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Los colosos selváticos de San Bernardo: la obra de un arquitecto bohemio donde vivió Tejero

Edificio Princesa

Luis de la Cruz

6 de abril de 2021 08:01 h

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La glorieta de Ruiz Jiménez (ya saben, la que llamamos de San Bernardo) está presidida por las estilosas moles de hormigón, dulcificadas con enredaderas, del edificio Princesa. En la manzana entre Alberto Aguilera y San Bernardo, con prolongación en Santa Cruz de Marcenado. Estos icónicos inmuebles surgieron como un encargo del general Medrano para el Patronato de Casas Militares en Madrid y fueron proyectados por los arquitectos Fernando Higueras Díaz y Antonio Miró Valverde , que las entragaron en 1975.

Al parecer, Medrano le preguntó a un hijo suyo que estudiaba arquitectura quién era el arquitecto más talentoso de la escuela en Madrid. Este hizo una encuesta entre los alumnos y dio el nombre de Higueras. Según refería con frecuencia el propio arquitecto, el general le dijo que estaba harto de arquitectos militares

El solar donde se levantan las casas es heredero del emplazamiento del antiguo hospital de La Princesa y el conjunto está dividido en dos por la calle Santa Cruz de Marcenado. De hecho, el proyecto se estructura en los bloques A (junto a la glorieta de Ruiz Jiménez) y B. La idea original de los arquitectos era que el tramo de calle de Santa Cruz de Marcenado fuera peatonal, con un aparcamiento subterráneo.

Los característicos balcones pétreos de los edificios están pensados para repeler el ruido, las grandes jardineras evitan el fisgoneo de los vecinos y, según la página web de la comunidad de vecinos, su característico perfil evoca a las ruinas aztecas. Las patios y terrazas interiores son dignos de ver también, así como las cuatro plantas de aparcamiento.

Desde 2005 estuvo en estos edificios la sede del Principado de Asturias en Madrid, con entrada en la calle de San Bernardo, una suerte de embajada que acabó encallando y sacando a subasta pública sus 1500 metros cuadrados, distribuidos en tres plantas.

Un vecindario de armas tomar

Aunque ahora ejerce de jubilado de costa en Málaga la mayor parte del tiempo, Antonio Tejero fue durante años el vecino más famoso del Edificio Princesa (junto al general Alfonso Armada, otro nombre conocido del 23-F). Según nos cuentan vecinos de tiempo del inmueble, se hizo una cuestación entre vecinos para ayudar a pagar el piso de Tejero.

El escritor Daniel Saldaña, que vivió allí entre 2002 y 2006, contaba la experiencia de tener al golpista como vecino de abajo en un artículo, en el que detallaba como el portero –un antiguo músico de Raphael– era el encargado de llamar a la policía cuando aparcaban coches sospechosos frente a la finca. Allí vivía junto con su mujer, Carmen Díaz, que compró los seis autobuses de la empresa Larrea que transportaron a los golpistas hasta el Congreso el 23-F.

En 2016 el periodista Javier Negre aún le entrevistó en su piso de 149 metros, contando la vida discreta del exguardia civil en el lugar, con salidas diarias a misa y a la cercana sede de Falange.

Los resultados electorales en el complejo dejan entrever que aun abunda entre sus vecinos la ideología derechista. Mientras que en las manzanas de Malasaña inmediatamente al sur de esta el PSOE y Unidas Podemos fueron los partidos más votados en las últimas elecciones generales, en la sección censal donde está el Edificio Princesa el PP fue el más votado (31,33%), seguido del PSOE (19,3%) y VOX (17,6%).

Fernando Higueras Díaz: un arquitecto singular

Seguramente, su obra más conocida es la Corona de Espinas de la Ciudad Universitaria (Instituto del Patrimonio Cultural de España, antes Centro de Restauraciones Artísticas). Firmó el proyecto ganador del concurso para construirlo con Rafael Moneo (con quien luego no tendría muy buena relación), aunque acabó construyéndolo junto con Antonio Miró Valverde, con quien seguiría colaborando en las casas de las que nos ocupamos o en la UVA de Hortaleza, entre otros proyectos.

Dicen que Higueras era una persona cercana, alejada del cliché del arquitecto pretencioso. Un fragmento de una charla universitaria sobre las viviendas de San Bernardo en 1976, disponible en YouTube, ofrece esa sensación: “los militares ya quieren cerrarlo para que no entren hippies”, dice respecto del patio que da a Santa Cruz de Marcenado.

Higueras fue amigo y estrecho colaborador de César Manrique, para quien diseñó una casa a las afueras de Madrid en 1962. Con este, como con su admirado Frank Lloyd Wright, le unía un interés por la función arquitectónica de la naturaleza que se aprecia bien en las casas para militares. En el Lanzarote de Manrique hizo el hotel Las Salinas que también está construido con hormigón y dispuesto a partir de sucesivos jardines colgantes. En Canarias, además de trabajo, llevó a cabo viajes iniciáticos con drogas.

En 1972 diseñó una casa subterránea en el patio de su casa de Chamartín. Según el propio Higueras, tras salirle tres veces seguidas la carta de la muerte en una lectura de tarot, se hizo ese refugio con lucernario, Rascainfiernos, en el que burló más de tres décadas a la muerte. Hoy esta casa es la fundación que lleva su nombre, presidida por Lola Botia, quien fuera su pareja.

Probablemente, la personalidad de Higueras evitó que su carrera como arquitecto despegara a la altura de su talento. Compaginaba su profesión con la música –como guitarrista–, frecuentó abiertamente las drogas y grabó más de 2000 películas de porno amateur. Dijo en una entrevista que cuando muriera (lo hizo en 2008) quería que dijeran de él “Murió follando; habló bien de muy poca gente”.

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