El camalote campa a sus anchas en el Guadiana a su paso por Mérida
Aguas quietas, contaminación por los abonos y fertilizantes de la agricultura, y altas temperaturas. El camalote ha encontrado su caldo de cultivo en el río Guadiana. Allí se reproduce en una nueva temporada desde hace semanas, y a pasos agigantados.
Esta planta amazónica, que alguien tiró al agua hace una década sin medir las consecuencias, crece sin complejos por todas las márgenes del río a su paso por la ciudad de Mérida. Se reproduce de manera espectacular, cada vez ocupa más extensión, y lo seguirá haciendo hasta que se vaya el calor.
140 toneladas diarias
Hasta 140 toneladas de camalote se retiran a diario del río a su paso por Extremadura. La Confederación Hidrográfica del Guadiana tiene a unas 20 personas asignadas para paliar el crecimiento del camalote en estos momentos, con 8 embarcaciones, un camión y una retro.
Pero lo planta sigue creciendo, y come terreno a orillas e islotes. Sin complejos, a toda prisa.
Antonio Gentil, de la asociación conservacionista Adenex, explica que su crecimiento es explosivo en la actualidad pese a los trabajos de confederación. “Lo único que podemos hacer es controlarlo, pero no eliminarlo”, según ha explicado.
El motivo es que el clima es propicio y que el Guadiana tiene miles de plantones que flotan en toda su cuenca. Y no solo eso, sino que cualquier brote de 2 centímetros puede reproducirse a toda rapidez, al igual que las semillas. “Tenemos que aprender a convivir con él, y confiar en la labor que hace la administración, con la contratación de personal para su erradicación”, señala el representante de la asociación conservacionista.
Otro de los aspectos a los que se refiere es al hecho de que el camalote no se puede combatir con productos químicos o elementos agresivos para el río, sino que se retira con maquinaria y cuadrillas de personas. Esto sea que los trabajos sean más lentos.
Ha llegado hasta Portugal
Según confirmaba semanas atrás la Confederación Hidrográfica del Guadiana, esta planta sigue sobrepasando barreras y se extiende desde la desembocadura del río Zújar hasta la frontera con Portugal. Las mayores masas de esta planta invasora se concentran desde la estación depuradora de Don Benito hasta aguas arriba de Mérida (barrera de las Tijeras).
Se deja ver con fuerza en la capital extremeña, alrededor del Puente Romano. También en la desembocadura del río Albarregas. La confederación explica que no se puede hablar de una inversión anual fija para combatirlas, “depende de necesidades y de disponibilidad de fondos”. En la actualidad estaríamos entre 500.000 y 1 millón de euros al año.