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Más de 180.000 ciudadanos atenderán las mesas electorales y cobrarán 65 euros en concepto de dieta

Daniel Salgado

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Las elecciones gallegas del 12 de julio se asoman a un territorio incierto. Suspendidas en marzo por acuerdo de los partidos cuando irrumpía en Galicia la epidemia de coronavirus, Feijóo las reconvocó unilateralmente mientras la oposición advertía de posibles riesgos sanitarios. Tampoco los votantes parecen tenerlas todas consigo. Un tercio de ellos, según la encuesta de Celeste-Tel elaborada para eldiario.es, podrían pasarse a la abstención si hubiese un rebrote. La COVID-19 es uno de los elementos que pueden condicionar los resultados electorales. Desde luego, el más improbable y el más incontrolable.

“Obviamente la pandemia va a ser un factor determinante. Pero no se sabe de qué manera, porque es algo nuevo. No hay un histórico con el que comparar”, acierta a resumir Carlos Neira Cortizas, economista e investigador social, “por lo tanto, está todo sujeto a opiniones”. La oscuridad demoscópica es el principal rasgo destacado por los analistas consultados para este texto. Nadie aventura qué puede suceder, pero todos intuyen que algo va a suceder. Neira Cortizas remite a otro de los procesos electorales transcurridos con el coronavirus de fondo, las municipales francesas, en busca de patrones de comportamiento. “Cayó el porcentaje de participación, lo que no está tan claro es que perjudicase a un bloque de fuerzas en particular. Los efectos son tranversales”, señala.

Tampoco Sergio Gómez, de la empresa Estudios Sociais de Galicia, se atreve a realizar afirmaciones categóricas. El escenario es volátil. “En un mes cambia todo muchísimo”, dice, “y si en las semanas previas al 12 de julio hay un rebrote muy marcado, la epidemia puede influir”. Al reanudar el proceso contra la opinión de PSdeG, Galicia en Común y BNG, el presidente de la Xunta se escudó en cuatro informes sanitarios según los cuales, argumentó, la semana del 12 de julio era la menos propensa a la reaparición del coronavirus. En realidad, tampoco esos documentos eran concluyentes.

Gómez explica como en “circunstancias excepcionales, críticas o conflictivas” la participación electoral tiende a aumentar. Pero añade que, aunque esa es la situación a nivel estatal, en Galicia es diferente. “La tensión está más rebajada. La oposición gallega no sido tan beligerante como la del Congreso. Y el perfil de Feijóo es más moderado, incluso de oposición interna en el PP a Casado”, define, “de hecho, parece que las elecciones gallegas no están sobre la mesa más que para un puñado de gente”. Aunque el propio Feijóo no abandonó prácticamente nunca su traje de candidato, lo cierto es que buena parte del estado de alarma discurrió en Galicia con la oposición en sordina y el presidente ocupando todo el panorama.

“El monopolio comunicativo da a Feijóo una enorme ventaja”, considera Manuel M. Barreiro, analista político, ensayista y alto cargo del Gobierno bipartito entre PSdeG y BNG. A su ver, esa es la condición primera de la estrategia del PP, sustentada en dos vigas maestras de cara al 12 de julio. Una, la evasión de responsabilidades: “No toma ninguna iniciativa, pero se apunta a la estrategia del gorrón y se apropia de las de otros”. Dos, “la situación de inseguridad suele ser funcional al continuismo”. Todo sucede con el campo de batalla cegado a la alternativa. “El espacio donde se construye en Galicia el discurso crítico, la movilización en la calle, está clausurado”, argumenta, “lo sustituyen los medios de comunicación, pero la inmensa mayoría de ellos están por el continuismo y por el acoso y derribo de la coalición progresista en el Estado”.

En ese contexto los gallegos entrarán a los colegios electorales. Si la epidemia afectará o no es, también para Barreiro, una incógnita. Aunque no total. “Una de las variantes que influyeron históricamente en la participación en Galicia fue la climatología. Ahora está la variante sanitaria, que influirá”, dice, pero coincide en cierta modo con las conclusiones que Neira Cortizas extrajo del ejemplo francés: “No tengo tan claro que no vaya a afectar por igual a todos. Tal vez más a los mayores, o al voto moderado que oscila entre el PSOE y el PP... No está claro”.

Recoger el voto en casa

Entre algunas de las medidas que la Xunta avanzó para votar en tiempo del coronavirus se encuentra el habilitar un procedimiento para recoger el voto en casa. La Junta Electoral lo ha aceptado. Más allá de que sirva o no para reparar la participación, a Barreiro le preocupa. “Allá por el 15M, una de las reclamaciones para una democracia de mayor calidad consistía en que las papeletas no deberían ni siquiera poder salir de los colegios electorales. Ahora quieren ir a buscarlas a los domicilios...”, señala. Justo este sábado trascendían algunas de las prácticas con las que el Partido Popular de Fraga Iribarne se convirtió en inexpugnable en el voto exterior y cimentó sus mayorías absolutas.

Antón Baamonde, ensayista y articulista político, resume su visión de la política gallega con el sintagma “Santa Resignación”. No cree que el coronavirus vaya a ser decisivo en ningún sentido. “Podría influir si hubiese rebrotes. Pero Feijóo escoge el 12 de julio porque es cuando supone que no los va a haber. Busca condiciones especiales para los mayores, su clientela”, afirma, “en todo caso, aunque vuelva el virus, su maquinaria va a crear una sensación de tranquilidad, verdadera o falsa”. Porque para Baamonde “el elemento central” de la gobernación según Feijóo es “su control de los medios de comunicación, la prensa dando palmas y aplaudiendo con las orejas”. Según su opinión, construye el paisaje informativo “para hacer una versión de los hechos favorable a los intereses electorales de Feijóo”. Que resume básicamente en el relato “frente a un Gobierno español de homeless y okupas, aquí hay gente seria”. “La ciudadanía gallega apenas tiene elementos de contraste”, concluye.

Pero si algo ha quedado de manifiesto durante los casi tres meses de pandemia es que nada permanece. La situación resulta altamente voluble, cambiante. Y, a decir de Sergio Gómez, de Estudos Sociais de Galicia, lo va a seguir siendo. 12 de julio incluido. “La gente está asumiendo muy rápido las nuevas realidades. Cuando se comenzó a hablar de elecciones hace apenas 15 días, todo el mundo se llevaba las manos a la cabeza. Ahora miras por la ventana y la calle está llena. Pero si hay un repunte, en otros 15 días puede cambiar todo otra vez”, sintetiza.

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