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Gueto sobrevenido con olor a Siria

Campo de refugiados de Ritsona, Grecia / Íñigo G. Solas

Francisco Ibáñez

Cuando has tenido oportunidad de haber trabajado la pobreza crees que es sota, caballo y rey y, sin embargo, cuando tienes un nivel de vida y cultural medio-alto y de repente tienes que abandonar todo lo que has conseguido (casa recién construida, muebles nuevos, coches.... todo) y huir con lo puesto te conviertes en pobre sin serlo.

Eso me he encontrado en este campamento, gente formada preocupada por la educacion de sus hijos pues estan perdiendo días de clase, personas que no saben si mañana o dentro de doce meses les van a dar un rumbo a sus vidas, destino que ni siquiera ellos saben cuál será; la autosuficiencia de personas desmotivadas por no saber qué será de ellos y sus familias. Huyen de la exclusión mientras se encuentran excluidos a parte de la sociedad en un campo, en un pequeño gueto que traslada costumbres y olor a Siria. En marzo de 2016 llegaban la mayoría a este campo recién abierto, la mayoría kurdos de Alepo.

Una amiga me decía que a veces solo hace falta estar, simplemente “estar” y cuando te tratan como si fueras parte de su familia ese estar se convierte en “tu hogar”.

Nunca sentí orgullo español el día que me dijeron que lo fuera, pero sí que lo siento cuando una familia siria te dice que está enormemente agradecida a los españoles. El Astral de Open Arms les recogió del mar, en el campamento la mayoría de los que vienen a Ritsona somos de allí y esperan poder ir a España para disfrutar de la fraternidad española, sin saber que la incultura y el racismo predominan en gran parte de la sociedad española hacia sus costumbres y religión.

Si hay algo que define a los sirios es su inmenso nivel de HOSPITALIDAD, TODO pero todo es TODO lo que tienen te lo ofrecen siempre con una sonrisa. Las puertas de sus módulos están siempre abiertas esperando a que pases por ahí para invitarte a entrar y tomar té con ellos, hace frío y el calor humano es un buen refugio.

Alumnos de Medicina de la universidad de Alepo, jóvenes palestinos que huyeron de Gaza y ahora huyen de nuevo de Alepo, historias de padres y madres que te cuentan que dos de sus bebés murieron delante de ellos, de niños que te dicen que perdieron a su padre delante de ellos y debieron huir con lo puesto, caminando mas de 20 días durmiendo sobre el suelo hasta Idomeni para volver de nuevo a atrás, historias de cómo cruzaron el Mediterráneo sabiendo que iban sobre una lancha de juguete y padres y madres cantando para que los niñ@s no viviesen con miedo ese riesgo tan inmenso que corrían, personas adineradas que te muestran lo que un día fueron sus casas lujosas y de las que ya no queda nada, solo el módulo en el que se cobijan. La vida te cambia en un segundo y sólo los valientes son capaces de agarrarla.

He trabajado en países como Mozambique, donde la pobreza es innata, la falta de educación merma el camino, pero saben que lo hay y que se puede construir, pero aquí en Ritsona la pobreza es sobrevenida, les ha desmontado un nivel de vida que ya no tienen, pero tienen la educación y la cultura para recomponerse, sólo es cuestión de tiempo y oportunidad, de verdad ¿no estamos dispuestos en Europa a dársela?

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