacional de Estadística (INE) daba a conocer las cifras de población española, con detalle también de comunidades autónomas y provincias a fecha 1 de julio pasado, apenas dos semanas después de que se dieran a conocer a finales de diciembre las de seis meses antes, 1 de enero de 2019.
La tendencia al compararlas se mantiene, y media España se despuebla en beneficio de un puñado de comunidades que representan la otra mitad del territorio; las oportunidades económicas y de trabajo atraen a ellas la inmigración extranjera, pero también las migraciones interiores entre comunidades de la que Extremadura es un buen ejemplo con salida continua, principalmente de jóvenes, hacia Madrid, Cataluña y Andalucía.
En ese segundo semestre del año pasado la Comunidad perdió 2.627 habitantes (o 2.610 según otros datos del INE debido a la provisionalidad de los mismos) y fue la más desfavorecida al decir adiós a un 0,25% de sus residentes, cuando en el semestre anterior la de peor comportamiento había sido Asturias.
De nuevo resultaron negativos para la región los saldos con resto de comunidades y el vegetativo (diferencia entre nacimientos y defunciones, algo que sin embargo es mal común de toda España), mientras resultó positivo el balance de idas y venidas del extranjero.
Cuatro grandes perdedoras
Tras el 0,25% de bajada de Extremadura se situaron Asturias con un retroceso del 0,22% (perdió 2.191 personas), Castilla y León (-0,20%, -4.800 residentes) y Galicia (-0,06%, -1.615 personas).
La media española fue un crecimiento poblacional del 0,35%, un incremento que volvió a concentrarse entre un puñado de territorios, como Madrid, Cataluña, Valencia, Murcia, Navarra, y los dos archipiélagos, canario y balear; esas siete comunidades crecieron por encima de la media, seis por debajo, y cuatro, además de las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, decrecieron.
Comunidades prósperas como Euskadi, Rioja y Aragón estuvieron por debajo de la media, también Andalucía, Castilla-La Mancha y Cantabria, región esta última que apenas incrementó su población en un 0,05%.
Desde Coruña hasta Badajoz y Ciudad Real
Todo el oeste español perdió habitantes, con algunas excepciones como las provincias occidentales andaluzas de Huelva, Sevilla, Córdoba y Cádiz, y la gallega de Pontevedra (con su área industrial de Vigo), provincia esta última que fue la única de esa comunidad que no disminuyó en residentes.
Sí lo hicieron, en una tendencia que parece imposible de romper, 16 provincias del occidente español: La Coruña, Lugo y Orense en Galicia; Asturias; en Castilla y León lo hicieron León, Zamora, Salamanca, Palencia, Valladolid, Ávila y Segovia, de modo que solo se salvaron Burgos y Soria, las más orientales; perdieron habitantes Badajoz y Cáceres, pero también Ciudad Real en el occidente de Castilla-La Mancha, al igual que lo hizo Cuenca, dentro de una comunidad en la que se salvaron -por su proximidad a Madrid, Valencia o Murcia- tres: Toledo, Guadalajara y Albacete, que ganaron población.
Badajoz pasó de 672.493 habitantes que tenía a 1 de enero de 2019, a 671.079 (1.414 menos) el 1 de julio, y Cáceres de 392.931 a 391.718 (1.213 menos). Extremadura quedó a 1 de julio con 1.062.797 personas.
Economías de concentración, turismo
Para Marisa Rastrollo Horrillo, consultora extremeña especialista en modelo socioeconómico, los desequilibrios territoriales actuales están forzando las migraciones, lo cual sin embargo no garantiza automáticamente el bienestar en los lugares de acogida: “Este fenómeno no optimiza la relación entre calidad de vida y nivel económico, las grandes ciudades generan también grandes efectos negativos por tanta concentración de población”
El modelo de desarrollo actual favorece unas economías de concentración que tienen efecto llamada, “la gente llama a la gente”, y eso “a su vez aumenta la actividad económica”.
Por el contrario el tejido empresarial en zonas tan despobladas como la extremeña “tiene difícil sobrevivir en un modelo de desarrollo así compitiendo con grandes empresas, por eso no queda otra que fomentar modelo intangible, de mayor eficiencia”.
Esta consultora, laboralmente a caballo entre Badajoz y Málaga, llama la atención sobre esa polarización oeste-este español, “cuando antes eran el norte y el sur”, motivada en gran parte porque “en el este es donde está fundamentalmente toda la costa y dado que nos basamos en una economía de turismo los grandes focos de atracción se producen en zonas costeras”
“Está claro que a nivel público”, reclama, “tienen que empezar a ver que esto no es sostenible en lo económico y tampoco en lo ambiental, y aunque estos procesos de concentración y urbanización son hoy por hoy inevitables, hay alternativas”.
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