La tragedia aérea en la que una avioneta chocó contra una clase de párvulos en Tetuán en 1935
Poco pasó para lo que podía haber sucedido. El miércoles 6 de marzo de 1935 una avioneta civil averiada cayó sobre el número 6 de la calle de Las Carolinas, en el barrio de Bellas Vistas. En el edificio, para más inri, había un colegio y los niños se encontraban dentro.
Un avión de los que anunciaban una película chocó sobre las cuatro de la tarde contra la parte de atrás del edificio y algunas partes (el motor, la cabina y una de las alas) abrieron un boquete en la fachada y entraron en el primer piso, precisamente cuando los niños estaban en clase.
La avioneta volaba por la calle de Bravo Murillo y, según los testigos de la época, viró hacia la calle Almanza a muy poca altura, chocando con unos cables eléctricos
El choque de la avioneta originó un incendio que fue sofocado por los vecinos antes de que llegaran los bomberos. El piloto de la avioneta falleció y el copiloto resultó gravemente herido (moriría posteriormente). Los periódicos del día siguiente daban los nombres de los niños, de entre cinco y seis años, trasladados por los propios vecinos a la Casa de Socorro de los Cuatro Caminos, varios de ellos con un pronóstico grave, y enseguida se supo que la niña Luisa Mariano falleció.
Los testigos dijeron que vieron al piloto hacer movimientos extraños y, es posible, que intentara aterrizar de emergencia en un solar que había junto a la finca, pero no pudo evitar estrellarse contra el edificio. La parte trasera del avión cayó en un corral que había en la parte posterior de la casa, donde había unos cobertizos que servían para almacenar papel.
El colegio era una de las típicas escuelitas de párvulos radicadas en casas que tanto abundaban en la época, regentado en este caso por doña Tomasa y Antonio Tomás. El suceso ocasionó un gran alboroto en la barriada, por lo que hubo que mandar fuerzas de orden público tanto a la calle de las Carolinas como a la Casa de Socorro de los Cuatro Caminos.
En los días sucesivos se llevó a cabo el entierro de la niña y del piloto muertos, con gran afluencia de personas, y se organizó en la barriada una comisión de padres del colegio para recaudar fondos que permitieran encontrar un local donde continuar las clases, pues la escuela quedó destrozada.
Entre las fotografías de prensa que acompañaban aquellos días a los artículos sobre el suceso, encontramos las de dos grandes de la fotografía de la época –omnipresentes, de todas formas–, Alfonso y Santos Yubero, que tiene una curiosa fotografía en la que, suponemos ya pasados los momentos más trágicos, fotografió a unos niños del colegio junto a los restos de la avioneta.
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