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Buscando piso por Madrid tras el acuerdo sobre vivienda: confusión y desconocimiento entre los caseros

Anuncios de pisos y casas en venta y alquiler en el escaparate de una inmobiliaria, en Madrid, en una fotografía de archivo. EFE/Zipi

Víctor Honorato

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En una franquicia de Tecnocasa en La Latina, una de las grandes agencias inmobiliarias del país, trabajan cuatro jóvenes de traje. Llevan todos corbata verde, el color corporativo, y teclean en sus ordenadores mientras hablan por teléfono. El Gobierno anunció este martes que ultima un proyecto de ley para limitar los precios de los alquileres, y en esta oficina madrileña han llamado a los clientes esta mañana para avisarlos. “Hemos estado informando, hay miedo con la situación económica y en cómo va a afectar al mercado”, cuenta uno de los agentes, Saúl Bartolomé, de vuelta en su mesa tras apurar un cigarrillo. Un compañero lo mira de reojo, con el teléfono móvil sujeto entre la oreja y el hombro, y musita, escéptico: “Esto va a durar tres segundos”.

La noticia de un acuerdo entre PSOE y Unidas Podemos para llevar juntos al Congreso una ley de vivienda quedó inmediatamente descafeinada por la réplica del PP, que ya ha avanzado que evitará aplicarla en su gobiernos autonómicos y municipales, con Madrid como elemento más beligerante, de nuevo. Entre este desplante preventivo y el desconocimiento general sobre el alcance de la futura norma, pendiente todavía de todo el trámite parlamentario, buscar un piso bueno y no demasiado caro en la ciudad sigue siendo la misma tarea penosa de los últimos años, con el añadido de unos precios que están volviendo a subir tras el descenso causado por la pandemia.

Fernando López, administrativo, alquila un piso de 45 metros cuadrados y dos estancias, bajo interior, en el barrio de Berruguete, distrito de Tetuán. Se quedó libre hace poco, y Fernando pide ahora 625 euros, 25 más que antes, para contratar “un seguro de impagos”. No es que los anteriores inquilinos quedasen a deber, pero dice tantas noticias sobre okupaciones le han hecho ser precavido. Las ayudas anunciadas a los inquilinos jóvenes las ve bien, no así “intervenir en el mercado”, cuenta, antes de pasar a relatar un remedo de la fábula de la cigarra y la hormiga: “En vez de darnos caprichos hemos invertido un dinero mientras otros van en un BMW de 30.000 euros”, compara. Admite, en todo caso, que no sabe muy bien en qué consiste la norma anunciada. A él, con solo una vivienda en alquiler, difícilmente le afectará.

En el portal inmobiliario Idealista no esperan cambios súbitos. “Este mercado no es como una bolsa, tarda en madurar. Hoy no hemos notado nada”, asegura el portavoz Beñat del Coso. A la tranquilidad ayuda que la declaración de zona tensionada a la que hace referencia el acuerdo de gobierno depende de un índice de precios que todavía está por elaborar y para cuya confección se prevé un plazo de año y medio. “Entendemos que hasta 2024 no entra en vigor”, deduce.

“Agosto y septiembre han sido dos meses explosivos”, apunta José Manuel Pírfano, de la agencia Gutiérrez y Pírfano, especializada en el céntrico barrio de Las Letras. Se refiere al aumento de los contratos de alquiler, tras prácticamente agotarse toda la bolsa de pisos que habían quedado desocupados por el parón económico de la pandemia. Tanto, que los precios en el área, que habían llegado a bajar hasta un 25%, son ahora solo cinco puntos menos que antes del confinamiento, según sus cuentas. Del anuncio del Gobierno ve con buenos ojos las ayudas al alquiler. “Nadie dice que suba el alquiler porque le vayan a dar ayudas; esa medida creo que sí funcionaría”, opina. Desconfía más de la imposición de límites a grandes tenedores. “Trabajo con algunos que tienen 100 o 150 pisos. Normalmente no ponen los alquileres demasiado caros, porque si se van al tope tienen mucha más rotación y pierden meses de renta”, indica.

Buscando anuncios recientes se encuentra a Lourdes, que puso hoy en alquiler un piso de dos habitaciones en el barrio de Palomeras Bajas, puente de Vallecas. 650 euros por 53 metros cuadrados con una habitación; no han influido las últimas noticias. “Ni me había enterado”, confiesa. Lo mismo dice Eitan, que pide 775 euros por una vivienda de dos cuartos y 50 metros en Numancia, al otro de la avenida de la Albufera, más cerca del metro. 

“Puse el anuncio hoy y ya me han llamado tres personas”

El farmacéutico Manuel Losa compró un piso para invertir en San Diego, en el exterior de la M-30, una zona en expansión relativamente cerca de la estación de tren de Méndez Álvaro. De 65 metros cuadrados y dos habitaciones. El precio inicial eran 900 euros al mes, pero hoy lo bajó a 850. No fue por la noticia regulatoria, asegura. “Me di una vuelta por la zona, entré en Idealista y lo bajé […] Desde esta mañana ya me han llamado tres personas”, añade, y opina: “Regular no va en beneficio de unos ni de otros”.

Desde el Sindicato de Inquilinos tampoco alzan las campanas al vuelo por el acuerdo del gobierno, además de que creen que todavía es pronto para ver sus efectos. “Estamos haciendo cálculos y la mitad de los 2,5 millones de viviendas de la Comunidad de Madrid están en manos de perfiles que se van a ver fuera de esta ley. Y si descontamos a quienes solo tienen una casa, puede que nos veamos con que solo 500.000 viviendas estén bajo el índice de precios de zonas tensionadas”, avisa Fernando Bardera, uno de sus portavoces, que añade: “En los otros municipios de Madrid, si la Comunidad no los declara como zona tensionada, también se quedarán fuera. Si no se lima esto, en Asval [la Asociación de Propietarios de Viviendas en Alquiler] pueden estar a gusto, porque no va a pasar nada”.

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