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Rebecca Horn, la pionera de la performance feminista que liberó al cuerpo de sus fronteras

Rebecca Horn durante la inauguración de su retrospectiva del año 2000 en Galicia.

Alejandro Alcolea

Mallorca —

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Una mujer camina bajo los árboles de un bosque frondoso y oscuro con un destello inexplicable sobre su cabeza. Cuando es atravesada por unos rayos de sol podemos verlo mejor. Está semidesnuda y sale a pasear por un campo de trigo, luciendo un largo cuerno blanco y brillante sujetado por unas correas a su cuerpo. Se trata de ‘Unicorn’, una de las obras de performance más destacadas de Rebecca Horn, interpretada por una de sus alumnas, con las que entraba de lleno en las vanguardias del arte mundial en los años setenta.

“Es una pieza emblemática de sus series fílmicas, donde a través de las adiciones de prótesis al cuerpo, todo se transforma. Es la idea de algo que sale de su cabeza y va hacia el cielo llevando su espíritu y su pensamiento hacia otra esfera. Su obra es ahora más fresca que nunca, porque es completamente política desde lo personal y su experiencia física en el mundo”, explica Sergio Edelsztein, comisario de arte y amigo de la creadora, que falleció el pasado fin de semana.

Nacida en 1944 en Michelstadt, Alemania, Rebecca Horn ha sido una referencia para diferentes generaciones de artistas, una autora de culto para el mundo del arte, cuya obra multidisciplinar es considerada una de las más importantes de la segunda mitad del siglo XX e inicios del XXI. Fallecida el pasado 6 de septiembre a los 80 años en la localidad de Bad König, Hesse, Alemania, la pionera de la performance feminista deja un legado indiscutible, pero también un lado muy humano que todos sus cercanos recuerdan.

Su huella en la historia es la de toda una vida dedicada al arte y a la exploración del cuerpo que tiene una gran importancia a escala internacional, pero también para España, exponiendo su obra inicialmente en Barcelona y, más adelante, en Galicia y las Illes Balears. No obstante, hay un lugar de singular importancia para la artista, que recordaba de viajes con sus padres, y es el municipio de Pollença, en Mallorca, donde tenía una casa-taller que le servía de refugio durante largas temporadas. 

“Para mí era un verdadero mito del arte y verla pasar por la plaza de Pollença me parecía algo imposible, como si me encontrase con una estrella de cine”, explica Catalina Joy, residente del municipio que trabajó con ella durante el año 2003 organizando su primera exposición en Mallorca, en la iglesia del Convento de Sant Domingo de Pollença. Con esta muestra, titulada ‘Moon Mirror’, Rebecca Horn aterrizaba su actividad artística en Mallorca tras haber visitado los dos veranos anteriores los proyectos de los artistas Susy Gómez y Jaume Plensa en el mismo espacio. 

Nadie sabe con exactitud cuándo llegó a la isla, quizás por su naturaleza reservada, pero quienes la conocieron coinciden en que la artista empezó a dejarse ver por Mallorca a partir de los años noventa. Decidió instalarse en El Calvario, un lugar emblemático del municipio de Pollença de la Serra de Tramuntana, tras comprarle la casa a una marchante de arte. La orfebre Luisa del Valle, amiga de la creadora durante muchos años, rememora su llegada en este preciso lugar, donde celebraban juntas las navidades acompañadas de sus amigos, artistas, escritores y galeristas de la época.

Un año después de la exposición en Pollença, Rebecca Horn participó en la inauguración del museo Es Baluard con la instalación ‘La luz prisionera en el vientre de la ballena’ en uno de sus espacios más singulares, un antiguo aljibe restaurado de más de 350 metros cuadrados que antiguamente abastecía de agua dulce a todo el barrio del Puig de Sant Pere y a los barcos que llegaban al puerto de Palma. El mar resonaba con fuerza en su mente y le parecía que el aljibe era un lugar perfecto para acoger esta obra, presentada anteriormente en el Palais de Tokyo de París. 

Para David Barro, actual director del museo Es Baluard, una de las cosas que más le atrajo siempre del museo es “la obra ‘Three Graces in Blue’ de Rebecca Horn, expuesta de manera permanente en uno de los patios del espacio y que pertenece a la Colección, como también ‘La Ferdinanda X-Ray’, protagonizada por unas tijeras, objeto clave de una de sus performances, donde se corta el pelo con dos tijeras a la vez”.  “La de Rebecca Horn es una gran pérdida para el arte contemporáneo. Su recuerdo permanecerá vivo para siempre”, concluye.

El Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía tiene también diferentes obras de la artista entre su colección. Su director, Manuel Segade, destaca que Horn “es una artista pionera de la segunda ola internacional del feminismo a través de una visión que une, a través de la poética, el cuerpo de las mujeres y de la máquina no alejada del mundo natural”. “En la colección tenemos muchas obras fundamentales de su carrera, pero también hay otras más recientes de los años 2000 cuando vivía en Mallorca”.

Es una artista pionera de la segunda ola internacional del feminismo a través de una visión que une, a través de la poética, el cuerpo de las mujeres y de la máquina no alejada del mundo natural. En la colección que tenemos en el Reina Sofía hay muchas obras fundamentales de su carrera, pero también hay otras más recientes de los años 2000, cuando vivía en Mallorca

Manuel Segade Director del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía

La educación artística más allá de las aulas

Sin embargo, Rebecca Horn no solamente se dedicó a la creación artística a lo largo de su carrera, si no que también estuvo especialmente volcada en la pedagogía, como profesora en la Universidad de las Artes de Berlín. Pero ella tenía el impulso de ir más allá y, por ello, intentó comprar una fábrica abandonada en Pollença para construir un centro de residencias artísticas. Tras no poder conseguirlo, fundó en la región de Odenwald, cerca de Fráncfort, la Moontower Foundation, una fundación privada a la que dedicó gran parte de su tiempo.

Pero más allá de ser profesora en la universidad, también quiso acompañar a su alumnado fuera de las aulas como comisaria de los proyectos en los que se iniciaban. De hecho, organizó la exposición colectiva ‘Rites of Passage’ de 2008 llevando a sus estudiantes Antonio Paucar, Ali Kaaf, Erick Meyenberg, Jakob Schaible, Carola Schmidt y Markus Wüste a exponer sus trabajos en la Galería Maior, fundada, precisamente, en Pollença.

La galerista Jero Martínez recuerda que “venía mucho por la galería, hasta que un día nos dijo que le hacia mucha ilusión organizar una muestra de sus alumnos”. “Entonces, fui de viaje con ella a Alemania para conocerlos a todos y organizar este proyecto con el que dimos a conocer su trabajo en su país de origen”, explica a elDiario.es.

Una de las exposiciones más destacadas de Rebecca Horn en la isla fue en 2009 en la Galería Pelaires de Palma, que organizó la muestra ‘Aigüestortes’ con motivo de su 40 aniversario y que tuvo como protagonistas a la creadora alemana junto con Jannis Kounellis, uno de los más destacados exponentes del Arte Povera. Durante el montaje, la comisaria de arte Pilar Rubí y el realizador Pablo Bujosa documentaron el proceso en una película con el mismo título donde ambos artistas reflexionan sobre la creación artística.

“Fue muy importante para nosotros que una artista tan importante decidiera formar parte de nuestro equipo. Es algo que va más allá de lo local y que nos llevó a otra escala. Supimos del empeoramiento de su salud mientras preparábamos la exposición colectiva que inauguraremos en la Nit de l’Art donde tendremos obras suyas. Es una relación larga donde hemos trabajado con ella a lo largo de muchos años”, expresa Frederic Pinya, director de la galería.

Inspirada por sus vivencias en Mallorca, por la calma, la tranquilidad y la luz, la artista alemana llevó a Sa Llotja de Palma la propuesta ‘Glowing Core’, una exposición de 2015 creada a partir de materiales diversos como espejos, acero o circuitos electrónicos con los que se acercó a la figura de Ramon Llull, considerado uno de los primeros escritores en usar la lengua catalana en textos filosóficos y científicos.

Lo poético del Camino de Santiago

Lejos de su refugio mallorquín, en Galicia, tuvo lugar su primera exposición retrospectiva en España. Miguel Fernández-Cid, director del Centro Galego de Arte Contemporánea (CGAC) entre 1998 y 2005, cuenta que, cuando llegó al museo, hizo una exposición dedicada al artista y escultor italiano Giuseppe Penone, a quien le comentó que uno de sus sueños era mostrar la obra de Rebecca Horn. Pocas semanas después, comenzaba a organizar el proyecto.

“Ella estaba trabajando sobre la idea de la peregrinación y hablamos de la importancia de Santiago y Finisterre, la peregrinación religiosa y la pagana. Como 2000 era Año Xacobeo, le propusimos que el CGAC fuese la primera sede de una retrospectiva que estaba preparando y aceptó con entusiasmo”, explica Fernández-Cid, quien recuerda emocionado que la artista dedicó un catálogo de la exposición a cada uno de los trabajadores del museo.

La gestora cultural y por entonces conservadora jefe del CGAC, Cecilia Pereira, también acompañó a la creadora alemana durante el proyecto, que considera como “un sueño impensable” en el que Rebecca Horn y trece de sus estudiantes hicieron el Camino de Santiago desde diferentes puntos creando una obra que concibieron durante el peregrinaje. Pereira destaca la importancia de lo poético, doloroso e introspectivo de su trabajo, asegurando que la  artista “ya trabajaba la vulnerabilidad que ahora está tan de moda”.

Hace nueve años, Rebecca Horn sufrió un ictus que le dejó en un estado de salud delicado y con dificultades que no le permitían seguir desarrollando su trabajo a pleno rendimiento. Su partida deja una herencia para el mundo del arte contemporáneo que perdurará en la memoria de quienes visitaron sus exposiciones, sus conocidos, las colecciones y, sobre todo, de sus alumnos.

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