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Entrevista
Decana de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense

Esther del Campo, candidata a rectora de la Complutense: “No toda estructura cambia por la llegada de una mujer”

Esther del Campo, candidata a rectora de la Complutense, en una imagen tomada durante la campaña electoral.

Guillermo Hormigo

27 de marzo de 2023 22:32 h

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La extrema izquierda se lanza a por la Complutense, Caballo de Troya de Podemos, campus bolivariano o Pacto Frankenstein. Son algunas de las acusaciones que en los últimos días han podido leerse desde algunos medios sobre la candidatura de Esther del Campo (Madrid, 1963) a rectora de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Sobre todo desde que el pasado jueves anunció el llamado Acuerdo por el Cambio, en el que las tres candidaturas con más respaldo en primera vuelta que no accedieron a la siguiente fase le dieron su apoyo. Un golpe sobre la mesa en un proceso electoral que podría encumbrarla como la primera mujer que ocupa el cargo en los 201 años de historia de la institución, previamente dirigida por 56 hombres. El último es su rival en la segunda vuelta de los comicios este miércoles, Joaquín Goyache, quien busca la reelección.

En medio de este contexto de tensión y convulsión, la también decana de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología en el campus de Somosaguas saca unos minutos para responder a las preguntas de Somos Madrid. “Estoy muy contenta, pero a la par que emocionante está siendo intenso y competido”, reconoce. Especialmente estas últimas horas, en las que todo se ha recrudecido. Al acuerdo de la catedrática con los exaspirantes María Castro, Iñaqui López y Jesús Pérez, el rector ha respondido con dureza en sus redes sociales: “Es una unión donde personas y proyectos que ellos mismos definen como diferentes, yo diría que incompatibles, se unen en lo que aparenta ser una decisión repentina”. Para Del Campo, en cambio, estas candidaturas comparten “un diagnóstico común en el consideramos que las cosas se pueden hacer de otra manera”.

La candidata obtuvo algo más del 18% de los votos ponderados en la primera vuelta del pasado martes, frente al 25% del rector, aunque en número de papeletas totales superó a Goyache. Así, el respaldo de las siete opciones alternativas al actual dirigente rondó el 75%. “Nos pusimos a pensar entonces en qué podíamos hacer para sumar. Establecí un canal de comunicación con cada aspirante, aunque mi relación ya era buena y conocía bien a la mayoría”, manifiesta esta reputada docente e investigadora.

“Compartimos la percepción, común a las 26 facultades, de que nos sentimos un poco abandonadas. Nos ha faltado un liderazgo interno más fuerte y más cohesionador, pero también externo (en la Comunidad de Madrid o en el sistema universitario español), capaz de mirar al futuro”, explica Del Campo. Menciona además la “gran preocupación por las dificultades burocráticas internas en la investigación”, la necesidad de “fomentar la estabilización y promoción del personal interino administrativo e investigador” o “la congelación de nuestras relaciones internacionales”.

Admite que las personas que conforman el acuerdo no comparten todo su programa, como es lógico teniendo en cuenta que concurrieron por separado a las elecciones, ante lo cual “habrá que negociar poco a poco”. Pone como ejemplo la oficina de captación de recursos, una de sus principales medidas para promover la investigación en la UCM, pero que no recogen el resto de integrantes del acuerdo: “Ellos hablaban de una reestructuración sin mencionar esta oficina, así que luego habrá que acomodar poco a poco las posiciones. En cualquier caso, lo más importante es que somos conscientes de que la Complutense se merece una propuesta colectiva capaz de sumar iniciativas con un mismo diagnóstico aun con sus diferencias”.

Una universidad política, que no politizada

Frente a quienes la acusan de “podemita” desde lo que califica como “derecha mediática”, Del Campo remarca que “no es un proyecto político, es un proyecto académico”. Y añade: “Eso no quita que yo defienda que el rector o rectora tiene que tener muy claro cuál es la política universitaria que quiere llevar a cabo, porque sino nos pasará como en estos últimos cuatro años: no habrá ningún tipo de visión estratégica. Pero cuando hablan de política o de politización en el sentido en el que lo hacen creo que están mezclando cosas distintas”.

Como decana de la Facultad de Políticas y Sociología en la UCM, la catedrática ya sabe lo que es ser cuestionada por una supuesta inclinación política. Durante la campaña, pero ya previamente, ha sido asociada en repetidas ocasiones a Podemos y a su antiguo líder, Pablo Iglesias. Del Campo relata que ha sido así sobre todo desde que el fundador de la formación acudió a Somosaguas en marzo de 2020 a presentar una conferencia del exvicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, con cierta trascendencia mediática ya que en ella militantes de Frente Obrero desplegaron pancartas y gritos contra Iglesias: “Lo curioso es que a ese acto asistió también el rector. Si no se le ve en la imagen que utilizan siempre para desacreditarme es sencillamente porque llegó tarde”.

“No soy de Podemos ni de ningún otro partido. No he militado ni he sido afiliada. Ni siquiera he ido a ningún acto público de la formación. La única foto que hay es la de la conferencia que presentó Iglesias en el campus”. Del Campo critica “una campaña de desinformación” ante la que no ve más sustento que haber sido docente del exvicepresidente del Gobierno: “He sido profesora de Pablo Iglesias como lo he sido de mucha otra gente”.

No es un proyecto político, es un proyecto académico. Eso no quita que el rector o rectora tiene que tener muy clara la política universitaria que quiere llevar a cabo, sino nos pasará como en estos cuatro años: no habrá ningún tipo de visión estratégica

Las acusaciones llegan en una campaña marcada por el polémico título de alumna ilustre concedido a Isabel Díaz Ayuso. Una decisión que para Esther del Campo se produjo una vez Goyache “ha desarrollado vínculos políticos con la Comunidad de Madrid” y que ella misma le recriminó en el propio Consejo de Gobierno: “Creo que no ponemos otorgar distinciones a políticos en activo. Además, la presidenta de la Comunidad de Madrid ha negado la emergencia climática o ha sugerido la reducción de la plantilla en las universidades públicas. Solamente le he reclamado al rector una defensa de su Universidad”.

Opina que no hay mejor arma para contrarrestar los ataques que recibe por su inclinación política que el propio Acuerdo por el Cambio, al que se remite de nuevo ya que “incluye gente de distinta condición, incluso personas sin identificación ideológica clara que simplemente son referencia en su campo”. Asegura que desde la otra candidatura en liza y desde algunas instituciones “hay nerviosismo” porque “pensaban que no íbamos a ser capaces de establecer una línea de trabajo común”.

Rechaza que este pacto sea un reparto de sillones, a pesar de que ha venido acompañado de una propuesta de equipo de gobierno no definitiva. En él se integran María Castro (al frente del vicerrectorado de Ordenación Académica), Iñaqui López (vicerrectorado de Política Económica) y Jesús Pérez (vicerrectorado de Investigación), vinculándose por tanto cada uno a su respectiva área especializada. Como el documento provisional no incluía un vicerrectorado de Estudiantes, pronto comenzó a circular la noticia de que Del Campo pretende suprimirlo, algo que niega rotundamente. De hecho, destaca el papel del alumnado en su campaña y en su futura gestión: se ha apropiado del eslogan Rectora de los estudiantes y la agrupación Estudiantes x Esther del Campo es muy activa en redes, donde se han encargado precisamente de desmentir bulos.

“Creo que no hemos sido capaces de detectar que después de la pandemia se ha reducido muchísimo el movimiento estudiantil y asociativo, los espacios de socialización. En un contexto lleno de estímulos en redes sociales, debemos saber cómo actuar para que se sientan identificados y reconocidos por la Universidad. Es por ello que, viniendo de una Facultad en la que la vida estudiantil es tan importante (con el mayor número de asociaciones de toda la Complutense) y en la que tenemos una Comisión de Participación, sabíamos desde el principio que tenían que ser parte de nuestra propuesta”, expone Del Campo a este respecto.

Con esta participación vertebral del sector más numeroso e infrarrepresentado de la UCM (los más de 66.000 alumnos suponen apenas el 25% de los sufragios una vez ponderados), ha impulsado lo que define como “una campaña desde abajo”: “Desde una Facultad que está en Somosaguas, un poco la periferia de la Complutense, y con la participación de estudiantado y de personal docente investigador no permanente. Es por ello que muchos de estos sectores se pueden sentir reconocidos”.

Igualdad más allá de su cargo

Como reconocidas pueden verse también las miles de mujeres que han pasado y pasan por el mayor centro de estudios presencial de España, que jamás ha tenido una rectora (no en vano nunca se había presentado candidata alguna, hasta que en estas elecciones lo han hecho cuatro catedráticas). Según Del Campo, es un paso importante “no solo por el mero hecho de ser mujer, sino por desarrollar una defensa del movimiento feminista. En Políticas somos la única Facultad con una Comisión de Igualdad, que en los últimos cinco años ha tenido mucha actividad. Hemos promovido protocolos contra la brecha de género y de lucha contra el acoso. La igualdad es uno de los valores fundamentales de nuestro proyecto”.

Pero Esther Del Campo no se considera a sí misma “una ingenua”. Puntualiza que “no toda estructura cambia porque llegue una mujer al cargo, pero aspiro a desarrollar desde el rectorado una política igualitaria más clara, fuerte y contundente. Y es cierto que mi estilo personal es un liderazgo de diálogo, de escuchar y de conjugar sensibilidades para hacer de esta una Universidad más diversa y más plural”.

Preguntada sobre el porqué de dar el paso justo en este momento, repasa su dilatada trayectoria profesional para concluir que “he ido cerrando capítulos en mi carrera docente e investigadora y es ahora cuando creo que es difícil seguir avanzando”. Le interesa poner al servicio de la UCM “la experiencia de gestión que he adquirido en el ámbito de la ciencia política y la administración”. Y reconoce que influye asimismo “el momento vital”, ante una nueva Ley de Universidades que reduce los mandatos a un máximo de uno por persona (que ya no tendrá que ser catedrática), pero ampliándolo a seis años por los cuatro actuales: “Me aboco al final, era mi última oportunidad”. Este miércoles la Complutense decide en las urnas si la deja pasar o se la concede.

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