El humor como bien común: la Paradoja Rafael Carvalho
¿Qué papel ocupa el humor en la gestión de la toma de decisiones democráticas de un grupo?
¿Qué contradicción entraña que las decisiones políticas más importantes se toman en espacios formales cuando las relaciones más poderosas en lo afectivo se tejen en los espacios informales?
Durante la semana entre el 12 y el 19 de Julio del pasado mes tuve la suerte de participar en el encuentro “Doing Democracy around the World” organizado por la Kettering Foundation en Dayton, OHIO. La fundación y especialmente su presidente David Mathews tienen una amplia experiencia en la investigación de sistemas de deliberación democrática por todo el mundo y es su principal tema de trabajo. El objetivo fundamental del encuentro es compartir experiencias por parte de personas vinculadas de distintas maneras a procesos comunitarios en los que entre el juego la toma de decisiones democrática y colectiva. Participan cada año unas 100 personas que trabajan en gobiernos locales, ONGs, medios de comunicación de diferente índole y escala, activismo, arte político, cultura comprometida socialmente, derecho vinculado a políticas públicas y por supuesto, investigación social.
La fundación deja claro algo que, a pesar de sus investigaciones, es obvio para cualquier persona que haya estado inmerso en cualquier tipo de proceso de toma decisiones colectiva: no existe un modelo a implantar como si fuera un software. Cada contexto es lo suficiente complejo como para no dar por hecho que existe una metodología universal capaz de resolver democráticamente un conflicto. Y dentro de las paradojas que componen esta complejidad, hoy me gustaría nombrar una. Y osadamente le pondré el nombre de su protagonista: la Paradoja Rafael Carvalho.
Durante el encuentro organizado por Kettering Foundation podíamos, a través de los distintos ejercicios y metodologías que nos proponían, ensayar en grupos internacionales como se desarrolla la toma de decisiones. La mayor parte de dichas metodologías eran 1, Planteamiento de un problema 2, Discusión de grupo y 3, Toma de decisión colectiva que se apuntaba en una pizarra. Como resulta obvio, en la toma decisiones entran en juego cuestiones sobre cómo se gestiona el poder en un grupo: el manejo del idioma, el género (el número de hombres que hablan en público era manifiestamente superior al de mujeres, como suele suceder) y por último, la capacidad discursiva. Al final, el mayor poder en el grupo era ostentado, generalmente, por personas que tenían un perfil con un cierto dominio teórico y académico del asunto y la capacidad para comunicarlo de forma seductora. Y generalmente, se trataba de hombres. Eso era lo que sucedía durante todo el espacio formal del encuentro. Y en ese grupo no estaba el brasileño Rafael Carvalho.
Rafael estudió derecho en la Universidad Estatal de Londrina (Brasil). Actualmente trabaja en el Observatorio de Administración Pública de Londrina, una pequeña ONG que asesora al gobierno local y a la ciudadanía en temas vinculados a transparencia y a la gestión del presupuesto público. A pesar de su trabajo y de su interés genuino sobre ciertos temas, Rafael disfrutaba reconocía disfrutar más de lo informal que de lo formal del encuentro organizado por la Kettering Foundation. Además, Rafael tenía una voz de lo más discreta en las sesiones de las mañanas. No porque no tuviera nada que decir, sino porque en muchas ocasiones le sucedía lo que a un niño en una escuela: se aburría. Ahora bien, Rafael ha sido esencial y central en la generación de una comunidad informal que se ha gestado a partir de estos dos años.
Es más, tanto para la creación y el mantenimiento del grupo, su figura es esencial. Rafael tiene mucho sentido del humor y es una de esas personas capaces de arrancar una sonrisa a cualquiera. Y no hay que subestimar el uso del humor en un contexto multicultural e internacional, dado que los códigos suelen ser completamente distintos y no es tan sencillo empatizar a través de bromas. Y por ir más allá: todo aquello que tuvo que ver con la toma de decisiones sobre lo informal estaba mediado por Rafael. Cada vez que tuvimos un rato libre, la mayor parte de los planes de grupo pasaban por preguntarle a él. No es que tuviera un poder especial ni que fuera especialmente autoritario. Simplemente el grupo se fue conformando en torno a él.
Y así es como nos encontramos con la Paradoja Rafael Carvalho. Cuando un grupo realmente se cohesiona a través de lo informal con valores que luego no están representados en los espacios formales y allí donde se toman las decisiones políticas. Los grupos en ocasiones eligen como líderes de los formal a personas que no coinciden con quiénes lideran lo informal. En la paradoja Rafael Carvalho es el humor lo que cohesiona. Pero el humor sirve casi siempre para cuestionar al poder. Incluso el propio. Por eso es complicado de aunar humor y toma de decisiones. Por eso suele quedar excluido, salvo como pequeña interrupción y descanso de un proceso “serio” de toma de decisiones. Y ahí es donde la paradoja se hace más y más profunda. El humor hace grupo. El humor puede ser una forma de cuidado inmaterial. El humor nos ayuda a vivir en común.
Sobre este blog
Interferencia (Wikipedia): “fenómeno en el que dos o más ondas se superponen para formar una onda resultante de mayor o menor amplitud”.