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El PP recupera la foto de la concordia con Ciudadanos que desechó Cifuentes

El portavoz de Ciudadanos, Ignacio Aguado, y el presidente de la Comunidad de Madrid, Ángel Garrido. / JJ. Guillén Efe

Sofía Pérez Mendoza

“Cuatro presupuestos en cuatro años. Pleno”. En la Puerta del Sol sacan pecho con esta frase de lo que parecía un objetivo imposible: sacar adelante las cuentas de la Comunidad de Madrid para 2019 con el apoyo de Ciudadanos cuando quedan solo unos meses para las elecciones. El Gobierno de la Comunidad de Madrid ha cerrado con la formación naranja, liderada por Ignacio Aguado, el pacto que va a permitir al presidente, Ángel Garrido, terminar una legislatura muy accidentada, que se llevó por delante la presidencia y la carrera política de Cristina Cifuentes por el asunto de su máster falsificado.

Fuentes del Gobierno regional dan por hecho, además, que el acuerdo se celebrará con una foto de la concordia. Una instantánea, al modo Pedro Sánchez-Pablo Iglesias, pero con Ángel Garrido e Ignacio Aguado que haría resucitar un posado conjunto del que Cristina Cifuentes censuró el año pasado. Será finalmente este lunes, han anunciado a última hora las dos partes. El año pasado, las tensiones hicieron saltar por los aires en el último minuto la escenificación del pacto. De hecho, el acuerdo terminó empañado por los ataques que una y otra parte se lanzaron en dos ruedas de prensa simultáneas pocas horas después de pactar las cuentas. Ciudadanos acusó entonces a Cifuentes de querer presentar por “capricho” los presupuestos “sin nadie alrededor” como “Esperanza Aguirre e Ignacio González”; y la consejera de Economía les respondió que si querían “sentir el presupuesto como suyo” tendrían “que ser Gobierno”.

Este año, con todo lo que ha llovido, las cosas son diferentes, coinciden ambas partes. La salida de Cifuentes y el fin de su hiperliderazgo, sumado a la débil situación de Ángel Garrido dentro de su propio partido, han allanado las conversaciones e impulsarán una nueva foto.

Los dirigentes consultados sostienen que a las dos partes les interesa: el presidente del Gobierno regional quiere proyectarse como una figura negociadora en tiempos difíciles –pese a que ni siquiera ha sido ratificado por su partido como candidato en 2019– y el líder de Ciudadanos en Madrid multiplica así su visibilidad y su peso dentro del acuerdo frente a un rival que el entorno de Albert Rivera no percibe como una gran amenaza.

“Seguramente si el presidente o presidenta fuera una gran amenaza para nosotros no se habría hecho”, admite un dirigente nacional de Ciudadanos, que además plantea estas cuentas como los presupuestos con los que “es posible que haya que gobernar al menos durante seis meses” si finalmente logran hacerse con el Gobierno en Madrid. En Ciudadanos reconocen que un apoyo así, con tan poco margen hasta las elecciones, “no es habitual”.

Ante las acusaciones que le llegan de sus rivales de actuar como sostén del Partido Popular, en Madrid se reivindican como “fiscalizadores” del Gobierno de la Comunidad, aunque aprobar los presupuestos significa colocar la alfombra a Garrido para que gobierne hasta mayo sin mayores problemas. Y le da margen para introducir partidas que permitan medidas vistosas y nuevas. Sea o no finalmente el elegido por Pablo Casado para una plaza clave, en la Puerta del Sol piensan que el pacto con Ciudadanos allana al presidente el camino y le avala como el hombre de consenso y diálogo que el PP puede necesitar tras los comicios de mayo.

Relaciones “recompuestas”

En el PP opinan que las “relaciones con Ciudadanos se han recompuesto” con la llegada de Ángel Garrido. La sintonía entre la expresidenta Cristina Cifuentes e Ignacio Aguado se empezó a deteriorar el día que la formación naranja forzó su comparecencia en la comisión que investiga la corrupción en la Asamblea de Madrid. En 2016, ambos posaban sonrientes con los presupuestos en la mano. Un año después, Cifuentes daba plantón al líder regional en las reuniones para negociar y, en un golpe final de mando, obligó al equipo económico negociador –encabezado por la consejera Engracia Hidalgo– a cancelar la foto.

Por el momento, Ciudadanos evita confirmar que se producirá la instantánea, aunque el Gobierno baraja ya dos posibles días para hacerla: el próximo lunes o el martes a primera hora, antes del inicio del Consejo de Gobierno que aprobará el proyecto de ley de presupuestos. Las cuentas se presentarán ese día a la prensa y después el proyecto se registrará en la Asamblea de Madrid.

Los presupuestos de 2019 llevan negociándose varios meses en los despachos. Ciudadanos ha mantenido en este tiempo un doble perfil para marcar la agenda sin abandonar las conversaciones. Una estrategia que ha enfadado al PP y que estalló con el órdago lanzado la semana pasada para obligar al Gobierno a retratarse en la Asamblea de Madrid sobre la gratuidad de las escuelas infantiles públicas, la primera condición de la formación naranja para sentarse a negociar. La maniobra le valió a Ciudadanos la reprimenda de PSOE, Podemos y el propio PP por “hacer de la Asamblea un instrumento de campaña”.

Cuatro días después, se anunciaba un principio de acuerdo que, en realidad, estaba prácticamente cerrado y que aceptaba las tres condiciones exigidas por Ciudadanos: tasas cero para las escuelas infantiles públicas, 2.000 plazas nuevas en residencias de mayores y una bonificación para los autónomos que contraten a su primer empleado. “Esta performance no habría hecho falta”, aseguran, molestas, fuentes del PP.

La falta de mayorías ha obligado al Gobierno a entenderse, una vez más, con el partido que a veces es muleta y a veces es azote. Ambos saben que compiten por el mismo electorado y esa bronca, de cara a revalidar un pacto de derechas en mayo, no les conviene. Las elecciones autonómicas se prevén más ajustadas que nunca con dos nombres reconocibles como candidatos ya anunciados de PSOE y Podemos. Y, enfrente, dos partidos (PP y Ciudadanos) que aún no han lanzado a los suyos. Casado se da un mes para decidir si da un empujón a Garrido, cada vez más distante de los modos del PP de Madrid (copado de casadistas), o lanza a jugarse una derrota a un candidato propio en una plaza decisiva.

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