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Argelia, en manos del séquito de un presidente desaparecido

El presidente de Argelia, Adelaziz Bouteflika.

Javier Biosca Azcoiti

El presidente argelino, Abdelaziz Bouteflika, ha desencadenado el peor terremoto social del país en los últimos años desde el hospital donde le atienden en Suiza, a donde acudió para someterse a unos “controles rutinarios”, según el Gobierno, pero donde lleva más de una semana.

El férreo secretismo en torno a su estado de salud intenta ocultar una realidad evidente. En 2013 sufrió un infarto cerebral y desde entonces los argelinos apenas le han visto. Casi no puede hablar ni controlar sus movimientos, tal y como se ha podido observar en las contadas ocasiones en las que ha aparecido públicamente en los últimos seis años.

La actual ola de protestas contra el presidente estalló el 22 de febrero en la capital, Argel –donde desde 2001 está prohibido manifestarse–, ante la posibilidad de que Bouteflika se presentase a un quinto mandato en las elecciones que se celebrarán el 18 de abril. El domingo, coincidiendo con la fecha límite para presentar candidaturas, se vivió una gran jornada de protestas que, sin embargo, acabó con un representante del ausente presidente presentando su candidatura ante el consejo constitucional.

Bouteflika llegó al poder en 1999. En 2008 cambió la Constitución para eliminar el límite de dos mandatos y en 2014, después de sus problemas de salud, ganó las elecciones sin hacer ni un solo acto de campaña. En los últimos cinco años, el presidente no ha salido del país y ha cancelado por sorpresa varios encuentros con mandatarios internacionales.

En 1999 Bouteflika nombró a su hermano pequeño, Saïd Bouteflika, consejero especial. Desde entonces ha estado siempre a su lado y acumula un gran poder. Según medios argelinos, era él quien guiaba al primer ministro de la época, Abdelmalek Sellal, cuando ingresaron al presidente en 2013. Desde los problemas de salud de su hermano mayor, Saïd ha ganado prominencia. La oposición afirma que es él quien está detrás de varias decisiones importantes y algunos candidatos a las elecciones de este año han confirmado que se han reunido con él. Otros miembros de su círculo interno también acumulan gran poder.

“He escuchado el grito de los manifestantes”

Un miembro del equipo del presidente pronunció el domingo un mensaje en nombre de Bouteflika tras las importantes manifestaciones que sacuden la capital bajo el lema 'esto es una república, no un reino'. Hace años que los argelinos solo tienen noticias de su presidente a través de estos comunicados escritos.

El jefe de campaña del presidente leyó el mensaje, en el que decía que Bouteflika dice haber escuchado a los manifestantes y promete convocar elecciones anticipadas –en un año, según medios locales– si sale reelegido en lo que sería su quinto mandato consecutivo. El comunicado promete redactar una nueva Constitución, iniciar profundas reformas económicas y sociales y aprobar una nueva ley electoral, entre otras cosas.

“He escuchado y entendido el grito de corazón de los manifestantes y en particular de los miles de jóvenes que me han hecho reflexionar sobre el futuro de nuestra patria”, reza la carta atribuida al presidente.

La apelación a los jóvenes no es casualidad. El 70% de la población en Argelia tiene menos de 30 años, lo que significa que siete de cada 10 jóvenes tenían como mucho 10 años cuando Bouteflika llegó al poder. No conocen otra cosa.

Bouteflika y la reconciliación nacional

El presidente participó en la guerra de independencia con el Ejército de Liberación Nacional, que acabó en 1962 con la derrota de Francia. Durante el primer gobierno, bajo la presidencia del socialista Ahmed Ben Bella, Bouteflika fue nombrado ministro de Exteriores cuando solo tenía 26 años. Tal y como recoge la BBC, Kapuscinski escribió cómo Ben Bella y su ministro de Exteriores quedaban para jugar al fútbol entre reuniones políticas.

En 1965, Bouteflika participó en el golpe de Estado de Houari Boumedienne contra Ben Bella. Boumedienne gobernó el país hasta 1978, periodo en el que Argelia se convirtió en referente de los países no alineados y de movimientos revolucionarios. Durante todo este periodo Bouteflika siguió siendo ministro de Exteriores. Tras la muerte de Boumedienne fue finalmente apartado y acusado de corrupción, por lo que se exilió en el extranjero desde 1981 a 1987.

En 1988 Argelia, que hasta entonces era el feudo del Frente de Liberación Nacional, aprobó el multipartidismo y en 1991 el Frente Islámico de Salvación ganó la primera vuelta de las elecciones. Sin embargo, el poderoso Ejército impidió su ascenso al poder y se desencadenó entonces la guerra civil. En 1992, el entonces presidente Mohammed Boudiaf fue asesinado durante una conferencia con militares.

Bouteflika ganó las elecciones de 1999 como independiente con un plan de reconciliación nacional, aunque contó con el apoyo del Frente de Liberación Nacional y sectores del Ejército. El recién nombrado presidente decretó una amnistía para los islamistas sin delitos de sangre, entre otras medidas.

Argelia, socio clave de España

La crisis en Argelia tiene especial importancia para España. Mientras buena parte de Europa depende del gas ruso, el 60% del gas que importa España procede del país norteafricano, que es la principal potencia económica de la región y la segunda militar de todo el continente –solo por detrás de Egipto–.

Desde que el mandatario de 82 años confirmó su candidatura, su principal rival, Ali Benflis, ha renunciado a presentarse. “Mi lugar y el suyo no es una competición que rechaza el pueblo”, ha señalado. Otras dos figuras importantes de la oposición se han sumado a la decisión de este político respecto a las elecciones del 18 de abril: la presidenta del Partido de los Trabajadores y el líder del Movimiento Social por la Paz, principal partido de tendencia islamista autorizado en el país. Aun así, la agencia oficial de noticias ha anunciado que 20 personas han presentado su candidatura.

“Estoy determinado, si Dios todopoderoso me da la posibilidad y si el pueblo argelino me renueva su confianza, a asumir la responsabilidad histórica de llevar a cabo su exigencia fundamental, es decir, el cambio de sistema”, señala el comunicado atribuido a Bouteflika. 20 años después, Bouteflika y su equipo piden el voto prometiendo reformas estructurales para contener las protestas.

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